In The Lap Of The Gods

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Ya era tarde. Ignoraba si en algún lugar del futuro Brian May estaría maldiciéndola, pero ya estaba hecho.

Freddie dormitaba a su lado, en la estrecha cama del piso que compartía con Roger en el londinense piso de Kensington. Hasta dónde ella sabía, el rubio baterista no había vuelto aún.

¿Y ahora, qué?

Miró a Freddie. Era un ser increíblemente dulce, como siempre había sospechado. Un poco tímido, algo pícaro. Divertido si confiaba en ti, socarrón si alguien lo aburría. Un auténtico divo en el escenario, un encanto entre bambalinas. Todo contradicción, todo carisma. Ese era Freddie Mercury.

Habían pasado la noche riendo, gritando, hablando, tomándose el pelo y midiéndose el uno al otro para ver quién provocaba más a quién Él parecía encontrarla fascinante y misteriosa y ella... ella nunca pensó desearlo así.

—Haré lo que sea necesario. Lo que sea, para protegerte —dijo en voz muy baja, mientras él dormía, sin dejar de mirarlo.

Pero sabía que había cruzado la línea y que ya no quería salvar al Freddie Mercury de Queen; quería proteger al Fred que dormía a su lado sin sospechar absolutamente nada de lo que estaba por venir.

Leena salió de la habitación para fumar en el comedor, vestida con una camiseta de Hendrix de Fred.

El piso que compartían ambos miembros del que sería uno de los grupos más influyentes de la historia del rock era de lo más humilde y pequeño. Lo más valioso que tenían era el piano de Freddie, que él guardaba al lado de su cama.

Lily y Romeo, los dos gatos de Freddie, se le acercaron ronroneando. Leena los acarició con infinita dulzura.

Mientras fumaba, recopiló lo ocurrido en los últimos días.

Brian May había sido muy generoso y cuidadoso. Le había procurado una cantidad ingente de dinero para que no tuviese que preocuparse, junto a un piso en Kensington a su propio nombre. Tanto si triunfaba como si fracasaba en su misión, su vida estaba resuelta. Aunque eso le importaba un carajo.

Siempre había vivido a trompicones y sin rumbo fijo, sobreviviendo de cualquier manera. Solo la música la había mantenido cuerda.

Ella no había nacido aún cuando Queen actuaron en el Live Aid. Vio esa actuación años después, y como cualquiera que la viera por primera vez, simplemente quedó prendada de Queen. ¿Su primer amor había sido la sonrisa descarada de Freddie Mercury? No lo descartaba. Desde luego no había sentido nada así por nadie, excepto por él.

Leer su final fue superior a sus fuerzas. ¿Cómo podía ella cambiar el curso de la fatídica historia? Sabía de la vida casquivana de Freddie. Sabía de sus escandalosas fiestas y de su lista interminable de amantes, sobre todo hombres.

Ella no iba a poder contener la fuerza de la naturaleza en que se iba a convertir Freddie Mercury en muy pocos años. Freddie se erigiría en un dios del rock, y se comportaría como tal.

Así pues, más le valía cuidar cada paso del camino para evitar lo inevitable.

Así pues, más le valía cuidar cada paso del camino para evitar lo inevitable

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Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora