Good Company

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Navidad de 1996 - Londres

Freddie repasó los últimos detalles de la cena navideña con Liam. Este estaba entusiasmado por el hecho de poder cocinar para una docena de personas y había insistido en pasarse el día encerrado en la cocina, a pesar de que era su cumpleaños.

Phoebe desplegó la mesa del comedor para dar cabida a todos los invitados y puso el mantel y la cubertería de plata.

—¿Los regalos, querido?

—Bajo el árbol, jefe.

—Bien.— consultó el reloj. Sus amigos empezarían a llegar en poco menos de veinte minutos. Lástima que John y Veronica no podrían venir, ya que pasaban la noche con los niños en casa de sus padres.— ¡Hola Barlow!

El gato se enroscó en sus piernas cariñosamente y maulló, suplicando atención. Freddie lo cogió en brazos y lo besó en la pequeña y húmeda nariz.

—¿Y tus dos terribles hermanos? ¿Enredando por ahí, a que sí? Sí, eso me temía.

Preguntó a Phoebe si todos los gatos estaban dentro de la casa, incluida la huidiza Dorothy. Su ayudante le confirmó que él mismo los había hecho entrar tras todo el día jugando en el jardín.

Dejó a Barlow sobre una butaca y subió a buscar a Leena. Cuando la vio se agarró cómicamente el corazón.

—Encanto, cualquier día me provocarás un infarto.

—¿Eres tonto o solo te haces viejo?— rió ella, acabándose de pintar los labios.

—¿Tienes diez minutos para enrollarnos?

—No.

Freddie se acercó por detrás y le bajó el escote palabra de honor para dejar sus pechos al aire.

—¡Fred!

—Diez minutos.— le manoseó los pechos desnudos, con ella riéndose e intentando apartarlo.

—Por favor, te estás convirtiendo en un viejo verde.

—Lo soy desde que era un adolescente.

—Bastaaaa. Están a punto de llegar tus padres, Fred.

—Qué fastidio eres, querida.

Freddie la soltó y ella volvió a subirse el top sin tirantes, acomodándoselo a los pantalones. Aprovechó para besarle la piel blanca del cuello.

—¿Me ayudas con los gemelos?

—¿Cuáles te quieres poner?

—Los de Cartier.

Leena abrió el cajón de la cómoda y sacó los lujosos gemelos. Fred se los dejó poner en los puños de su camisa negra.

—El negro te queda tan bien...— suspiró Leena.— Aunque a veces echo de menos tus conjuntos amarillos, o cuando te vestías de blanco.

—O cuando no llevo nada.

—Eso es lo que mejor te queda, sin duda.— afirmó Leena.

El timbre de abajo sonó y supuso que eran sus padres, siempre enfermizamente puntuales. Pero sacó unos pocos segundos para pasar los brazos por su cuello y besarlo antes de bajar a recibir a sus futuros suegros.

—¡Cariño!

Jer Bulsara abrazó a su hijo con efusividad, y luego le tocó el turno a ella. Leena la besó en la mejilla, sintiendo una profundo cariño por aquella diminuta mujer llena de candor.

—Hola, señor Bulsara.

—Hola, Leena.— Bomi la besó, estrechándola un poco por los hombros.— Me alegro de volver a verte.

Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora