Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]

Mr. Bad Guy

Peter lo despertó con su taza de Earl Grey, como cada mañana a las nueve en punto. Jim aún dormía a su lado.

—¿Algo más, Fred?

—No, querido.

Freddie buscó sus calzoncillos y se los puso rápidamente. Cerró la puerta tras de sí con delicadeza para no despertar a Jim.

Cuando entró en el dormitorio principal se sorprendió al encontrar la cama sin deshacer. Bajó a la cocina, donde Phoebe desayunaba mientras ojeaba el periódico.

—¿Y Leena?

—Ha dormido con Dominique en la habitación japonesa. Aún esta ahí que yo sepa. Ha llamado Roger hace un rato muy cabreado, así que Joe ha despertado a Dominique para llevarla a Surrey en coche.

—De acuerdo.

Freddie subió de dos en dos los escalones y abrió con cuidado la puerta de la habitación japonesa. Leena dormía en una de sus clásicas posturas imposibles.

Apartó las sábanas y se metió dentro de la cama con ella, abrazándola por la cintura.

—No, déjame dormiiiir.

Fred sonrió en silencio. La giró para ponerla boca arriba y se puso sobre ella. Aspiró el perfume que emanaba de entre sus pechos y sin pensárselo dos veces le lamió el pezón derecho. Leena protestó.

—¿Qué haces, Fred?

—Si a estas alturas tengo que explicártelo, encanto, tenemos un problema —murmuró, pasando al otro pezón. Utilizó su rodilla para abrir las piernas de Leena.

—Fred, no. ¿Y Jim?

—¿Qué pasa con Jim?

—¿Dónde está?

—Durmiendo —Fred interrumpió su deliciosa tarea y subió hasta quedar a la altura de su rostro—. Si quieres voy a buscarlo pero querida, es gay como una amapola. Además, ahora te quiero para mi solo.

—Ahora no, Fred. No me siento muy bien.

—¿Qué te pasa, la regla? ¿Mando a Phoebe a por chocolate?

—Resaca —rió ella.

—Conozco el mejor remedio para eso.

—Ya me conozco tus remedios milagrosos —Leena lo besó y se lo sacó de encima. Freddie se resignó a abrazarla—. Y ahora explícame tu noche con Jim.

—No hay nada que explicar. Reconozco que folla bien, pero ya te dije que paso de más aprovechados que solo me quieren porque soy famoso.

—No creo que este sea el caso.

—Claro que lo es. Hace dos años no sabía quién era yo, al parecer, y me dijo que no. Pero ayer, cuando ya supo quién era Freddie Mercury, corrió a bajarse los pantalones. Bah.

—Te rechazó porque tenía novio, Fred. Parece un buen hombre, ¿no?

—¿Y a ti qué más te da?— dijo él. La miró con suspicacia— ¿Estás tramando algo?

—No.

—Además —Freddie se desperezó, estirando todo el cuerpo—. Mañana nos vamos a Munich a terminar mi disco.

—Pfff, lo había olvidado.

Leena se tapó la cara con las manos y suspiró.

—¿Crees que lo terminarás antes del verano? No quiero estar en Munich para mi cumpleaños.

—Pues claro que lo acabaré antes del verano, querida, ¿o es que no sabes que soy un puto genio?

Ella agarró un cojín y le dio con él la cara.