Verano de 1981 - Montreux
The Game Tour parecía interminable: Europa, Japón, Sudamérica. Conciertos en Argentina de más de trescientas mil personas gritando enloquecidas por Queen. Leena jamás había visto nada como aquello.
Había leído sobre los conciertos en Río de Janeiro o Buenos Aires y había visto vídeos en Youtube de la multitud enajenada, pero vivirlo en directo era algo muy distinto.
Freddie había nacido para aquello. Dominaba a las masas con un solo golpe de puño contra su cadera, con una nota de voz, con una mirada de dios del rock. Y el público, claro, se volvía loco. Si se hubiera tirado sobre ellos, lo hubieran devorado.
La tranquilidad de viajar sin Paul Prenter se unió a la calma que reinaba en Freddie tras cada actuación. Cuando acababa el concierto, el Fred tranquilo y sosegado aparecía. Hizo honor a su pacto íntimo con Leena, y durante todos aquellos meses nadie pasó por la cama de Freddie. Y teniendo en cuenta la numerosa cantidad de hombres y mujeres que se le acercaban en busca de una noche loca con el cantante de Queen, mantenerse firme no le debía resultar fácil.
Pero él nunca se quejó. Cuando se proponía algo, lo hacía con todas las consecuencias y nadie podía pararlo.
Así que por primera vez en los casi siete años que llevaba a su lado, Leena no tuvo que preocuparse de nada. Aquella noche amnésica en Nueva York quedó aparcada en su mente, por su propia salud mental. Ya no podía hacer nada al respecto; lo más probable es que Freddie y sus partenaires follaran sin condón. Solo quedaba rezar para que no se hubiera infectado.
Pero Fred estaba sano, radiante y fabuloso. Su magnetismo sexual parecía haberse multiplicado con la llegada de los ochenta, así como su propia confianza en el escenario. Estuvo semanas atenta al mínimo síntoma que indicara que Freddie tuviese fiebres, vómitos o dolor muscular, entre otros síntomas. Le palpaba disimuladamente los ganglios de la garganta, camuflando la exploración con caricias. Pero más allá del cansancio propio de la gira y algunos episodios problemáticos con su voz, Freddie no parecía enfermo.
Durante los meses que siguieron, Leena disfrutó de la música maravillosa que Queen tocaba cada noche y del Freddie apacible que parecía feliz con planes tan sencillos como salir a cenar o pasear por una ciudad distinta cada noche. El añadido de tener a Peter como ayudante personal encargándose de todo era la guinda del pastel.
Leena intuía que aquello no duraría siempre, y que tarde o temprano Freddie volvería a las andadas. Pero mientras, iba a disfrutarlo.
+++
Volver a Montreux en verano fue la mejor manera de descansar de los más de setenta conciertos que llevaban todos a sus espaldas. Y aún quedaba Venezuela, México y Canadá.
Queen habían comprado los Mountain Studios hacía algo más de un año, así que siempre que querían podían viajar a Suiza para componer, grabar o simplemente improvisar.
Las discusiones sobre el nuevo disco no tardaron en llegar. Freddie estaba como loco por sonar diferente a lo de siempre e introducir más sintetizadores y cajas de ritmos.
En toda Europa empezaba el reinado del techno-pop, y a Fred le encantaba la energía de grupos como Ultravox u OMD. Quería ese sonido para Queen, pero el resto del grupo no estaba de acuerdo.
—¿Desde cuándo hacemos disco nosotros?
—No es música disco, es solo algo diferente, Brian. ¿Podemos al menos intentar algo antes de que ese nido que llevas en la cabeza se llene de canas, querido?
—No voy a dejar de tocar la batería y usar una caja de ritmos.
—Nadie te ha dicho que dejes de tocar la batería, Roger.

ESTÁS LEYENDO
Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]
Fanfic-Tienes que salvar a Freddie Mercury.- dijo Brian May. -¿Perdón? Y así fue como todo empezó. AVISO PARA NAVEGANTES: No es un fanfic soft. Habrá sexo gráfico, escenas de drogas, palabrotas y demás. Al final y al cabo, reflejar la vida de Freddie sin...