Septiembre de 1988
Intentaron disuadir a Joe, pero no hubo manera de convencerlo para que se quedara en Londres.
—Puede que sea la última vez que vea a Freddie cantar —argumentó. Y nadie se atrevió a decirle que posiblemente era verdad.
Freddie se cuidó mucho de enseñarle el setlist de la gira, a pesar de sus súplicas. Con lo cual, dedujo Leena, algo tramaba. Pero sí pudo disfrutar de todos y cada uno de los preparativos previos a salir de gira. Los espectaculares juegos de luces, el diseño del escenario y el retorno de la chaqueta militar amarilla. Freddie la adoraba. Pero él adoraba cualquier prenda amarilla.
La vuelta a los cómodos pantalones de deporte, ajustados a la cintura. Las camisetas estrafalarias con las mangas recortadas. Freddie había añadido algunas camisas oscuras sin mangas para combinarlas con tejanos, como había llevado en el vídeo de Princes of The Universe. Y las Adidas Hércules, blancas y relucientes, que llevaban esperando a ser usadas de nuevo desde hacía dos años.
—¿Barba? ¿O me afeito?
—Barba, por favor —le pidió Leena. Freddie accedió con una risita.
—¿Pelo largo?
—¿En serio? —se ilusionó ella de inmediato.
—No, en serio, no. Pero ha sido genial verte la cara.
—Capullo de mierda.
Y al fin, el bramido acelerado de 10.000 almas en el National Forest, en Bruselas.
Y Freddie con su chaqueta amarilla y una camiseta blanca con el logo de Batman, moviendo los hombros para calentar el cuerpo, con su té con miel y limón en la mano.
Y Breakthru sonando como intro, erizando la piel de Leena al escuchar por primera vez aquella canción en directo.
—¿Cómo estoy, encanto?
—Espectacular.
Freddie sonrió y la apretó para robarle un rápido y nervioso beso. Luego, corrió hacia el escenario, donde miles de fans esperaban el primer concierto del Miracle Tour.
Leena había creído que su primer concierto de Queen, en Manchester a finales de octubre del 74, había sido el más emocionante de su vida. Recordaba perfectamente la sensación, con la sangre en las venas palpitando bajo su piel. La visión de Freddie con su traje blanco de satén y el largo pelo negro flotando, mientras su voz se expandía como magia hasta el último rincón de aquella sala.
Recordaba la vibración del Live Aid, con Queen haciendo historia en tan solo veinte minutos apoteósicos, en un Wembley repleto de gente hasta los topes que parecían hacer temblar la tierra.
Pero el primer concierto del Miracle Tour, pensó Leena, era la prueba real y tangible de lo que había conseguido. Tras lágrimas, enfados, angustia y sacrificios. Pero ahí estaban.
Breakthru sonaba maravillosa en directo, casi irreal, mientras Freddie recorría el escenario con su energía de siempre y su medio pie de micro.
Siguieron Tie Your Mother Down, A Kind of Magic, Keep Yourself Alive y la sobrecogedora Somebody to Love. Freddie, al piano, cantaba con los ojos cerrados. Al terminar, se quitó la chaqueta amarilla y fue en un rápido momento a dejarla donde estaba ella, a un lado del escenario.
—¿Preparada? —le dijo, bebiendo fugazmente de un vaso con agua.
—¿Preparada para qué?
Freddie se limitó a sonreír y se volvió a sentar en el piano, sin sacarle los ojos de encima. Los primeros acordes de Killer Queen sonaron en todo el estadio. Le guiñó el ojo antes de empezar a cantar.
She keeps her Moet et Chandon
In her pretty cabinet
"Let them eat cake", she says
Just like Marie AntoinetteA Freddie se le dibujaba un gesto risueño imborrable mientras cantaba, sin poder evitarlo. Incluso con los ojos cerrados, su boca dibujaba una sonrisa que ascendía hasta el cielo.
Killer Queen sonó entera y al completo por primera vez en muchos años en un concierto de Queen.
A Leena se le escaparon un par de lágrimas rebeldes, sin que tuviera posibilidad alguna de controlarlas. Si se podía llorar de felicidad, lo acababa de descubrir.
+++
El cuarenta y dos cumpleaños de Freddie coincidió con el concierto en París. Esta vez organizó, con ayuda de Miami Beach y Phoebe, una exclusiva cena en un lujoso restaurante cerca de Notre Dame, al que asistieron todo el equipo de gira y varios de sus amigos londinenses y americanos. Comparado con sus otros cumpleaños, fue una fiesta relativamente sencilla y tranquila. La noche terminó con Freddie y el productor Mack jugando al Scrabble en la suite del hotel mientras y Leena y Joe veían videoclips en la MTV y comían golosinas.
Freddie no sentía el viejo impulso de salir cada noche en busca de uno, dos o tres amantes distintos. Lo cierto es que prefería quedarse bebiendo y charlando con un círculo muy reducido de gente, en los que realmente confiaba. Los años lo habían curtido y lo habían convertido en alguien mucho más cerrado. Si bien siempre había protegido su intimidad celosamente, ahora se negaba a conocer a gente nueva.
Si después de alguno de los conciertos del Miracle Tour notaba la vieja tentación de acostarse con un desconocido se limitaba a dejarse caer por alguna sauna gay, hacer lo que tuviera que hacer y volver al hotel antes de que saliera el sol.
La plaga mortal que había llevado a la muerte a amigos y conocidos no le era indiferente, y menos ahora que iba viendo el lento pero imparable deterioro de Joe. La posibilidad de enfermar quizá le daba igual cuando tenía treinta y pocos años y podía follar con hasta seis hombres distintos cada noche, pero en aquel punto de su vida tenía otras preferencias y prioridades.
Su particular forma de vivir y explotar su sexualidad le había convencido hacía tiempo de que él jamás podría tener su propia familia. Con los años, había aprendido que habían diferentes maneras de formar una familia. Y la que tenía dentro de los cerrados muros de Garden Lodge lo era.
—Estás muy serio. ¿Tramas algo? —le preguntó Leena.
Volaban rumbo a Barcelona, para participar junto a Montsy en el festival de La Nit. Habían organizado la gira con Miami Beach de forma que el concierto de Queen en Barcelona le permitiera compaginar su compromiso con Montserrat. El viernes actuaría con Queen en el Mini Estadi y el sábado se pondría su esmoquin y cantaría de la mano de Montsy en el centro de Barcelona. El domingo le había prometido a Leena dedicarle el día entero para disfrutar de la ciudad mediterránea que ella cada día adoraba más.
—No tramo nada. Solo pensaba en el fin de semana que se nos viene encima.
—No está mal, ¿eh?
—Nada mal, encanto. Va a ser muy divertido.
Freddie la besó en la frente, acariciándole la puntiaguda nariz. Leena se apoyó en su hombro, mirando por la ventana del avión las aguas del mar Mediterráneo.
Estaba deseando subirse a un escenario con Montserrat Caballé, aunque se muriera de nervios por el simple hecho de pensar en compartir aquel momento con una diva de la ópera.
Pero después de ello, definitivamente podría decir que lo había conseguido todo.
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Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]
Hayran Kurgu-Tienes que salvar a Freddie Mercury.- dijo Brian May. -¿Perdón? Y así fue como todo empezó. AVISO PARA NAVEGANTES: No es un fanfic soft. Habrá sexo gráfico, escenas de drogas, palabrotas y demás. Al final y al cabo, reflejar la vida de Freddie sin...