CAPÍTULO 47: THE QUEEN

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( No la odien, este es un capítulo transitorio  no muy emocionante)

La escena vista por una mirada ajena era la de una chica que oraba por la vida de su único  familiar. Arrodillada con la cabeza baja Qing fingía rezar mientras  se deshacía de las agujas dejándolas caer entre las flores del arreglo bajo la cruz. Ya solo tenia que esperar a que Wen Zhu Liu volviera y pusiera contra su garganta un cuchillo para hacer fluir la sangre sin detenerse a pedir una explicación por lo acontecido, pero de tener la posibilidad de extender ese plazo lo haría. No estaba muy abrumada, la muerte llegaría por ella eventualmente ese día. La idea la hizo sonreír, de nuevo fue una sonrisa que nadie  notó, había estado sola por mucho tiempo, más del que quisiera contar, los días ya eran semanas.

Wen Qing jamás en su vida oró a ningún dios, en su mundo los dioses no existían, ni los benévolos y sabios, ni los severos o crueles, en su mundo los cambios, los acontecimientos, las tragedias obedecían siempre al capricho de los hombres, la mayoría de ellos de nombre Wen. Por otro lado nunca entendió a la gente que encontraba consuelo en la idea de un dios, de que mucho de lo que ocurría tenía un motivo mucho más grande y por encima de su entendimiento, aún así los envidiaba, porque su vida parecía menos vacía 

Entró a ese lugar sin pensarlo, bajó la sensación de familiaridad que le terminó recordando a la madre de Wen Ning. Ella era de ese tipo de personas, aunque al final ni sus oraciones y súplicas fueron lo que mantuvieron a su hijo a salvo. Ella suplicó para que su hijo no le fuera arrebatado y durante el proceso ella perdió la vida  a manos de Zhu Liu. Rezar no mantivo a Wen Ning vivo, sino la propia mano de Wen Qing con un bisturí. Ella no recordaba muy bien la escena, salvo  por el pequeño rostro de su hermano lleno de lágrimas recién despertado. Qing se limpió la sangre en su ropa antes de extender  los brazos para tomar al pequeño envoltorio  con mucho cuidado. Cruzó la habitación  mientras el hombre se sangraba y la sangre ya fría de la madre le moja  los pies desnudos todo para alcanzar el biberón  y hacer dormir de nuevo a Wen Ning. 

La magnitud de esa acción no le importó,  para ella el fin siempre había justificado los medios, pero eventualmente con los años el peso de las acciones era más difícil de soportar, se sentía tan cansada y sola. Levantó la vista  a la sencilla cruz de madera, sin  moverse sus dedos fríos  sintieron un ligero cosquilleo, cerró los ojos recordando el tibio tacto de la mano de Wei Wu Xian  entre la suya. Sus manos eran delgadas y ásperas llenas de cicatrices pero de gentil trato, en definitiva no parecían las manos de un asesino, no iba a admitirlo nunca en voz alta pero lo extrañaba.

Evocó esa última vez que sostuvo su mano, la noche era cálida, en el aire se percibía el aroma de  la lavanda y el eucalipto por encima del resto de las flores, las velas y pequeñas luces iluminaban la  noche  dando la sensación de estar en un hermoso sueño. Los últimos invitados estaban siendo despedidos, al estar  al fin sola tomó una botella de champagne  aún intacta y busco con la mirada a su esposo. Al otro lado del jardín estaba él hablando de todo y nada con desconocidos. Wei Wu Xian sonreía todavía, lo hacía con tal facilidad que la hizo sentir irritada, sus mejillas en cambio dolían, se forzó todo el día para sonreír y posar para las cámaras en cada rincon de la casa.  Los hombres con los que habla el joven novio notaran la mirada de la novia brevemente sobre ellos y terminaron por enviar al Wei Wu Xian de vuelta con ella. 

—¿Nos escapamos?—Preguntó él tomando la botella de la mano de ella.

—Todos se están yendo y Wen Rouhan está ocupado con un embajador, ya fueron suficientes fotos.

Wei Ying miro la hora en su reloj, sus labios se apretaron en una línea, suspiro y tomó la mano de su esposa y ella un par de copas.

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