CAPÍTULO 22: NIÑO DE HIELO

748 95 10
                                    

Metió la mano en la caja, el álbum era suyo, lo recordaba, años atrás lo miraba cada noche, mientras la mujer a su lado dormía profundamente. ¿Cómo había llegado todo a esa casa? Sacó todo el contenido de la caja, el viejo cuaderno con recetas de cocina, algunos libros sobre maternidad y crianza de niños y las notas de periódico. Todo era suyo, él había recortado las noticias, al principio estaba emocionado de que se le mencionara. La recetas se las había dictado la abuela, en un caótico intento por enseñarle a cocinar para que sus bisnietos probaran su comida un día. Leyó tantos sobre niños pero jamás estuvo listo para convertirse en padre, su primer hijo era tan pequeño y delicado que la idea de poder lastimarlo lo aterraba y paradójicamente nunca fue tan feliz como cuando lo sostuvo en sus brazos. Con el segundo pensó que todo sería más sencillo, sin embargo no fue así y la idea de verlo crecer quedó descartada muy pronto. Lo único que no le pertenecía era el periódico en el que se anunciaba su muerte, ni siquiera se molestó en leer lo que decía la nota. Seguramente Lan Zhan había puesto ahí el periódico.

El médico entró en la habitación alrededor de las doce de la mañana tan puntual como siempre en las comidas con un plato con fresas. Lan Zhan no lo presionó después de todo las cosas en esa caja eran suyas. Luego de que su hermano se marchó el tema no se tocó por algunos días, todo continuó en absoluta tranquilidad hasta esa mañana en Wei Ying que no acudió a su empleo temporal en el consultorio cuando fue a buscarlo estaba sumergido en los libros sonriendo con sus propias anotaciones.

Apenas cruzó la puerta Wei Ying sonrió para él, se estaba volviendo habitual para él encontrarse con esa sonrisa apenas lo mirada, no lo había notado, pero cada vez que él entraba a la habitación Wei Ying sonreía, era probable que ni siquiera fuera consciente de lo hacía. ¿Cómo puedo alguna vez encontrar esa sonrisa fastidiosa? Puso un trozo de fruta en la boca de Wei Ying antes de sentarse sobre el escritorio para escucharlo hablar de cualquier cosa por una hora, antes de volver al consultorio.

—Cocinamos una de estas—preguntó Wei Ying señalando el cuaderno, Lan Zhan dio una rápida mirada al cuaderno dejando el plato sobre el escritorio. No lucían complicadas.

—Elige una...—respondió iba a decir algo más pero Wei Ying intentó sentarse sobre su piernas, así que tuvo que ayudarlo a subir.

—Lan Zhan ¿Cómo conseguiste todo esto?

—Fui a tu casa ...

Tomó todo lo que encontró, antes de que alguien más se lo llevara. Luego de su muerte el clima pasó a ser simplemente frío, no volvió a llover a pesar de que el cielo permaneció gris. La sola idea de que él ya no estaba, era un pensamiento irreal, algo dentro de él esperaba volverse a encontrar con Wei Ying. Probablemente era que habían pasado tanto tiempo separados que no terminaba de sentir su ausencia.

Aun y con los documentos estaban listos para hacer el traslado del cuerpo, estando solo por horas frente al ataúd mirando un perfil pálido no terminaba de reconocerlo, finalmente cerraron la tapa para llevárselo.

Miró su teléfono celular todas las llamadas eran de su hermano, ni siquiera toleraba mirarlo, era como si todo el mundo lo hubiera traicionado. Dio una mirada a la maleta, su avión saldría en breve pero antes había que hacer una parada en la estación de policía para saber que se haría con el resto de los cuerpos. Sin embargo condujo de nuevo a la casa en la que Wei Ying había estado viviendo con su familia.

La casa era pequeña y sencilla de un piso con dos dormitorios, bastante alejada de otras casas. Pero de esa acogedora casa no quedó nada, todo estaba en escombros a causa del tiroteo. Cruzó la puerta haciendo a un lado la cinta policíaca. Los escombros crujieron bajos sus zapatos. Los dibujos, los juguetes, los muebles todo estaba destrozado o lleno de sangre.

STAY BY MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora