CAPÍTULO 96: EL HOMBRE QUE DESEA MORIR.

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“El cateo es mañana a primera hora del día"

Eso decía el mensaje en la pantalla del teléfono que Wei Ying sostenía, no lo miro por mucho tiempo y tampoco pensó detenidamente en el pedido de HuaiSang, aunque tenía sentido. Se olvidó por completo de Song Lan y su negativa por cooperar.

El no cooperar era lo mismo que retornar al paso uno y estar con las manos vacías. Sin embargo Wei Ying no parecía abrumado, por el contrario estaba sumamente tranquilo,  confiaba que Song Lan terminaría por aceptar la propuesta.

¿Cuál era el siguiente paso? Pensó Lan Zhan, miró de reojo a Wei Ying  mirando por la ventana tentado a pedirle bajar los pies del tablero del auto mirando el teléfono celular. De pronto  este saltó de su sitio emocionado como si hubiera recordado algo importante.

—¡Lan Zhan! ¡Tengamos una cita hoy!

—¿Hoy?

—¡Si!

Wen Ning sonrió en el asiento trasero, su maestro había puedo al médico en un claro aprieto, incluso si su rostro se mantenía imperturbable, era claro que no lo esperaba, sin duda su maestro  era impredecible. Los ojos dorados se dirigieron brevemente al teléfono celular y volvieron al camino. Aunque la realidad era que Wei Ying no quería una cita, sino visitar una de las principales zonas rojas de Shanghai, Fengzhuang, específicamente, donde se suponía Xuan Yu estuvo y trabajando, dónde estaba él dichoso departamento  al que estaban por hacerle un cateo.

Fengzhuang era un punto ciego en la aplicabilidad de la ley, en el centro de Jiande Garden, aunque fue muy popular por sus servicios de unos años a la fecha se distinguía por sus beneficios económicos, no había calidad ni seguridad  en ellos, pero era tan baratos y tan fáciles de acceder a ellos que eran popular entre locales y turistas además no era frecuente  encontrar prostitutos masculinos.

Al volver a la casa de seguridad Wei Ying corrió a su habitación para tomar una mochila y una sudadera, antes de salir corriendo de nuevo al patio. Wen Ning y Lan Zhan miraban el teléfono juntos

—Este es muy popular… bueno hay muchos turistas…—Murmuró Wen Ning—es lindo para una cita

—¡Listo! ¿Qué hacen?

—¡Nada!—Saltó Wen Ning y Lan Zhan guardó inmediatamente el teléfono en su bolsillo.

—¿Tomamos las motos?—propuso Lan Zhan arrojando la llave—Tendrás que seguirme

La ciudad había cambiado, luego de 15 años no era como Wei Ying la recordaba, aunque tampoco la conoció a profundidad durante su estancia en ella se limitó a su departamento y uno que otro paseo por el puerto cuando era de noche, no se dió a la tarea de explorar la ciudad, ni siquiera  le interesó. Por el contrario ahora estaba fascinado por todo, las calles, los edificios, los enormes rascacielos, hasta por la gente, al punto en que casi pierde de vista a Lan Zhan un par de veces entre las calles.

Wei Ying detuvo la moto, se quitó el casco, miró a todos lados extrañado, esperó un lugar discreto e íntimo, pero estaba lleno de gente. Dirigió sus ojos a Lan Zhan que le sonrió apenas, antes de aproximarse. Desde Febrero Wei pocas veces salió, dadas las circunstancias salir sin ninguna preocupación a un sitio tan público estaba descartado, vivía ocultándose, cubriéndose el rostro para no llamar la atención. Cómo en el pasado no tenía la libertad de salir y ser una persona común. Lan Zhan le puso los lentes oscuros y le acomodó el cabello suelto detrás de la oreja.

—Hoy seremos turistas—dijo tomando su mano, enlazando sus manos, Wei Ying se resistió un poco a ir tomado de la mano—Aquí no hay problema, en realidad—le aseguro.

Wei Ying miró de nuevo alrededor de nuevo, pareció familiar, pero no parecía  seguir estando en Shanghai, el paisaje era distinto, los edificios era de un estilo occidental colonial,  art deco específicamente, fachadas adosadas con ladrillos,  aceras con  grandes y frondosos árboles que cambiaban el aspecto del paisaje. Los transeúntes eran en su mayoría extranjeros, turistas o  habitantes de vecindario no importaba nadie dirigió una sola mirada a los dos hombres tomados de la manos, la sonrisa iluminó el rostro de Wei Ying como  no había ocurrido en una temporada, de pronto tuvo apetito y el ánimo suficiente de ir a curiosear.

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