CAPÍTULO 67 : SIN CORAZÓN

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P R E S E N T E

We Ying se detuvo en la oficina junto en la puerta  estaba abierta un poco, la luz proveniente la  de la habitación delataba que su dueño estaba dentro, luego percibió el aroma del tabaco, se asomo por la abertura, Jiang Wan Ying estaba  a ahí fumando con  la vista perdida y un puñado de hojas en su otra mano, sentado en un vieja silla acojinada.

—Pasa y déjalos en el dulcero—ordenó Jiang Cheng haciendo saltar a su hermano.

Wei Ying entró y se limitó a obedecer. El frasco  era el mismo del que él y  Jiang Cheng robaban dulces a los seis años.

—Buenas noches señor Jiang—se despidió intentando sonar como Xuan Yu, una voz suave y ligeramente tímida.

—No te vayas, fuma conmigo, sé obediente tu novio puede esperar…

—¿Yo fumo?

—Si...

Wei Ying miró el frasco de sonrisa del emperador junto a la cajetilla de cigarrillos y el vaso con el licor a  la mitad sobre la pequeña mesa a un lado de su hermano. Tomó un cigarro el encendedor  y se sentó en la alfombra a un lado de la silla de su hermano. Encendió torpemente el cigarro, con la primera bocanada se ahogó un poco provocando la risa burlona de Jang Cheng. El desagradable sabor hizo que Wei Ying se ahogara, no entendía cómo le había gustado algo así, incluso el olor le resultó más desagradable que antes.

—Sabe horrible como pude hacerlo—murmuró

Jiang Cheng dejó las hojas sobre su regazo y movió la mano contra la mejilla de Wei Ying.

—Si eres  parecido a él—suspiro mirando brevemente al jovencito, dejó caer su mano sin fuerza y apartó la vista. Wei Ying se estremeció—Pero… ya no se siente que seas ninguno de los dos…

Wei Ying percibió el aliento alcohólico de Jiang Cheng. Volcó su vista alrededor,  había varias botellas vacías tiradas en el escritorio, estaba totalmente ebrio.

—¿Parecido a quién?—pregunto

—Mi hermano… estúpido A-Xian…—sollozo, luego arrojo las hojas al bailarín—Son para tu novio, ni siquiera las merece… todo es su culpa si él no..

Wei Ying reconoció su letra en la carta, pero en ese momento  fue lo menos importante, su hermano lloraba, las lágrimas se deslizaban por el anguloso y apuesto rostros sin pausa. Jiang Ceng apagó el cigarro en el cenicero de intrincado diseño de cristal, luego tomó la botella y bebió de ella como si fuera agua hasta que estuvo vacía, para quedarse mirando a la nada  en silencio.

—No es su culpa—se atrevió a replicar Wei Ying por impulso para defender a Lan Zhan.

—Si lo es, mi hermano lo amaba y se sacrificó por él y ni siquiera…

—Si, lo correspondió, sí lo amo… lo que ocurrió no es culpa de nadie,  Wei Wu Xian eligió y

Jiang Cheng lo fulminó con la mirada y luego se suavizó al punto de parecer inofensivo. Jiang Cheng no estaba viendo a Mo Xuan Yu sino a su hermano mayor. Ya no sabía si lo odiaba tanto como decía o lo extrañaba mucho más, tanto años solo, tantas cosas que se quedaron sin vivir. La vida continuó su marcha sin darle  tregua, la soledad se había tornado abrumadora con el correr de los años. Durante los últimos meses leyó una y otra vez las últimas palabras de Wei Wu xian. Al principio pensó que luego de leer la primera línea rompería las hojas, pero  en lugar de eso su resentimiento se tornó opaco y la culpa  que enterró por trece años comenzó a resurgir, sus errores eran más claros,  movido por el resentimiento  hirió y dejó ir oportunidades que pudieron haber tornado las cosas diferentes. Además el hombre de la carta no era como el de sus recuerdos,  el despiadado que en su imprudencia y ambición le arrebató todo.

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