CAPÍTULO 38: EFIMERO

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El pequeño conejo Xian, necesito algunos días de descanso, un par de antibióticos y tranquilidad. La última parte de la era un problema, el pequeño era un desastre, corría por toda la habitación cuando alguien entraba, dormía en los zapatos de Lan WangJi por porque había destrozado su caja y detestaba la jaula para conejos. Además tenía una seria fijación por seguir al conejo blanco que simplemente no lo toleraba y se mostraba seriamente territorial y agresivo. Por otra parte, la pelea de Lan Sizhui y Lan Jingyi no fue un incidente que las autoridades escolares dejaron pasar. La escuela tuvo que llamar a los padres de todos los implicados, a primera hora del viernes.

Wei Wu Xian estaba molesto apenas escuchó la noticia, al punto en que se levantó temprano para ir también a la escuela. Esa mañana Wei Ying sorprendió a todos los Lan, estaba vestido y peinado. Los dos niños se quedaron sin habla, de poder abrir la boca lo hubieran hecho pero estaba masticando.

—¿Hay café?—preguntó Wei Ying, sintiéndose extraño por la manera en la que era mirado.

Sizhui se levantó rápidamente a llenar una taza, Jingyi pasó el bocado y pronunció las palabras que su padre tenía en la punta de la lengua.

—¿Se siente bien? ¿Una pesadilla?

—Estoy bien... —se miraron unos a otros hasta que Wei Ying protesto —¿Tan raro es que me levante temprano? Nadie conteste

Era sumamente extraño, si no era por una pesadilla podía dormir hasta las 10 o 9 de la mañana, si tenía un mal sueño se presentaba en ropa interior y una playera de Lan WangJi a tomar algo, luego volvía a la cama. Se sentó en la mesa y bostezo antes de darle un sorbo a la taza, todo su cuerpo deseaba volver a la cama. Lan Zhan le despejó el cabello de la frente y lo beso, los niños sonrieron disimuladamente al ver el rubor de Wei Ying en sus mejillas.

—Regresa a la cama—susurro Lan Zhan.

—No... yo iré, quiero ir.

Wei Ying sentía que debía ir, no podía permitir que fueran castigados de la misma manera que el resto de los niños solo por proteger a una criaturita tan pequeña. Lan Zhan lo miró a los ojos, la determinación en el resplandeció como en antaño, definitivamente no iba a poder convencerlo de lo contrario.

La escuela a la que los niños asistían era grande y de edificios muy sencillos pero para Wei Ying nada tenía que ver con las escuelas a las que él o Lan Zhan habían asistido pues en resumidas cuentas era una escuela pública y mixta que abarcaba varios niveles educativos. Wei Ying ya sabía que la situación financiera de Lan Zhan no era tan buena comparada al resto de la familia Lan. Llevaban una vida sencilla bastante cómoda pero una escuela privada para los niños estaba fuera de las posibilidades. En tanto para Lan Zhan ser citado por asuntos escolares, ya no le preocupaba, conocía perfectamente a sus niños.

Al llegar no hizo ningún comentario sobre la presencia de Wei Ying aunque la directora pareció curiosa, lo que era obvio, un joven con cabello largo, atado sobresaliendo de una gorra deportiva, facciones delicadas y cálidos ojos grises, era como si hubieran sacado al muchacho de una revista. Pero como siempre la inexpresiva cara del padre de familia le resultó como siempre ligeramente intimidante para hacer preguntas más allá de lo necesario.

La mujer los llevó a un aula, eran por supuesto los primeros en llegar a la cita. Wei Ying se sentó en la mesa del pupitre con las mano en la chaqueta, estaba nervioso, le recordó cuando lo regañaba. Miró a Jingyi, distraído en el pizarrón dibujando, sintió el impulso de ir con él pero se encontró con la mirada de advertencia de Lan Zhan, para que se comportara, era expresión que conocía de sobra.

—Jingyi, siéntate—pidió.

—¡Si!

El niño corrió al asiento al lado de hermano mayor frente a la silla donde estaba su padre, Wei Ying hizo lo mismo y se sentó correctamente, al lado de su novio. Enseguida la puerta se abrió, el resto de los citados llegaron tres jóvenes de unos 14 o 15 años más altos que Sizhui pero estaban golpeados de la cara, dos mujeres un hombre, una niña y la directora del colegio. Las dos mujeres le recordaron a Wei Ying la expresión de Madame Jiang, sintió una vaga y ligera compasión por los niños, en cambio el hombre parecía desesperado por salir del sitio cuanto antes.

STAY BY MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora