CAPÍTULO 76: QUING MING

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UN AÑO ATRÁS
Cuatro de abril

El Festival de Qingming a menudo se conoce como el día de barrido de tumbas, pero además de limpiar las tumbas de los antepasados ​​y hacer ofrendas a los muertos, la gente también realiza salidas para disfrutar de la naturaleza, volar cometas y comer alimentos especiales durante este tiempo.

El Qingming se remonta al 636 a. C. cuando Wen Jin declaró un período de tres días sin fuego para llorar a su leal sirviente Jie Zitui, a quien mató accidentalmente. La historia cuenta que Jie Zitui era un fiel seguidor del Wen Jin al punto en que cuando su amo pasó por tiempos difíciles, el sirviente cortó un poco de carne de su propio muslo y la cocinó para que su amo no muriera de hambre. Cuando Wen llegó al poder, envió a buscar a Jie Zitui, quien vivía una vida solitaria como un hombre pobre en el bosque en la provincia de Shanxi. Jie Zitui no estaba interesado en ocupar un lugar en el gobierno, así que ignoró la oferta. Para obligar a Jie Zitui a responder, Wen decidió prender un incendio forestal para ahuyentarlo. Desafortunadamente Jie Zitui murio en el incendio. Sintiéndose arrepentido Wen decretó que el uso del fuego estaría prohibido durante varios días para conmemorar su sacrificio.

Posteriormente el evento se conoció como el Festival Hanshi, el Festival de Comida Fría o el Festival de Prohibición del Humo. Más tarde el emperador Xuanzong de Tang, fue quien declaró una festividad formal para que los chinos respetaran a sus antepasados .

Cada año Mo Xuan Yu regresaba a la casa Jiang para volar cometas con Jin Ling comer dulces y limpiar las tumbas de la que hubiera sido también su familia.No importaba si estaba en Nueva York o en París el joven siempre regresaba pero ese año fue el único en él que no pudo volar cometas. Jin Ling estaba castigado y con una fractura en el brazo por lanzarse de las escaleras con la patineta, asi que fue dejado en casa de los Jin al cuidado de su tía Qin Su mientras Jiang Cheng estaba en un viaje de negocios. Mo Xuan Yu prometió visitar al niño el día 6 de abril antes de volver a irse a Nueva York para terminar la temporada de Romeo y Julieta.

Sin embargo no fue una visita como la de años anteriores tenía otro propósito que el solo limpiar tumbas y entregar las ofrendas. Al llegar a la casa los trabajadores estaban listos esperando por el joven bailarín para ir al cementerio de la familia. Recibió el cambio del taxista con una sonrisa a medias al ver el reflejo de la reja de la propiedad en el cristal, se sintió nervioso de inmediato, no solo eran nervios también una mezcla de miedo.

La reja se abrió automáticamente para él, se acomodó la mochila que le pertenecía a Nie Qionglin donde llevaba solo unos cambios de ropa. El portero acudió para tomar las bolsas con los regalos dejando pasar por alto la forma en la que vestía.

-Muchas gracias -se apresuró a decir el chico estirándose en un acto reflejo, la camiseta corta que mostró su ombligo. Casi al mismo tiempo una de las cocineras se le echó a los brazos.

-¡Niño! ¡mírate tan guapo y famoso!

-No soy famoso tía-dijo avergonzado correspondiendo al abrazo

-Pero estas en internet y en las noticias, mi nieta me mostró

Mo Xuan Yu solo era el suplente de Romeo en la obra, pero cuando el protagonista se lastimó el cuello los medios de comunicación armaron todo un alboroto, los medios Chinos pusieron su rostro en cada canal. No fue cómodo, le gustaba la atención pero en ese momento en su vida lo último que necesitaba era que descubrieran su matrimonio con un hombre que le doblaba la edad con el trabajo que le costó ser discreto. Xuan Yu miró en dirección a la jovencita cargada de flores recién cortadas de los jardines que tenía escrita una disculpa en el rostro color escarlata. Después del abrazo la mujer lo miró de nuevo, Mo Xuan Yu ya no era el jovencito que tuvo una vez a su cargo, era alto, no como el señor Jiang, pero tenía un cuerpo atlético y fuerte y definido, el de un bailarín profesional, las ojeras y el tono pálido eran cosa del pasado, lo único que no había cambiado era su cabello largo atado con un listón rojo, varios mechones rebeldes caían sobre su hermoso rostro que le recordaba un poco a otro niño.

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