CAPÍTULO 9: SIN SALIDA

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Wen Rouhan era arrogante al punto en que nunca llevaba un arma encima por seguridad propia, sin embargo tenía motivos de sobra para sentirse tan confiado, realmente no existía persona capaz de levantar una mano contra él. Por otro lado sus hijos eran un caso diferente, solo el menor era arrogante y estúpido al punto en que tuvo que poner a su mejor hombre para cuidarlo en cambio

Sabía que llegaría el día en que tendría que elegir entre uno de sus hijos, todos daban por sentado que la elección estaba hecha, pero no era de ese modo, Chao era un idiota sí pero Xu por alguna patética razón todavía no le había puesto una bala entre las cejas a su hermano lo único que le indicaba era que no estaba listo para hacer lo necesario sin importar lo que fuera.

Él había sido claro quería a Qingheng Jun, ya sabía que Xu lo haría perfectamente y Chao lo estropeara todo, un par de inutiles los que tenía por hijos. Sin embargo las noticias no eran lo que esperaba.

En un dia normal estaría en alguna oficina evaluando proyectos en los que pudiera invertir, yendo a reuniones con funcionarios públicos, su vida era realmente tranquila, aquel día no fue diferente a pesar de que fue informado que sus hijos intentarían capturar a Qingheng.

Le había tomado mucho tiempo a Xu elaborar el plan, llevarlo a cabo tomó cerca de un año, introducir gente, manipular la situación al grado de que estuviera en la posición adecuada para dispararle sin poner en peligro la vida de Qingheng hasta darse el lujo de elegir el restaurante. Rouhan tenía conocimiento de ello, tanta dedicación y paciencia eran admirables pero le parecía una pérdida de tiempo si no iba a mantener a Chao lejos, aun así no dijo nada ya aprendería de su error.

Cuando escucho sobre lo ocurrido a Qingheng fingió sentir pena por hombre tan respetable, aunque la realidad era que no podía esperar a volver a la casa principal, quería saber cuánto gozaría de la presencia de Qingheng en su casa, cuánto tiempo le tomaría pedir clemencia

Sin embargo recibió una completa desilusión al ver el estado del hombre. Se movió por la casa con el aire de un niño la mañana de navidad. Echo a un lado a quienes vigilaban la puerta y fue una completa desilusión. Esperaba ver a un hombre forcejeando en la silla buscando por liberarse, gritando que los iba a matar a todos. Realmente disfrutaba de escuchar gritar a su víctimas, como si fuera capaz atesorar todas las palabras de desesperación, por ello los ataban de pies y manos les vendaba los ojos pero nunca los silenciaban

Frente a él se encontraba la triste figura del hombre que recordaba, en medio del silencio solo se escuchaba su descompuesta respiración del hombre inconsciente atado a la silla cuyos vendajes se teñían lentamente de rojo.

Apretó los dientes, parecía una mala broma, sin embargo no levantó la voz, camino de vuelta a los guardias pidiendo la presencia de Xu, luego volvió a la mesa pasó los dedos por cada unos de los instrumentos, había pinzas, escalpelos, tijeras, hasta una sierra quirúrgica.

Mirando todo sonrió pensando "Que refinado se había vuelto todo" su padre Wen Mao usaba todo lo que encontraba sin molestarse en limpiar el instrumental o los rastro de evidencia, ahora tenía quien limpiara por él.

—Ya estoy aquí— exclamó Wen Xu se acercó a su padre con suma tranquilidad, sosteniendo un hierro en la mano; se colocó frente a él sin mirarlo directamente pero sin agachar la cabeza como ocurría comúnmente con toda la gente en ese lugar.

No habían tenido que llamarlo apenas se enteró que su padre había llegado se dio prisa para ir a su encuentro.

—¿Que significa esto?—preguntó Wen Rouhan mirando por encima de hombro de se su hijo al hombre en la silla. Wen Xu miró de reojo

—Perdió mucha sangre en el camino—Dijo brevemente antes de ser golpeado en la mejilla, sonrió y recibió otra cachetada, tenía un lijero sabor a sangre en la boca—Dispare al hombro

STAY BY MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora