STAY BY ME

CAPÍTULO 91: EL RETORNO DEL PATRIARCA DE YILING

La noche era fresca como casi cualquier otra en uno de los puertos de ShenZhen. Dos semanas ya habían transcurrido desde aquella noche en la oficina  de Jiang Cheng, Mo Xuan Yu seguía desaparecido, la policía no tenía rastro de él, fue como si se hubiera evaporado en el aire. No tenía  una sola pista de su paradero, Wei Ying miró de nuevo los contenedores apilados como bloques de juguete a la distancia. Un escalofrío le recorrió el cuerpo como en la mañana y la tarde del día anterior que pasaron por el sitio, pero esta vez lo comprendió, el recuerdo de Xuan Yu se volvió vivido y claro.

Ya habían pasado al menos unos diez días que Xuan Yu pudo contar. Toda clase de pensamientos llenaron su mente en esos días ¿Fue abandonado? ¿Iba a morir allí? . La comida se terminó tres días antes de que la compuerta se abriera en tanto el agua no duraría un día más. Durante días gritó a todo pulmón pero el ruido de las grúas y el volumen de los contenedores bajo los que se encontraba el suyo ahogaron el sonido de sus súplicas.  De nada sirvió pedir  ayuda así que eventualmente dejó de intentar, además ya no tenía la fuerzas para intentar. Pero en la décima noche las compuertas se abrieron, el aire resultó en un fría sacudida para el débil cuerpo del bailarín, escucho bajas exclamación  de disgusto por el olor y luego su cuerpo fue arrastrado por el suelo. Estaba tan débil que no podía articular palabra o pensar en algo. Contra el frío asfalto entre abrió los ojos, con la pálida esperanza de haber sido rescatado pero todo se vino abajo instantáneamente. Una amplia sonrisa  le dio la bienvenida, que fue el preludio del infierno que le esperaba.

—¡Sigues vivo!... Es toda una agradable sorpresa

Wei Ying vio claro el rostro de Jin Guang Yao bajo la iluminación amarilla de las lámparas del puerto en el recuerdo de Xuan Yu. Para este punto era capaz de sentir el miedo, la ansiedad y el dolor que Xuan Yu sintió de forma clara como si lo estuviera viviendo. Con cada nuevo recuerdo se sentía más cercano al muchacho, cómo si lo conociera de toda la vida.

—¡Ese maldito!—gruño Wei Ying destrozando el vaso de café que sostenía en su mano

Lan Zhan salto de su sitio y se controló, el café estaba frío llevaba más de una hora en la mano de Wei Ying apenas lo probó antes de sumergirse en sus pensamientos. Le extendió un pañuelo blanco, dándole una mirada,  solo eso basto se para que se diera cuenta que estaba furioso y no parecía que fuera a calmarse pronto pues el vaso seguía apretado en su puño.

—¿Wei Ying?

Wei Wu Xian reaccionó brevemente y tomó el pañuelo,  se limpió la mano e intentó secar su pantalón. Su mirada seguía en el puerto pero ahora en otro recuerdo uno de su juventud, en la primera vez que intentó salvar a otra persona. Pudo recordarlo bien, 16 chicas  encerradas en un contenedor saldrían del puerto, lo llamaban mercancía barata.  Las mujeres que no eran aptas para los matrimonios eran usadas como prostitutas y  algunas otras terminaban siendo sacadas del país.  Era una situación tan intolerable para Wei Ying que cada vez que participaba en alguno de los traslados perdía los estribos y terminaba atado y golpeado para que aprendiera su lección. Sin embargo aquella vez no hizo nada, se comportó aunque la sangre le hervía. Solo Wen Xu lo miró con perspicacia, se dio cuenta que algo tramaba. Wei Wu Xian tenía un plan sencillo que consistía en sacar todas esa chicas de los contenedores y aceptar el castigo o la muerte con gusto por su osadía.  La chica a la que buscaba liberar  primero era la que él mismo puso en el contenedor con la marca del sol en su pecho. Al final del día un terrible incendio lo consumió todo en el Puerto y él terminó siendo otro peón de Wen Xu.

Wei Ying dejó caer el vaso al suelo y  montó su motocicleta,  el motor rugió antes de que Lan Zhan pudiera hacer algo para detenerlo

—¡Wei Ying!

Rápidamente Lan Zhan montó su motocicleta para seguir a Wei Ying aunque era una carrera pérdida. Wei Ying había recuperado sus habilidades para conducirse en moto, lucía como todo un experto seguirle el paso era un empresa perdida pero por verlo sonreir  el médico podía dejarlo divertirse un poco.