CAPÍTULO 34: WANG-XIAN

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"Doctor Lan: le recuerdo que tiene una cita esta noche 😘😘"

El médico levantó la vista  del teléfono para encontrarse con la sonrisa de Wei Ying en el escritorio, luego el joven volcó su atención a la mujer con cesta de manzanas rojas. Esa era su última paciente por esa tarde. Los chicos llegarían pronto del colegio y todavía no estaban hechas las compras. Lan Zhan siguió con la vista a Wei Ying que despidió a la mujer y puso el letrero de cerrado. Fue hasta él, lo empujó contra la puerta, apenas se giró asaltó sus labios en un beso, metió la mano en el bolsillo de pantalón y sacó el celular.

—Eso no es justo Lan WangJi—protesto saltando para alcanzar el teléfono que lan Zhan sostenía por encima de su cabeza—solo fue una foto

—¿Una?

—... Cuatro o cinco tomas no es mi culpa la luz era perfecta, y si no quieres posar para que dibuje solo tengo tus fotos... y...

Wei Ying detuvo sus quejas, del bolsillo de su bata un pequeño conejo blanco se asomó.

—¡Wang!—exclamó acariciando las orejas blancas del pequeño.

Lan Zhan ya había escuchado a Wei Ying llamar al conejo de esa forma. El pequeño conejo al principio huía de él, luego lo seguía por la casa hasta que finalmente se dejaba levantar del suelo. Wei Ying lo llevaba todo el tiempo encima de un lado a otro se había convertido en el polizón oficial en su habitación luego de Jingyi.

—¿Wang?

—Jeje bueno... WangJi es muy largo, creo que debe tener hambre, es tan pequeño no sirve ni para una sopa.

— Wei Ying...

—Es solo una broma. Vamos Wang... no te comeré, no eres el Wang que quiero comer—añadió por lo bajo esquivando a su novio para ir a la casa.

Lan Zhan tomó la cesta y siguió a Wei Ying hasta la cocina. Wei Ying puso al conejo en la mesa mientras buscaba las zanahorias. Le dio un trozo a la pequeña bolita de pelo, y se metió otro a la boca tal y como hacía Sizhui.

— Vuelto en un rato—dijo Lan Zhan al oído de Wei Ying recibiendo un beso en la mejilla—Que se quiten el uniforme y se laven

—Lo sé, lo sé...

Luego de que Lan Zhan se fue al cabo de unos minutos la puerta principal se abrió de forma intempestiva. Tanto Jingyi como Sizhui entraron corriendo haciendo ruido.

—¡Señor Yu!

Wei Ying salió de la cocina tranquilamente con un trozo de manzana en una mano y un cuchillo en la otra. Los niños estaban sin aliento, sudando y Sizhui traía la mochila de su hermano, pero la sangre en su labio fue lo más escandaloso. Wei Ying clavó el cuchillo en la pequeña mesa en la que estaban las rosas que Lan Zhan le había obsequiado unos días atrás.

Sin preguntar qué había pasado, metió el trozo de manzana en la boca de Jingyi y puso la manga de su sudadera contra el labio roto de Sizhui . Por primera vez el rostro de Wei Ying no lucía dulce y radiante, por el contrario había algo ligeramente aterrador en él.

Era bastante obvio que ese golpe no era por un accidente. Wei Ying se sintió enfadado quién se atrevería a golpear a un niño como Sizhui. Dejó de presionar, miró con detenimiento, no era un corte profundo, se sintió ligeramente aliviado.

—Jingyi trae gasas—ordeno al niño que seguía masticando la manzana rápidamente para poder hablar. Wei Ying se detuvo a mirarlo, mantenía las manos sujetando su estómago. Como si hubiera sido descubierto en alguna travesura el niño sonrió nerviosamente.

—¿Qué escondes Jingyi?

El niño miró de reojo a su hermano antes de mostrar lo que había bajo, luego de la aprobación de su hermano mayor, enseñó la pequeña bolita esponjosa de color negro.

STAY BY MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora