Capítulo 4:3 -Notas degradadas

364 68 3
                                    

Yo... yo siempre fui un chico reprimido, mimado por mi hermana mayor y mi madre. A pesar de mi timidez era listo, y las calificaciones nunca bajaban de un buen promedio; cuando cumplí los 12 años nos trasladamos de ciudad, por culpa del trabajo de mamá, y fue justo cuando empezaba a considerar tener por lo menos a un amigo real.

De papá, no puedo decir demasiado, pues murió cuando yo tenía solo dos años. Me contaron que era un simple universitario que trabajaba medio tiempo como domiciliario, y en una de sus rutas fue asaltado por ladrones que lo asesinaron.

En el nuevo instituto no encontré mucha diferencia al respecto, las mismas notas de siempre y los mismos comentarios halagadores. Hasta que en la primera entrega de notas periódicas, apareció una nota de insuficiente sobre mi hoja de vida estudiantil.

Nadie en la casa podía creerlo, cómo era posible que hubiese tenido nota insuficiente en Ética y Valores, cuando todas las actividades estaban realizadas de manera excelente. Mi madre habló con el director sobre ello, y tras presentar todas las actividades que realicé en el período, se encontró que había sido un error del profesor asignado en el área.

Cuando el segundo período inició, noté como mis notas empezaban a disminuir en aquella área, dictada por el profesor Francisco. Mis compañeros de clase hacían cosas mediocres e inacabadas, pero aun así tenían notas excepcionales, mientras que yo continuaba decayendo con el tiempo.

Sin importar cuanto esfuerzo pusiera, las notas eran cada vez peores a pesar de que me esforzaba más. En el momento de la segunda entrega de notas, se reflejó mi nota en un ridículo aceptable, apenas había superado los propósitos básicos del área. Pero ahora no hubo pruebas que presentar, pues cada nota de período era una prueba de que hacía las cosas mal, o por lo menos eso pensaba.

Durante el tercer período todo fue a peor, cada vez que observaba el rostro de Francisco notaba una sonrisa maliciosa, pues él ponía notas malas aun cuando el trabajo era mucho más destacable que los de mis compañeros. La decadencia me llevó a la entrega del tercer período, donde mis notas generales de Ética y Valores no alcanzaron siquiera para un aceptable y el color rojo del insuficiente manchó mi hoja de vida estudiantil.

Recuerdo que lloré mucho aquel día, y mamá sabía que no era por mi culpa. Un día viernes ella fue directamente para encarar a Francisco sobre la situación, no regresó para la cena, apareció al día siguiente con la mirada decaída y con su peinado desastroso.

Dijo que la llamaron del trabajo para entregar unos informes de imprevisto, ni yo ni mi hermana tres años mayor que yo sospechamos algo. Era normal que ocurriera eso en un puesto de secretaria.

Mis notas del cuarto período volvieron a la normalidad, pero madre estaba recibiendo demasiadas llamadas para trabajos nocturnos, más de lo normal. Tres y cuatro veces a la semana, por si fuera poco repentinamente el profesor Francisco ahora estaba sobrevalorando todas mis actividades.

Cuando finalizó el año aprobé en todas mis áreas con calificaciones sobresalientes, fui promovido al siguiente curso casi con honores. Pero durante las vacaciones de fin de año, —ocurrió aquello...

Como si el destino fuera una rueda de mala suerte para mí, la desgracia tocó a mi puerta otra vez. Mamá sufrió un choque de auto, donde se perdió la vida de tres personas, una de estas fue la de ella.

Mi hermana y yo quedamos huérfanos, y lo peor es que sucedió el día de mi treceavo cumpleaños.

Nos mudamos a vivir con la hermana de mamá, una mujer irresponsable, envidiosa y chismosa. Nunca veló por nosotros, entonces mi hermana tuvo que convertirse en mi tutora legal, pues esa mujer no se encargó adecuadamente de nosotros.

Al año siguiente mis notas decayeron gravemente, hasta el grado de que todas mis áreas eran apenas aceptables. Y una entre todas, volvió a ser insuficiente, Francisco otra vez me calificaba por debajo de lo debido.

Durante la entrega de notas del nuevo primer período la negativa de Ética y valores provocó algo de ira en mi hermana, quien fue a reclamarle al maestro Francisco. Me dijo que iría sola hacia su aula de clase, pero la seguí intentando velar por su seguridad, pues me pareció sospechoso ese momento en que la puerta se cerró, y lo que vi a través de las ventanillas del salón me aterró.

Mi hermana estaba apoyada sobre el escritorio de madera, mientras que Francisco la embestía por detrás, ella se tapaba la boca para no gritar mientras que él manoseaba con morbo sus senos adolescentes. Fue entonces cuando me di cuenta, de que mamá no estaba teniendo trabajo extra en la empresa, era ese hombre el que se estaba aprovechando de la situación.

Cuando él terminó, dejó a mi hermanita allí tendida, escurriendo sangre y semen de su intimidad, mientras que lágrimas de arrepentimiento se escapan de sus ojos. Algo cambió en mí ante aquella vista perversa que visualicé por una ventanilla, siempre fui miedoso con la expresión de mis emociones.

Ella, como una muñeca de cerámica rota y él, como un monstruo...

Corrí, corrí y seguí corriendo huyendo del cruento mundo, mi hermana y mi madre usadas por el mismo hijo de puta. Para cuando mis sentidos volvieron, estaba debajo de un puente, con nubes de tormenta próximas.

Siete u ocho de la noche, no recuerdo que hora era en aquel momento. Solo observé como cuatro sujetos se aproximaron a mi dirección, se notaban oscuros y con intenciones maliciosas por sus ojos rojos.

Pero no pude estar más equivocado, solo se pararon a unos cuatro metros de mí, sacaron un celular donde pusieron rock, metal y rap, y empezaron a fumar marihuana y quien sabe que cosas más. También se metían polvo blanco en la nariz, mientras bebían alcohol y aun así, no noté maldad en ellos.

Me acerqué y pedí algo de la droga que tenían, intentaron negarse al inicio pero insistí hasta que accedieron, me calé y dejé que mis penas volaran en un mundo alucinógeno, donde se me reveló un propósito inmediato que debía cumplir. Tambaleante por los efectos de los estupefacientes, caminé hasta casa, donde al entrar vi a mi hermana llorando en el sofá.

ROMUGUVI [Vol. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora