Capítulo 13:6 - El clan Yura

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Matrimonio, ese suceso en la vida adulta que muchos hombres buscan evitar a toda costa, pues más que un compromiso mutuo se ha relacionado con el yugo estricto y la restricción. —Estás loca, ¿cómo se te ocurre pedirme eso? Apenas somos unos adolescentes.

—Si no estoy mal, los dos somos renacidos, así que nuestra edad excede lo que muestra nuestro cuerpo.

—¿Cuál es tu intención con ello? ¿Viajar conmigo hacia Siradel? —. El pelinegro se da la vuelta con algo de brusquedad, ante lo cual ella corre con presura y lo toma de la mano. Ante esto él tironea con la suficiente fuerza para liberarse, haciendo que ella termine cayendo al suelo por su fuerza actual. —Vive la nueva oportunidad que te corresponde, no intentes evitar tu destino solo por haber encontrado una ruta de escape.

Las palabras del pelinegro solo terminaron provocando una risa que raya con la locura por parte de la rubia, quien se levantó todavía con esa carcajada que solo le provoca repelús a Arthyr, es incluso incómodo mirar directamente. —¿Cómo te atreves a decirme eso cuando tú evades tu propio destino?

—Es diferente, yo tengo asuntos importantes que atender, no lo entenderías...

—¡Tú tampoco comprender mis intereses reales! ¡También tengo muchas cosas que arreglar en mi vida anterior! ¡Dime cuál es el precio de tus servicios entonces! ¿¡Cuánto quieres por matar a un noble!? —. La sola mención de aquello fue suficiente para conmover los sentidos del pelinegro, el dinero le es innecesario ahora mismo, pues posee un sustento casi ilimitado de recursos a la mano con el intercambio de rubíes en bancos. Por otro lado, en Siradel ha esculcado las suficientes mazmorras como para haber amasado una enorme fortuna que está oculta en Dalila, nada le falta realmente.

A pesar de ello, la forma en ella lo gritó, casi saliendo desde el fondo de su alma, de algún modo logró conmover una parte de él que le agita el sentido de la solidaridad y empatía. Al ponerse en el lugar de la parisina comprende ligeramente lo de los asuntos pendientes, lo sabe perfectamente y negarlo sería como escupir hacia el aire creyendo que no le caerá nuevamente la saliva.

Con mala cara la ve a los ojos entonces, arrepintiéndose internamente por lo que está a punto de hacer, pero quizá podría sacar otros beneficios que le ayuden en alguna cosa. —Convénceme entonces, dime tu historia y tal vez lo considere —, él la agarra de la mano y la dirige de nueva cuenta hacia la terraza, donde la suelta y sin más se sienta sobre el suelo dispuesto a escuchar su historia.

...

Yo era una joven noble perteneciente al reino de Hadianne, crecí bajo el seno de la familia Yura y vivimos sin incomodar a nadie, o al menos eso creíamos. Mi hermana menor, con el tiempo se convirtió en una prometedora muchacha que de alguna manera fue capaz de llamar la atención del príncipe, por lo que fue convocada a una ceremonia donde se decidiría cuál sería la próxima esposa del joven casi monarca.

Estaba un poco celosa de que su belleza hubiese superado incluso la mía, pero aún me enorgullecía por ella, después de todo, si lograba ser desposada por el príncipe la familia se volvería todavía más rica... o eso pensaba. La hermana menor del príncipe, una joven también muy hermosa, de repente mostró una envidia hacia mi hermana que no nos explicamos de ningún modo.

Desde el primer momento en que la vio la trató de lo peor, hasta el punto de la completa humillación durante esa ceremonia de búsqueda matrimonial. Si el asunto se hubiese zanjado ahí no habría problema, pero los ataques continuaron incluso cuando la boda del príncipe se concretó con una mujer ajena a nuestra familia. Los impuestos que nos cobraban a nosotros, por el solo hecho de tener el apellido Yura, se dispararon a puntos insondables.

Nos convertimos de la noche a la mañana en blancos de asaltos, robos y asesinatos que parecían casualidad al principio. Lo peor de todo fue el momento en que fuimos acusados de alta traición a la corona, todos los miembros fuimos llevados al interrogatorio con el fin de despejar dudas, no obstante, descubrimos la realidad detrás de todos los sucesos.

La princesa no solo había humillado a mi hermana en la ceremonia, sino que también contrató a ladrones y asesinos para que atentaran contra miembros y propiedades de nuestro clan, nos acusaron falsamente y ahora nos tenían encerrados allí. Todo por una simple razón, la belleza de mi hermana menor, que fue capaz de despertar la más profunda envidia en la princesa, que apenas era un año menor que ella misma y eso que ese año cumplía catorce.

Por un sorteo de azar, se eligió a la mitad de los miembros que llevarían consigo la marca del mentiroso y la otra mitad sería asesinada ahí mismo. Desafortunadamente para mí, la muerte fue el destino que me tocó a la edad de diecisiete años, pero no perdí la esperanza del todo al saber que mi hermana solo llevaba consigo la marca del mentiroso. El problema es que ahora su belleza se vio opacada, no solo por los golpes que recibió durante su imposición, sino también porque fue torturada por la misma princesa hasta que se sintió satisfecha.

Me juré que cobraría venganza de alguna manera, y lo grité con todas mis fuerzas antes de que me consumieran las llamas de la hoguera donde fui quemada viva. Sufrí, sufrí tanto que es imposible imaginarlo si no lo has vivido en persona. Cuando me encontré con el color, supe que debía aprovechar uno de esos deseos de alguna manera.

Así que lo primero que pedí, fue concretar mi venganza de alguna manera en la vida próxima, pues deseaba ver en persona cómo se cumplía ese añorado suceso. El segundo deseo fue que los miembros restantes de mi clan lograran de alguna manera deshacerse de la maldición del mentiroso y el último deseo fue proteger la integridad de mi querida hermana menor de la cualquier manera.

Cuando renací, esperé cada maldito año por ver el instante en que mi venganza sería posible, pero nunca llegó, incluso me planteé el hecho de que el Color mentía, así que perdí la esperanza con el transcurso de los años. No obstante, esa llama se volvió a encender en el momento en que tú hablaste otra vez de Siradel en tu relato, supe que el momento había llegado y debía aprovecharlo, de lo contrario perdería para siempre la oportunidad que me estaba brindando el Color.

ROMUGUVI [Vol. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora