Capítulo 8:8 -Planes a futuro

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—Eres un maldito... —, susurro por lo bajo imaginando la cantidad de veces que se dio placer pensando en mi cuerpo. De alguna manera saber que posiblemente se trata de un adulto reduce en mi la culpa de tenerlo que asesinar, pues definitivamente me convenzo de que lo tengo que acabar, ahora sin ningún tipo de arrepentimiento y con cobro de deuda.

—Imaginé que dirías eso... Pero no vine a decírtelo para que recuerdes el pasado, quería decirte que mis planes no involucran la destrucción del mundo. Esta arma es la prueba de ello —, dice mientras empuña nuevamente ese elemento de metal, cuyo mecanismo desconozco. —Quiero crear mi propio pueblo, donde se promueva la paz entre demonios, monstruos, dioses, natura y humanos. Estando en la mazmorra noté que muchas criaturas estaban esclavas allí, aun sin la voluntad de querer atacar, como los slimes antropomorfos, las sirenas o incluso las súcubos con que luchaste.

Sus palabras me dejan paralizada por un instante, y recuerdo las palabras que ocasionalmente retumban en mi cabeza, declaraciones por parte de la diosa Chirié, y su inmenso amor por todas las razas. "El amor es para todos, debería compartirse indiscriminadamente sin distinguir raza o sexo".

—¿Un pueblo? ¿Cómo pretendes crear un pueblo sin tener siquiera renombre? Tienes el aspecto de un niño y ocasionalmente el de un adolescente, lo único que mueve masas a tu favor es el hecho de que tu madre sea Ariadna.

—En eso te equivocas, no planeo apoyarme de mi apellido de ninguna manera, mucho menos de mi madre. Haré un pueblo desde cero y traeré tecnologías desde mi mundo, lo que hará crecer notablemente los ingresos, será una majestuosa empresa que crecerá a través del bolsillo de los nobles.

—¿Crees que será tan fácil? ¡Hay nobles a los que no les molestaría contratar a un grupo de bandidos para destruir ese pueblo creciente, solo por diversión propia o para eliminar posibles competencias comerciales.

—Para esto serán las armas, aunque no lo parezca tienen una potencia de daño considerable, y para usarlas no necesitas tener un nivel excesivo, solo necesitas una formación breve sobre su uso. Formación que no lleva más de medio año, mi pueblo crecerá culturalmente y su renombre hará temblar a las otras naciones.

—¿Y entonces para qué quieres iniciar el Lithoria?

—Liberar a todos los demonios de su encierro y yugo, pero no dejaré demasiado tiempo que la revolución se mantenga, jugaré algunas cartas para así manipular el pensamiento colectivo a mi favor.

—Piensas sacrificar vidas en el proceso, ¿o me equivoco?

—No te equivocas, vendrán guerras y épocas de crisis, para otras naciones, no para el pueblo que crearé. La educación, la alimentación, la medicina y la fuerza pública superarán incluso a las grandes naciones, no habrá forma de opacar lo que crearé. Y lo mejor es que no haré nada ilegal en el proceso.

—Muy creativo tu plan, pero has pensado en cuánto puede llegar a costarte el territorio suficiente para un pueblo, tarde o temprano tendrás que recurrir al saqueo de bienes.

—No será necesario, reuniré lo suficiente para comprar un terreno amplio y virgen.

—¿Sabes cuánto puede llegar a costar eso que estás pensado?

—Por supuesto que sí. Necesitaré 40.000 piezas de oro, sin contar con regalías y otros favores políticos que debo realizar.

—¿¡Estás escuchando lo que sale de tu boca!? ¡Esa es una cantidad imposible de dinero para nosotros! ¡Incluso una federación de nobles se pensaría dos veces el reunir esa cantidad!

—No estoy bromeando, en tres años habré reunido el dinero necesario, tanto en este mundo como en mi mundo original, luego de eso traeré constructoras desde la Tierra y alzaré majestuosos edificios que atraerán a los nobles, quienes se convertirán en una fuente de ingresos pasiva, mientras que yo trabajaré fuertemente como la fuente de ingresos activa.

—¿Qué planeas hacer? —. Ante mi pregunta él se ríe con algo de burla, mientras me muestra la marca del padecimiento en su mano.

—Voy a explotar mis poderes al máximo, montaré un gigantesco mercado donde venderé elementos de altísimo nivel que nadie se atreva a buscar. En diversos libros de historia vi las mazmorras reales, y comparadas con la que hay aquí en la Pedalja son monstruosidades mucho más grandes, y por tanto poseen tesoros mucho más valiosos.

—¿Cómo harás todo eso si estás estudiando apenas?

—Tengo mis métodos, no te los revelaré todavía porque verdaderamente no quisiera arruinarte la sorpresa.

—Hump... —, una risa de burla se me escapa inconscientemente. —Lamento decirte que el día de mañana ya no estaré con vida, seré ejecutada.

—Yo te sacaré de aquí, no te preocupes por...

—¡No! ¡Este es mi castigo por haber desobedecido las leyes del rey! ¡Quizá tú no te sientas en la obligación de obedecer normas y crees tener potestad en todos tus planes, pero hay cosas que yo no puedo hacer! ¡Mi moral me insta a seguir las órdenes que me imponen, no solo por ética, sino también por respeto a quienes me salvaron en el momento más difícil de mi vida!

Ante mis palabras él se quedó callado por un momento, se puso de pie y volteó su mirada hacia un lado. —Eso será entonces tu decisión, yo quería mostrarte el mundo desde mi perspectiva, para que entendieras mi búsqueda de paz para este mundo primitivo. Total ya hice lo que debía hacer contigo, la marca que puse en ti te impide revelar verdades que me competen a mí, así que no podrás revelar mi identidad a nadie.

—Portal entre planos de existencia... —. Pronuncia tales palabras por lo bajo, observo con detenimiento su rostro oscurecido, él me observa por el rabillo del ojo y yo alcanzo a visualizar una solitaria lágrima que se le escapa, antes de que se pierda en esa brecha dimensional.

Doy un respiro en cuanto él se retira de mi vista, mientras vuelvo a observar las lunas en el firmamento, que ahora están a punto de ser cubiertas por nubes oscuras de tormenta torrencial. —Hoy el cielo llorará mi partida, pues mañana me marcharé al Oasis del cambio —, me digo a mí misma antes de cerrar los ojos y empezar a recordar momentos del pasado que desearía olvidar para no sentir arrepentimiento de mi decisión.

Mi voluntad es fuerte, y no permite divagaciones, así me lo enseñaron mis padres cuando fue mi momento de imponerme la marca del padecimiento. No puedo arrepentirme de la vida que tuve, simplemente la puedo recordar con nostalgia.

ROMUGUVI [Vol. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora