Capítulo 4:9 -La cueva del deseo carnal

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—¿Cómo te llamas?

Su voz es estoica, no desvía su mirada de la mía, ¿es acaso otro reencarnado?

—Mi nombre es Arthyr. ¿Cuál es el tuyo?

—Me llamo Rytha.

Ninguno de los dos le menciona el apellido y el reino al otro, eso es una mala señal en este mundo, demuestra desconfianza y en cierto sentido irrespeto al ser una presentación inicial. Estar junto a este niño me provoca perplejidad, es como estar parado frente a un espejo roto, hay partes que te reflejan pero de maneras retorcidas y diferentes.

Mi corazón late, mucho más fuerte de lo normal. Estaba a punto de hablar, pero ese niño pasó caminando a mi lado sin inmutarse ni un poco. Me quedé congelado por unos segundos, hasta que fui el único allí de pie, fue entonces que mi cabeza volvió a funcionar correctamente.

—"¿Qué demonios fue esa sensación?"

[Te lo había dicho, el Color ya empezó a mover las fichas de su tablero, si te descuidas te dará muerte... a su manera claro está]

—"Así que... ahora estoy frente a una tabla de ajedrez... y ese niño es mi contendiente".

[Puede que sí, así como puede que no. Intenté establecer conexión una guía en su interior pero está solo, como si fuera un nacido natural. No obstante, no te confíes de nada, estamos hablando del Color, de cualquier manera será una partida difícil de ganar, así que prepárate]

Una sonrisa se marcó en mis labios de inmediato, y sin mirar atrás continúo mi camino. —Si el Color desea jugar entonces tendré que corresponder su reto, pero... ¿por qué me afecta tanto estar al lado de ese niño? No solo por el efecto del aura repelente, sino... algo más allá que no puedo entender... ¿qué será?

...

Entre pensamientos revueltos, como una masa de harina amorfa, logré llegar hasta la entrada de la cueva de súcubos. En la entrada puedo ver a Vicaria esperándome, probablemente sintió mi presencia a la distancia debido al pacto fortalecido.

[Advertencia. Debido a la evolución de las súcubos, ahora su drenado de vida ha aumentado a 75 (setenta y cinco) puntos por segundo]

—Lo estábamos esperando, mi señor.

Hace un rato me puse el uniforme de estudiante mayor y comí la hierba Senectud zafral, ya estoy preparado para lo que se viene... ¿o acaso soy yo quien está que se viene? No lo sé y no me importa demasiado.

Vicaria está dando algunos pasos para acercarse a mí, quizá pretendía acariciarme o saludarme de forma cortés, pero yo no la dejé aproximarse más, pues le besé los labios y la cargué por los muslos... para después adentrarnos en la cueva de las maravillas.

Allí estaban las otras 33 súcubos completamente desnudas y listas para recibir mi fuerza vital. Choqué la espalda de Vicaria contra la pared y allí destrocé el delgado vestido blanco que tenía, luego me bajé el pantalón, ansioso por volver a sentir el placer que brindan las demonios.

—Veo que están hambriento mi señor, permíteme calmar su deseo.

Su mano hábil se escurrió hacia mi entrepierna y arrebató la ropa interior que aún me cubría, posteriormente me empujó hacia ella con desespero, y en un violento ritmo empezamos a satisfacernos mutuamente mientras la respiración se aceleraba.

Las otras en tanto miraban y tocaban afanosas por su respectivo turno, incluso me empujaban el trasero, queriendo que termine ya con la primera para que ellas tengan con más rapidez su puesto en mi sometimiento.

—¡Ohhh... más mi señor!

Debido al furor, la presión y la emoción; la agarro del cuello con fuerza y posteriormente la muerdo, estoy marcando lo que me pertenece por pacto. Sus senos rebotan y el sudor empieza a bañarla, ahora me doy cuenta de que sus dotes parecen más desarrollados y el calor de mi pene en su entrada es todavía más satisfactorio que antes.

Como si yo estuviera utilizando un condón estimulante para poder sentirme mucho mejor en el coito, a este paso yo...

—¡Suéltalo... suéltalo todo dentro de mí... mi señor!

—No te haré esperar más... sucia perra...

Mi lado sadista incluso se está exponiendo, lo que deja conocer lo nublado que estoy por el éxtasis. Mis caderas empiezan a moverse con más agresividad, en parte gracias a las nuevas estadísticas que he obtenido.

—¡Tómalo todo!

Sin algún escrúpulo eyaculé dentro, mientras que pone un rostro de excitación a propósito. Es entonces cuando la suelto y doy un par de pasos hacia atrás para apreciar el espectáculo. Vicaria siendo arrollada por cinco súcubos que empezaron a succionar sus fluidos corporales de todas las entradas, robando todo lo que dejé en su interior, mientras que otras tres se encargan de beber los residuos en mi miembro.

—Beban mis lindas súcubos, mi ejército debe estar nutrido y poderoso.

Ante mis palabras, es como si un chip de acometividad se hubiera encendido en ellas, pues se arrojaron sin piedad hacia mí. Una se apoderó de mi falo masculino y empezó a saltar sobre este, otra me empezó a ahogar con su intimidad, otras usan los dedos de mis manos y pies para masturbarse y las demás estimulan puntos sensibles en mi cuerpo con sus dotes.

—"Esto es demasiado satisfactorio, pero sería mucho mejor si llegara a sentir algo por ellas. Ahora solo son como damas de compañía cuyos sentimientos e intereses me son ajenos".

Los minutos transcurren y siento como mis testículos se quedan sin municiones, al igual que las hierbas Senectud zafral se agotan, lo que me obligará a huir antes de tener otra vez mi aspecto infantil... No solo por lo que podría pasar si me vieran en pisos tan profundos, sino por la tremenda violación que me harían las súcubos en mi estado de niño.

[Advertencia. Usted ha perdido 35'640.000 (treinta y cinco millones seiscientos cuarenta mil) puntos de salud]

Tal y como la última vez, la única que queda en pie es Vicaria, lo que me hace pensar que tiene un nivel mucho mayor a las otras.

—"Google, podrías decirme cuál es el nivel de Vicaria".

[Afirmativo. Buscando... buscando... buscando. Encontrado. Vicaria Bon Lilith tiene un nivel numerario de 69]

No es muy alto, supongo que es debido a su estatus como demonio básico, pero si vuelve a evolucionar creo que sus estadísticas se incrementarán nuevamente.

[Correcto. La última vez solo tenía nivel 34]

Ahora que me fijo, no conozco el nivel de muchas personas que conozco, debería darme la tarea de investigar a cada una de las personas que echo de ver, solo por si las moscas, más vale prevenir que lamentar.

Un último sonido obsceno se escuchó por parte de Vicaria antes de que cayera llena de energía vital, la suficiente como para evolucionar. Es entonces cuando la tomo en mis manos y la obligo a despertar, pues justo recuerdo la verdadera razón por la que vine.

—No te duermas ahora, necesito que me hables sobre los versos profanos.

—¿Cómo ordene mi señor?

Dijo entre los dientes con una sonrisa de éxtasis.

ROMUGUVI [Vol. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora