Capítulo 6:3 -Desafío regulado

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Uno tras otro, los estudiantes de primer peldaño caían a manos de la pelinegra como si fuesen simples moscas, ya es su victoria número quince y ningún niño quiere meterse contra ella debido a lo brusca que es en los encuentros. A pesar de que es una "heredera al trono", o sea, básicamente una princesa de Pacifae, es demasiado sobresaliente en el combate, no he aprendido lo suficiente sobre linajes y la forma en que se hereda la corona, pero viendo a Heilatt y Liliam noto que son bastante sobresalientes con respecto a otros estudiantes.

Debería investigar un poco al respecto, podría servirme tener algo de conocimiento acerca de las familias reales de Siradel, aunque me sería más útil encontrarme con miembros de la realeza de Lanihí. Ahora que me fijo, me parece extraño que los herederos de Pacifae estudien fuera de su propio país, probablemente tenga que ver con relaciones diplomáticas entre reinos, aunque por lo que he escuchado todo el continente de Chirié es controlado por un emperador que está encima de los ocho reinos.

—¿Alguien más de primer peldaño se atreve a retar a la princesa Liliam?

El maestro que guía la clase le habla a todo el público, buscando un valiente que se atreva a encarar a la invicta vencedora; la niña también camina lentamente y cerca de las gradas, mirando las caras de todos los que ven cómo lucha, cuando está a punto de cruzar por la zona en que me encuentro se detiene, y en un gesto intimidante me señala con su espada.

—¡Tú!

Todas las personas fijaron su vista en mí de inmediato, pues literalmente estaba siendo retado por la niña que había puesto a llorar a quince niños sin siquiera sudar un poco. Estaba a punto de protestar, pero alguien me empujó por la espalda hacia la arena, al voltear la mirada encuentro el rostro sonriente de Derrien. —"¿¡En qué momento llegó!?"

Los gritos estallaron en el momento en que toqué la arena de combate, o más bien en el momento en que choqué estruendosamente mi rostro, una entrada bastante mala a decir verdad. Por la forma en que se comportan los espectadores, es como si todos quisieran seguir viendo la racha ganadora de Liliam.

—Vaya jovencito, no sé qué le hiciste a la princesa, pero al parecer quiere saldar cuentas contigo. Ven conmigo, te pondré el equipo de combate.

El maestro encargado de la actividad me conduce hacia una esquina del coliseo donde hay varias armaduras de cuero, me pone una del montón y también me pone el casco. —¿Qué arma eliges? —. Ante sus palabras me quedo pensando un momento, es la primera vez que toman en cuenta mi maldita opinión desde que entré al coliseo.

—Usaré esto.

Sin más saco el estoque que se encuentra en mi cinturón y una ovación se alza por parte de los espectadores, pues se supone que son armas que requieren una destreza mínima de 12 puntos, no saben que el estoque que sostengo necesita 16.

Los aplausos estallaron cuando mostré el enfoque estadístico que tenía, según su pensamiento en general, pues por fin se había sumado a la batalla alguien que podría estar a la altura de la princesa Noahí.

Dirijo la mirada hacia Derrien, quien se encuentra en las gradas, sonriendo con orgullo por el hecho de que yo haya preferido utilizar su regalo. De hecho, tiene la misma cara de una niña emocionada cuando está viendo su serie romántica favorita y ocurre algo realmente melodramático.

—¡Luchadores al frente!

Ante las palabras del maestro, camino hasta el frente de la pelinegra, siendo separados únicamente por el brazo derecho del instructor. Liliam tiene una mirada agresiva, como si yo le hubiera hecho algo demasiado malo como para que todo su odio sea dirigido hacia mí en este mismo hecho. No creo que sea por el cuchillo de vegetales o por lo del abrazo de la otra vez, o acaso son ambas opciones posibles.

—Te voy a matar... —, me susurra ella con odio en su voz.

—¿Qué? ¿Pero por qué? —, definitivamente debe ser por lo de aquella vez, quizá mi tratamiento no tuvo el efecto que yo esperaba.

—Combatientes, ¿listos para el encuentro?

El maldito maestro está escuchando las amenazas que me está haciendo ella y aun así no detiene la batalla, si fuera un niño normal probablemente estaría llorando y rogando que mamá me salvara, ¿por qué esta niña es aterradora?

—¡Listos! / ¡Listos!

Respondo un tanto retrasado con respecto a la rapidez con la que ella contestó, hay dos opciones para concluir este enfrentamiento, rendirse y dañar la reputación del clan Qwertyan o ganar y tener que atenerme a las consecuencias a futuro.

—¡Comiencen!

Casi de inmediato me veo en la necesidad de esquivar una puñalada por parte de la pelinegra, no duda de sus acciones en ningún momento, es demasiada seguridad y altanería en un mismo cuerpo, al igual que su hermano.

Doy un paso atrás con rapidez y tomo postura con el estoque, poniendo la empuñadura contra mi pecho y elevando la punta hacia el cielo mientras trazo el objetivo con la mirada. Liliam parece leer a través de mi movimiento, por lo que se mantiene en guardia con su escudo en alto y lista para un contra-ataque efectivo.

—Ahora —, con velocidad acortó mi distancia con ella, empleando un paso largo y bastante impredecible. Con poca fuerza doy un golpe sobre la superficie del escudo de cuero, evitando así que la punta se atasque, y con la finta ya creada doy un nuevo impacto mucho más veloz sobre el casco de protección, dañándolo levemente.

Un silencio sepulcral reinó en el estadio, pues nadie se atrevía a darle ánimos a un estudiante que hiera una princesa extranjera. Por otro lado, Liliam tomó distancia, enfundó su espada un momento y con su mano examinó el daño en el casco, quedando sorprendida por lo cerca que estuvo de perder un ojo.

El profesor por poco interviene, pues probablemente preferiría evitarse problemas con otro reino por una actividad que afectó la integridad de la princesa Liliam Noahí de Pacifae. Ni una sola voz se atreve a levantarse, a lo que yo de inmediato retomo la postura anterior, enseñando la determinación por ganar que me llena.

—¡Sí! ¡Ese es mi prometido!

Un grito eufórico nació desde la zona en que se encuentra Derrien, quien sin ninguna vergüenza empieza a declarar públicamente nuestro compromiso. Ante su grito, muchas más voces se sumaron en un grito que querían dar desde un inicio pero no se atrevieron por miedo. Tal acción provocó ira en Liliam, quien se puso su casco nuevamente y tomó otra vez la posición de batalla, pues esto no se detendrá todavía.

ROMUGUVI [Vol. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora