—No esperaba que llegarás hasta aquí, Rytha.
—Yo tampoco lo esperaba de ti, Zullah.
El pelinegro y la albina se miran fijamente, están a las puertas del sub-piso número once, pero decidieron zanjar la batalla antes de descender. El pelinegro se inclina levemente mientras toma los bordes de su falda y hace una reverencia, para luego sacar su espada recortada.
Ella responde del mismo modo, empleando la etiqueta de combate y después saca las armas con las que suele luchar, una baraja de cuchillos delgados que posiciona entre los dedos, como si fueran las garras de un gato.
—Eres demasiado callada en clase, desde que te alcancé peldaño no he sabido mucho de ti. Solo sé que perteneces al clan Ficcama del reino Venuem. No haces escándalo, no participas en clase y nadie habla de ti, eres casi invisible.
—Así soy, la etiqueta de mi clan fomenta el silencio como principal característica de la etiqueta.
—Silencio, ¿es por eso que no le expresas tus sentimientos a Arthyr y dejas que las otras dos se queden con él?
Las palabras de Rytha desconciertan levemente a la albina, pero esta no flaquea y sigue firme en su postura de combate. —No valen tus trucos contra mí, lo que yo siento decido si expresarlo o no, no estoy obligada a confesarme si no nace de mi corazón el deseo de hacerlo. Ya él me salvó de una situación desesperada en el pasado y no planeo molestarlo más.
—Te refieres a aquel día, ¿verdad? Cuando desapareciste hace un año.
—Así es, nunca olvidaré quien me salvó. Arthyr es para mí casi un ídolo, desde que desapareció el misterioso campeón que me prometió ayuda, me he refugiado en el pensamiento de que nadie me salvara si no empiezo a demostrar un valor verdadero. Y esa reflexión se acentuó más cuando fui rescatada de mi cruento destino.
—Deberíamos sentarnos un día para hablar, pero ya será en otra ocasión, hoy debo derrotarte y seguir adelante —, dice Rytha mientras avanza un par de pasos en dirección a la albina, quien solo lo observa atenta por lo que pueda hacer.
—Sin embargo, no soy la única que tiene sentimientos por Arthyr aquí. Solo admite que empezaste a vestirte como chica en un intento por llamarle la atención —. Las palabras de Zullah fueron como flechas que dieron en la diana exacta, el punto perfecto para generar molestia. La expresión de Rytha se endureció y una oscuridad nació desde sus ojos, un deseo profundo de sangre. —Tal y como pensé.
Una sonrisa triunfal se posa en los labios de la albina, mientras que fortalece su postura con los cuchillos. —Esta te va a costar —. Susurra el pelinegro mientras que prepara su postura de combate. —Lamentablemente, nadie puede dañarme, así que te agotarás antes de poder siquiera hacerme sudar. ¡En guardia maldita miedosa!
Él se arroja con velocidad hacia ella, y su cuchillo resuena con los tajos que da al aire. Zullah por otro lado permanece impávida, manteniendo la cabeza fría ante la situación y opta por la opción de tomar distancia con respecto a su contrincante, pues conoce las limitaciones que puede tener en una confrontación frente a frente.
Estando en una posición ventajosa ella arroja dos cuchillos, a los cuales el chico no se molesta en esquiva siquiera y deja que se hunda tanto en su pierna como en su hombro. No hace el más mínimo gesto de dolor y con la mirada fría los arranca de sí mientras observa a la albina. —¿Acaso no entiendes nuestra diferencia!
Otra vez inicia una carrera para atacarla, ante lo cual ella conjura algo rápidamente. —Fuente de vida y magna pobladora del mundo, permíteme manejar tu cuerpo con solo mi pensamiento, manipulación acuática —, tras ello desde su boca escupió un chorro de agua a presión que empujó a su contrincante, arrojándolo contra una pared cercana.
—Ese truco nunca lo había mostrado en las prácticas de combate —, dice entre los dientes Rytha mientras se levanta con pesadez, antes de observar su vestido mojado por completo. —Tienes una extraordinaria capacidad para alterarme, pero esto no te bastará para ganar el combate, de hecho, nada basta para ganarme en un combate donde deben reducir mi salud.
—No creas eso, estuve estudiando tu maldición durante estos años, y tiene un punto débil —, una mueca de asombro se encaja en los ojos de Rytha, antes de observar con dureza a la chica. —¿Acaso sabías que nos enfrentaríamos?
—No, no lo sabía, por eso estudié a cada uno de mis compañeros y planeé una estrategia de batalla que me ayudara a ganar. Tardé bastante y me desvelé cada noche planeando tácticas contra todos, evitando que descubrieran lo que hacía, por ello no me relacionaba demasiado, estaba muy ocupada con mi investigación.
—Estás loca, ¿enserio estudiaste a cada uno de nosotros? Ha, ha, ha, ha, ha, ha... —. Una risa desencajada empezó a escurrirse desde la garganta del travesti, quien incluso posee una mueca enfermiza, pero tras ello vuelve a su forma de ser extremadamente fría. —Eres peligrosa, muy peligrosa a decir verdad, tendré que acabar contigo...
—Yo también te considero peligroso, pero de otra manera. Cuando te vestías como hombre no había ningún inconveniente con que te justaras con Arthyr, pero ahora te he empezado a mirar como rival, pues tus sentimientos hacia él definitivamente han florecido y es más que obvio que vas tras él.
Ante su propia declaración, toma una posición en la que cruza las manos en el pecho a modo de equis, mientras sostiene los cuchillos entre sus dedos.
—Fuente de vida y magna pobladora del mundo, permíteme manejar tu cuerpo con solo mi pensamiento, manipulación acuática —, la Ficcama vuelve a decir la conjuración, no obstante, ahora no ocurre absolutamente nada, lo que le saca una sonrisa al pelinegro.
—Parece que se te acabaron los trucos —, sin intenciones de mediar más, se arroja contra ella apresuradamente. Por lo que responde arrojando cuchillos que impactan con precisión en puntos vitales. Venas, corazón, hígado, riñones y articulaciones de movimiento.
Él se detiene unos segundos y saca uno de los cuchillos que se encajó en la rodilla, impidiendo su movilidad. No obstante, al sacarlo sus ojos mostraron un enorme desconcierto al ver la punta...
—No puede ser, esto es...
De repente su cuerpo se queda paralizado por completo, mientras siente como su salud de vida empieza a disminuir constantemente a una velocidad alarmante. Y al levantar la mirada, solo puede observar con desconcierto la sonrisa triunfal en el rostro de la albina, una sonrisa que nunca había visto, con tintes maquiavélicos.
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ROMUGUVI [Vol. 1]
FantasyRenací en otro mundo con un gugoldúplex de vida, abreviado ROMUGUVI. Es una historia centrada en William Salinas, quien era un profesor de matemáticas muy respetado, con unas costumbres sexuales bastante activas. Este un día fue asesinado por uno d...