—Acercaos a mí, muéstrame tu verdadero cuerpo.
Acorto la distancia con Vicaria, quien ahora sostiene un cuchillo cuya funda parece la cabeza de un dragón. Ella lo libera de su prisión y su filo posee un intenso rojo, parece palpitar por sí mismo, como si algo tuviera una conexión con este mundo desde el interior.
—La marca del padecimiento activará en tu interior la magia profana, pero esta solo será la primera fase. Las siguientes formas solo podrás activarlas en tu individualidad, sometiendo tu cuerpo al sufrimiento extremo que pocos seres vivos pueden soportar.
Me hallo frente a frente con la súcubo, únicamente separados por un altar que se asemeja a un pequeño pilar. Mide poco más de un metro y sobre este hay una copa con agua.
—Extiende tu mano mi señor.
Obedezco sin rechistar, entonces ella me agarra con firmeza y con el cuchillo me atraviesa la palma de la mano, de manera que la punta del filo sobresalga por el dorso. Un prolongado hilo de sangre empezó a caer en la copa, cambiando el tono del agua en su interior.
—Y surgirá entre los humanos un ente con las características de un recipiente adecuado, las personas temerán su poder oscuro cuando lo presencien y lo atacarán cuando se revele ante la humanidad como el mensajero de destrucción.
Vicaria ahora recita algo en un idioma que no alcanzo a comprender, parece el mismo que aprendí, pero se entiende distorsionado, como si algo me impidiese escuchar lo que dice.
[Advertencia. ¿Desea abandonar el favor de la diosa Chirai a cambio del poder profano?]
—Abandono el favor de esa diosa, no me interesa en lo más mínimo su favor.
[Afirmativo. Desbloqueando restricciones de lectura preestablecidas por las reglas divinas, ahora es posible leer y escuchar los versos de LITHORIA, LA NOCHE DE LLUVIA ROJA]
—Los demonios sometidos se revelarán de sus prisiones y se unirán como las alas del nuevo recipiente, lo acogerán entre su manto oscuro y depositarán sobre él sus deseos más mundanos. Haciendo que él convoque la marca de padecimiento sobre el firmamento.
Ahora puedo escuchar a la perfección las palabras, y aprecio cómo la sangre se estanca en tanto que Vicaria extrae el cuchillo. La herida se cierra mientras veo que aparece una marca de tono rojo intenso, una estrella de luz sangrienta tanto en la palma como en el dorso de mi mano.
Vicaria entonces saca un frasco que contiene una gota de sangre, que vierte en el interior de la copa, cuyo contenido empezó a brillar de un tono carmesí brillante.
—Bebed...
Bebí... y entonces mis sentidos se desvanecieron...
...
...
...
Despierto en un espacio blanco, frente a mí se encuentra una hermosa mujer con prendas doradas y cabellos iguales, de piel tono alabastro hermoso y ojos cristalinos. Ella está derramando lágrimas, mientras me observa desde el trono en el que se hallaba.
—¡Oh hijo mío! Habéis abandonado la luz con la que os doté, parece que no eras digno de tener la sangre de Ariadna en tus venas, pero no te preocupes, no revelaré vuestro secreto al mundo... quedará entre nosotros, como las confesiones de mis otros hijos, recordad que vuestra diosa siempre está aquí para ti, si es que deseáis volver a la misericordia.
—"Ella... probablemente ella sea Chirai, la diosa que creó el mundo".
Ahora el paisaje se retuerce y la deidad desaparece de mi visión, entonces mi cuerpo empieza a caer en un abismo que parece no tener fin, junto a mí caen cientos de personas muertas. Todos terminamos aterrizando en un lago rojo lleno de cadáveres, la profundidad de este parece tan basta que prefiero volver a la superficie.
Al asomar la cabeza fuera del lago aprecio un paisaje rojo y oscuro, donde los cadáveres están colgados por doquier y la tortura no tiene fin.
Este es el infierno en Siradel, el Oasis del Cambio, donde el alma es purificada con dolor para la reencarnación. Con un desesperado nado escapo del lago hacia la superficie sólida más cercana, y ya en tierra firme me percato de mis manos adultas y las cicatrices que cargué como William.
Entonces toco mi rostro y aprecio la barba naciente que tenía, estoy nuevamente en mi cuerpo. Pero no tengo mucho tiempo para procesarlo, pues algo me agarra del pie y me arrastra nuevamente hacia el lago sangriento, hundiéndome hasta lo más profundo de este.
—Ven a mí... ven a mí...
Hay una voz femenina que aclama mi presencia en lo más profundo de las aguas negras, en cierta profundidad atravieso una barrera invisible y caigo nuevamente hasta chocar con tierra firme, aunque la oscuridad es lo que reina.
—Al fin has llegado a mí, mi querido mensajero. He estado esperando por ti hace mucho tiempo, aunque no sé ya por qué lo hago. Antes de ti muchos lo han intentado y todos han fracasado, pero no pierdo nada con encomendarte mi liberación de esta prisión.
Al levantar la mirada puedo apreciar a una mujer de piel roja que brilla por sí misma, como una criatura translúcida, sus cabellos negros cubren parcialmente su rostro pero aun puedo apreciar su extrema belleza. Los ojos tienen un matiz dorado precioso y muestran un odio y rencor incomparables.
Sus manos están encadenadas y extendidas, mientras que sus pies están ligados con el suelo, dándole un aspecto de "Y". Su cuerpo está lleno de escritos sacros que la mantienen sellada y sin posibilidades de escape, por su cuerpo se pasea una serpiente blanca de gran tamaño.
—Por favor, sálvame de este tormento, no puedo soportar más estar aquí.
—¿Cómo te llamas?
—Mi nombre... es Lilith. Diosa de la tentación y el placer, y tú eres mi mensajero, aquel que me salvará.
—¿Mensajero? Ya había escuchado sobre eso en alguna parte.
—El mensajero tiene una importante misión, liberar a Eilin de su prisión en la Isla de los deseos y para ello deberás matar a la serpiente Océana, guardiana de sus sellos. Eilin te ayudará a liberarme de esta prisión e iniciaremos la Lithoria. Yo te nombro mensajero, porque vas a darle mis palabras a ella y ella... te nombrará mesías oscuro cuando logres cumplir tu primera tarea... liberarla.
—¿Qué pasa si no deseo librarlas?
—No pasará nada, tu poder se estancará en la primera fase, solo serás como esos miserables del reino de Koss, poniéndose la marca del padecimiento para intervenir con el destino de mis mensajeros. Obteniendo un poder profano mediocre para matar seres profanos, prolongando el ciclo de los mensajeros y alargando la existencia de los humanos que deseo destruir.
—Sabes, no me gustaría que destruyeras a todos los humanos, tengo otros pensamientos en mente.
—¿Qué pensamientos?
—Me gustaría, volver a tener la paz que había entre los dioses, humanos, demonios, monstruos y natura.
—¿Y cómo pretendes hacerlo? Los años de asedio y matanza han estigmatizado a los demonios, ahora temen mostrar su rostro ante la humanidad. Y los humanos no pueden ver a un demonio porque de inmediato lo quieren erradicar o utilizar como les place, los consideran esclavos y no iguales como fue antaño.
—Pero fue tu culpa que iniciara tal guerra, fue tu corazón roto el que destrozó la paz en Siradel.
La expresión de Lilith se retorció ante mis palabras, un enojo notable se extendió y entonces retrocedí un par de pasos. Su aura es gigantesca, demasiado densa y maligna como para que la pueda soportar mentalmente.
—Eso es algo que no te incumbe... ¿me ayudarás o no?
—Te ayudaré a escapar, pero no te ayudaré con tu venganza. Yo deseo paz y tú quieres guerra, somos polos opuestos pero yo necesito tu poder para cumplir mis metas. En el momento en que seas libre nos separaremos pues nuestras sendas son diferentes, pero no puedo prometer tu seguridad.
—Haz lo que quieras entonces, nos veremos muy pronto... mi querido mensajero.
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ROMUGUVI [Vol. 1]
FantasyRenací en otro mundo con un gugoldúplex de vida, abreviado ROMUGUVI. Es una historia centrada en William Salinas, quien era un profesor de matemáticas muy respetado, con unas costumbres sexuales bastante activas. Este un día fue asesinado por uno d...