Capítulo 8:5 -El otro

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—¿Dónde estoy?

Me pregunto con detenimiento, mientras observo el espacio en que me encuentro, es blanco puro y eterno. Sin una sola sombra, o imperfección lumínica que vuelva despreciable tal obra de la física.

—Estamos en nuestra cabeza...

Escucho una voz adolescente a mi espalda, cuando volteo a verificar aquello, me sorprendo al verme a mí mismo. No, ese es mi nuevo cuerpo cada vez que consumo Senectud zafral, soy yo como Arthyr.

Entonces me miro a mí mismo y encuentro esas manos con viejas cicatrices, sumado al traje de tipo ejecutivo que solía llevar mis clases. Verifico la sombra de barba en mi rostro y al sentir lo rasposo me confirmé a mí mismo que estoy en mi cuerpo de William.

—¿En nuestra cabeza?

Pregunto confundido mientras vuelvo a observar los alrededores, los cuales empiezan a deformarse para enseñarme imágenes de eventos pasados. Mi graduación en la Tierra, mi primera novia en la adolescencia, mi primera vez en la cama, mi muerte, mi renacimiento y partes de mi vida actual.

—Pero, si esta es mi cabeza... ¿quién eres tú?

Con un dedo acusador señalo a ese otro yo, que está ocupando mi cuerpo como Arthyr. Él se ríe de manera enfermiza mientras se acerca un par de pasos hacia mí.

—Yo... soy tú.

—¿Qué?

Avanzo un par de pasos y lo observo con detenimiento, estoy muy confundido, mientras que él parece saberlo todo.

—Tú me creaste para que hiciera lo que no eras capaz de hacer, básicamente soy tu alma pura.

—¿Mi alma pura?... si fueras un alma pura no harías las cosas que no me atrevo hacer.

Él empezó a reírse de mí, de una manera tan retorcida que incluso me provoca escalofríos capaces de contener.

—En eso te equivocas, soy tu alma pura porque no estoy ligado a la ética de la sociedad o a la moral que tú has asimilado para sentirte más humano. Yo hago lo que hago sin sentir repercusiones al respecto, me es indiferente el dolor ajeno o el propio, básicamente soy tu versión perfecta.

—Tú... no eres real entonces.

—Antes no lo era, solo era una personalidad que se mantenía atada a ti. Una que nació en el momento en que mataste a Francisco, pero me hice real cuando obtuve una parte de tu alma. Y eso me lo diste al utilizar la sangre de dragón, fragmentaste parte de tu ser y me lo ofrendaste sin saberlo... me diste poder.

Tras su afirmación no puedo evitar pensar en lo que podría ocurrir cuando él tomara el control de mi cuerpo, y entonces recuerdo los últimos momentos estando consciente. Me transformé en pseudo-dragón, y perdí el control sobre mí mismo, ¿acaso?

—Por si te lo estás preguntando, sí, tomé control de tu cuerpo cuando usante la sangre de dragón.

—¿Y qué hiciste?

—No pude hacer demasiado, todavía me limitan los pensamientos que tienes antes de que yo surja. Si no hubieras estado pensando en el dolor que provoca emplear las conjuraciones profanas el combate hubiese sido como dar un paseo por el parque. Pero tus ridículos miedos me impidieron aplastar a esa perra de Dalila. Incluso sentía limitaciones a la hora de atacarla, no me dejaste la más mínima cobertura para matarla.

—Es un alivio.

—¿Un alivio? ¡Estamos petrificados! ¡Le diste toda la ventaja a esa cerda de mierda! ¡Ahora estaremos el resto de nuestras miserables existencias convertidos en una estatua!

—Puede que sea verdad, pero por lo menos no la mataste.

De repente, ese impostor empieza a correr con ira. Por lo que tomo posición de combate, es demasiado rápido, lo que quiere decir que tiene las estadísticas sobre su cuerpo, mientras que yo tengo un cuerpo de adulto muy bien trabajado.

Él intenta conectar una patada voladora en mi pecho, sin embargo, giro mi torso y lo dejo seguir de largo. Ante su acción violenta decido responder de igual manera, quitándome el smoking que limitaba levemente mis movimientos, al igual que la camisa, quedando en una camisilla que deja ver mis fornidos brazos.

Si contamos con las estadísticas del mundo, no está muy lejos de los límites mi propio cuerpo. De hecho, en cuanto a fuerza física yo era mucho mejor antes, pues era capaz de levantar setenta kilogramos en discos de pesas haciendo calistenia; por otro lado, como atleta no me quedaba atrás nunca, no obstante, su velocidad sigue siendo muy superior en ese aspecto.

Es un choque entre velocidad y fuerza, por lo que depende demasiado de la forma en que se desarrolle el enfrentamiento. —Muéstrame las agallas que tienes.

Mi reflejo toma también una posición de combate, posteriormente acortamos distancia, cubriéndonos el rostro tal y como aprendimos en el servicio militar. Él es el primero en arrojarme una patada, bastante rápida, pero no tan fuerte, así que tras soportar el impacto con mi brazo izquierdo, lo atrapo por el tobillo con mi mano derecha.

Tiro de él para tenerlo a golpe, y con velocidad incrusto mi codo sobre su rostro, haciéndolo sangrar de inmediato por las fosas nasales. Pero él responde de inmediato con un puño directo a mi cara, fue muy fuerte pero es más soportable con la estructura ósea de mi cuerpo como William.

Aunque eso no impidió que surgiera sangre de mis labios, él estaba por replicar ese impacto con su otro puño, pero yo de inmediato realizo un giro sobre mi cuerpo, cayendo junto a él en una posición donde su talón está sobre mi hombro, mis dos manos están sobre su rodilla y mis pies lo inmovilizan por completo.

—¿¡Qué planeas hacer hijo de puta!? ¡Suéltame ahora mismo!

Verdaderamente parece no sentir dolor con mis golpes, así que con una gran cantidad de fuerza bruta hundo la rodilla y le rompo la pierna. Quedando la rodilla hundida y la anatomía de su pierna doblada de una manera antinatural.

—¡Ahhh! ¡Maldito! ¡Espera a que me recupere, ya verás que te voy a matar!

Lo suelto y él se queda en el suelo, observando cómo le quedó el pie, y verdaderamente inmovilizado por completo. En circunstancias normales no volvería a caminar por dos o tres años, es una lesión demasiado grave.

—Hump... supongo que mi cuerpo anterior no tiene nada que envidiarle al nuevo.

Digo mientras le doy un beso a los músculos que hay en mis brazos, posteriormente me acerco a una parte del espacio y doy un llamado fuerte pero seguro.

—¡Google! ¿¡Estás ahí!?

El espacio se empezó a romper y ante mí apareció una jovencita de piel roja con cabello blanco, de su frente surge lo que parecen ser antenas y viste una ropa primitiva que consiste en pieles de animales que desconozco por completo. Es la verdadera fisiología de Google, su cuerpo como Adlaremms.

ROMUGUVI [Vol. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora