Mi nombre es William Salinas y esta es la historia de cómo renací en otro mundo con la disponibilidad de tres deseos. Pero para ello, primero déjame contarte un poco de mi vida pasada.
Solía ser un profesor de matemáticas ordinario, con unos gustos nada destacables, de hecho llegué a ser llamado simple. Todas las mañanas bebía mi té amargo y luego me disponía a dirigirme a la escuela donde enseñaba, la jornada de aprendizaje de los estudiantes se tomaba diez horas aproximadamente, sin contar horas extras o reuniones extraordinarias.
Debo admitir que había días aburridos, en los que tras las jornadas debía ir a casa con el propósito de calificar montones de trabajos; empero, también había días libres en los que me acostaba con mis compañeras de trabajo, alumnas o secretarias de la institución.
Si alguien se hubiera enterado de mis actividades de seguro estaría despedido, después de todo están prohibidas las relaciones de menores de edad con alguien tan mayor. Pero vamos, si ellas tienen más de dieciséis años y están dispuestas a tener relaciones con un hombre con casi veinte años de diferencia en edad ya no es mi problema.
Nunca caí tan bajo como para tener que sobornar a una mujer para tener relaciones, —y nunca lo haría, no soy como él —, me buscaban por un atractivo que pulí con el tiempo. Incluso en competencias con el profesor de Educación física yo salía como ganador, por muy poco pero lo era de todas formas, todo gracias a que presté el servicio militar y nunca abandoné las rutinas de ejercicio que en para aquel entonces me parecían tormentosas.
Mi físico trabajado, intelecto claramente establecido y caballerosidad refinada, me llevaron a mi situación sexual activa. No obstante, cabe destacar que tenía días totalmente libres donde no tenía documentos que calificar ni mujeres que satisfacer, y en esos momentos disponía mi tiempo a jugar.
Los videojuegos RPG siempre me gustaron, en especial los clásicos por turnos, donde los PS o HP lo definían todo. Esto es porque en ocasiones solo tenía ánimo para pulsar un botón a la vez, el cansancio a veces era jodidamente doloroso.
Entregas como D*rk S**ls o Bl**db*rn* se volvieron exclusivos de vacaciones, pues requerían gran concentración, de la que yo carecía durante el tiempo de estudio. Aunque, debo admitir que en el primer juego mi especialidad siempre fue el rol de Tanque, nada más.
Me ponía la armadura de Gigante con todas sus piezas a +5 y caminaba lentamente por los escenarios de L*rdr*n, dando caña con armas débiles, después de todo un tanque no está hecho para hacer daño masivo.
Y ahí es donde entra el día de mi muerte, a causa de uno de mis mayores placeres, el sexo.
...
Cierto día me encontraba paseando con la profesora de física numérica, Catalina, vaya cuerpo de diosa el que ostentaba esa chica pelirroja, incluso siendo diez años menor que yo su intelecto era lo que me traía de rastras.
Hablábamos mucho, y esa palabra se queda corta al respecto. Ella conferenciaba de la velocidad de la luz, los años que tardaríamos en llegar a otros planetas con la rapidez de los cohetes actuales, e incluso especulaba la posibilidad de esquivar balas a través de la predicción.
Y yo parlamentaba de números, mi pasión. Tengo una pregunta, ¿Cuál es el número más grande existente hasta la fecha?
Una persona ordinaria no dudaría en responder Infinito. El problema es que esa no es una cifra exacta, pues incluso entre infinitos hay diferencias que al ser explicadas parecen incomprensibles.
—Es diferente el infinito de los números naturales al infinito de los decimales, literalmente hay una diferencia infinita entre ambos. Pues hay una cifra ilimitada de decimales entre 1 y 2, literalmente, ya sabes a los que me refiero, después del punto no hay fin para las fracciones.
Precisamente por mi conocimiento considero que no soy alguien ordinario y manejo de maravilla las operaciones matemáticas. Conozco números gigantescos que ni siquiera podrían ser imaginados por la mente humana, pues ni siquiera usando todo el papel del mundo podrían escribirse. Ni siquiera usando ceros diminutos.
Como sea, retomando mi paseo, me encontré con un chico de mi clase. Está en el último año de secundaria, por lo tanto su edad ronda los diecisiete años. Tenía una mirada verdaderamente oscura, aterradora incluso a simple vista, sentí como me viera a mí mismo en aquella noche de lluvia fría.
—Buenas tardes jovencito, ¿en qué puedo ayudarte?
Lo saludé como correspondía, formalmente, manteniendo el estado de alumno y maestro. Pese a mi amabilidad, él dirigió sus ojos fríos hacia la profesora Catalina, antes de sonreír con motes de locura que me despertaban un extraño sentimiento de Deja vú que empezó a inquietarme.
—Así que, ¿también te tiras a las profesoras cuando las alumnas no están dispuestas?
Sus palabras me dejaron de piedra inmediatamente, ¿cómo lo supo? ¿Quién le dijo? Todos los actos que se realizan conmigo quedan en completo silencio.
—Qué gracioso muchacho, no juegues conmigo.
—No estoy jugando profesor William. Mi novia, Sofía, tiene dos meses de embarazo y me confesó que se acostó con usted hace dos meses —, tales susurros me caen como un chorro de agua fría en pleno invierno. —¡Justo cuando los dos cumplíamos un año de novios! ¡El mismo día que usted me recomendó estudiar para los exámenes semestrales! ¡El mismo día que ella dijo que estaría en una pijamada con sus amigas! —. Un llanto doloroso estalló en el joven, incluso al gritar su voz se rasgaba por las emociones tan intensas que expulsaba de su ser.
Yo no podía mover un solo músculo, pues empecé a sentir las miradas acusadoras por parte de las personas que transitaban la zona. Al girar la vista, encontré una expresión de aversión en Catalina, quien soltó mi mano al instante.
—No, Cata, yo... lo puedo explicar... —, balbuceé en un intento desesperado por cubrir una verdad inevitable, mis mentiras nunca podrían cimentar un nuevo puente que nos uniese, los lazos se cortaron y fuimos víctimas instantáneas de la dolencia provocada por mi culpa, por la forma en que crecí, por la cosa hedonista en que me convertí sin querer.
—Estamos saliendo hace tres meses y estoy esperando un hijo tuyo, ¡cómo pudiste! —. Como ya me esperaba, sus reclamos se vieron acompañados por su mano veloz, que impactó en mi rostro sin duda.
El frío sonido de la cachetada se extendió a los alrededores, no obstante, ese golpe me ayudó a ver el arma que tenía en sus manos el estudiante, una pistola S*g Sa*er con silenciador, —¿de dónde sacó esa cosa? —. Estaba apuntándole a Catalina, y yo estando tan ofuscado por recibir la noticia de que tendré dos hijos de diferentes mujeres, no tenía tiempo para pensar adecuadamente.
Agarré con fuerza la mano de ella y la abracé forzosamente, poniendo mi espalda en la trayectoria de la boca de fuego, manteniéndome firme incluso cuando ella me estrujaba con todas sus fuerzas, incluso me mordió en el antebrazo hasta hacerme sangrar.
—¡Suéltame bastardo infeliz!
Escuchar esas palabras dolió, más de lo que sentí cuando el joven detrás de mí descargó todo el proveedor de su pistola con silenciador en mi espalda alta. Todo parecía transcurrir en cámara lenta, los insultos de Catalina, los impactos de bala y los movimientos que ella hacía intentando zafarse de mí.
Tan lento... tanto que mi corazón parecía marcar el compás de una danza de muerte, donde sin querer empecé a ser un simple títere más. ¿Esto es a lo que se le denomina coincidencia? ¿O es el producto resultante del karma por lo que hice hace años? O es simplemente así como lo quiere el destino.
—¡Maldito idiota, te odio con todas mis fuerzas, ojalá te mueras!
Me amarré tan fuerte a ella, que cuando mis signos vitales se fueron en picada a cero, caí encima de Catalina. Y ella creyó que yo le haría daño, por lo que empezó a gritar como histérica; preguntándose la razón por la que nadie retiraba al idiota que pretendía hacerle daño, pero se enteró de su situación cuando docenas de gritos asaltaron sus oídos.
Sobre ella había un cadáver, perforado con más de una docena de balas, que ya no podría brindarle una explicación al respecto, aunque creo que ya no hubiese podido salvar lo nuestro por lo menos habría respondido por mi hijo... no, mis hijos. Debo admitir que los disparos me dolieron bastante, pero no me provocaron tanto daño como las últimas palabras de Cata antes de morir.
Y todo se convirtió en silencio....
ESTÁS LEYENDO
ROMUGUVI [Vol. 1]
FantastikRenací en otro mundo con un gugoldúplex de vida, abreviado ROMUGUVI. Es una historia centrada en William Salinas, quien era un profesor de matemáticas muy respetado, con unas costumbres sexuales bastante activas. Este un día fue asesinado por uno d...