Capítulo 8:6 -Negación

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—Verdaderamente tienes una forma interesante Google, ¿quisieras acostarte conmigo?

—No puedes tomarte muchas cosas enserio, ¿verdad? Deberías estarte preguntando cómo escapar de la petrificación y no haciendo declaraciones absurdas.

—Eso puede esperar, ahora quiero coger contigo.

—A mi lado solo eres un bebé, no me llamas la atención.

Ella se cruza de brazos y desvía la mirada para no observarme, yo en tanto no puedo evitar ver sus proporciones, está muy bien desarrollada. Incluso cuando en mi cara estoy teniendo un rechazo por parte de esta preciosidad exótica.

No obstante, un segundo después vuelvo a estar serio, entonces me acerco a la chica. —¿Es posible conjurar hechizos desde aquí?

—Es posible, pero no puedes hacerlo tú, lo debe hacer él.

Dice ella mientras señala al pelinegro que se lamenta en el suelo por la pierna rota, quien al instante voltea a mirar a única dama entre nosotros.

—¿Y por qué?

Pregunto mientras tomo algo de distancia para verla directamente a los ojos, ante lo cual Google se rasca la cabeza levemente.

—Digamos que tu alma no posee magia, pues naciste en la Tierra originalmente. En cambio él nació en Siradel, así que su alma tiene la magia nativa del planeta.

—Ya veo, así que mi único medio de escape es el impostor.

—Básicamente.

—¡Maldita sea! ¡No hablen de mí si estoy escuchando! —. Mi clon reprocha enojado desde el suelo, su pierna ahora está traqueando mientras se compone lentamente.

—Eso no tiene importancia ahora, lo que me interesa es ponerte un nombre adecuado. Eres lo contrario a mí, así que tu nombre será Thyar, te queda genial niño —, digo mientras me agacho levemente para verlo de cerca, ante lo cual intenta darme una patada con su pierna funcional.

—Cuando me recupere te partiré la boca maldito. ¿Qué demonios tengo que hacer para que este cretino salga de mi espacio personal?

—¿Espacio personal? Que yo sepa esta es mi mente, tú solo eres un invitado que eliminaré algún día.

Thyar se queda callado por unos minutos, en los cuales Google y yo esperamos a que se recupere adecuadamente. Cuando está listo se pone de pie con una cara que si pudiera matar ya me habría despedazado, afortunadamente no le es posible hacer eso.

—Durante nuestra conexión con Vicaria le pedí una compilación de los hechizos, aunque se notaba bastante confundida por el hecho de que hubiera una voz femenina en tu cabeza.

Ante la mención de la súcubo no puedo evitar recordar que todas ellas cayeron muertas, lo que me pone en un estado de ánimo un poco apagado.

—Para escapar de esta conjuración es necesario negar el hecho de que fuiste petrificado, la conjuración negación del suceso podrá reestablecer tu cuerpo.

—Es un hechizo que juega con el espacio-tiempo y la realidad misma, en ocasiones me pregunto cuáles son los límites de las conjuraciones profanas, porque empiezo a pensar que tienen poder incluso sobre las leyes universales.

Ante mis palabras Google se queda callada, como si supiera mucho más de lo que dice. Entonces me acerco con un tono detectivesco, al igual que Thyar, quien empieza a reírse con locura. —¿Estás pensando lo mismo que yo?

Pregunta él muy emocionado, como si estuviera conectado conmigo a través de los pensamientos. —¿Separarnos? —. Digo con algo de duda pues es lo primero que yo pensé cuando el silencio de Google apareció.

—¡Sí! Tú sí que sabes en qué pienso.

Thyar se nota bastante contento con el solo hecho de que yo haya dicho eso, pero la verdad no creo que sea motivo de tal celebración, ni loco sacaría a ese asesino al mundo real, más bien buscaría la forma de borrarlo definitivamente.

—No diré nada por ahora, quiero evitar molestias de momento. Recita este conjuro: Escapo del destino previsto y decido mi propio tiempo, negación del suceso.

—Escapo del destino previsto y decido mi propio tiempo, negación del suceso.

En cuanto terminó sus palabras el espacio en blanco empezó a fluctuar, como si quisiera expulsarme de ese punto. Vi cómo desaparecían Google y Thyar, antes de que yo volviera a la realidad.

Abrí los ojos bastante asustado, pues entré al mundo de golpe, como si nunca me hubiera ido desde el principio, o como si acabara de despertar de un sueño profundo. Paseo mis ojos por los alrededores y encuentro que estoy desnudo, así que convoco desde el inventario un uniforme y lo equipo de inmediato.

Estoy justo al lado de la estatua que quedó de mí, lo que me pone en la duda de cómo funciona el mecanismo de la conjuración negación del suceso, pues el hecho de que quede un residuo mío me preocupa. —Espero que no haya efectos secundarios por eso.

Al visualizar con más detalle alcanzo a poner en mi vista a Vicaria, quien parece estar muerta, pero descubro lo contrario al ver varias líneas de sangre conectándose con ella, como si la estuvieran sanando. Sigo con los ojos estos delgados hilos y veo los cuerpos inertes de las otras súcubos, quienes al parecer con sus últimas fuerzas salvaron a la más fuerte de ellas.

Cuando poso mi mano desnuda sobre la piel de ella siento cómo me extrae la vida, provocando su pronta recuperación, las heridas superficiales se le cierran de inmediato. Ella abre los ojos y alcanza a observarme, entonces abro una brecha y la envío nuevamente a la cueva para que descanse. Con velocidad busco todos los cuerpos de las demonios y los envío a la cueva, para que puedan recibir una sepultura digna por parte de Vicaria.

De inmediato emprendo una carrera para reunirme con mis compañeros de clase, no sé cuánto tiempo ha pasado desde el momento en que fui petrificado, solo sé que estoy de vuelta y es difícil que me vaya.

En cuanto atravieso las puertas de salida de la Pedalja, veo a miles de estudiantes reunidos con sus familiares más cercanos, pues lo ocurrido definitivamente puso en riesgo la vida de los estudiantes. Con disimulo empiezo a incluirme entre la multitud, hasta que en un golpe de suerte me topo con mi padre, quien me acogió en sus brazos con un fuerte abrazo.

—¡Hijo! —. Grita feliz mientras derrama algunas lágrimas, mientras que él me mima, puedo ver a la distancia cómo curan a algunos estudiantes que resultaron heridos por la batalla. Entonces aparece de la nada mamá y nos abraza tanto a papá como a mí, levantándonos a ambos con sus brazos. —¡Qué alivio! —. Dice mientras nos balancea de un lado a otro.

ROMUGUVI [Vol. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora