Capítulo 14:4 - Mentira

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—Director, ha, ha, ha. No me lo creería si se lo dijera —. El pelinegro, a pesar de tener todavía el efecto de la hierba camaleón del cielo no puede ocultarse ante los ojos privilegiados del hombre sabio, que son capaces de desenmarañar hasta los engaños más sutiles.

Fue por él que creó la sortija que restringía su poder, pues sabía que indudablemente arruinaría su vida si lo descubriera, razón por la cual no se contuvo a la hora de invertir años de vida en ese objeto que le ahorraría problemas mayúsculos.

—Te escucho jovencito, y de una vez aprovechas para contarme cómo está tu madre —. Él parece estar muy tranquilo, incluso cuando es obvio que me infiltré en la Pedalja sin permiso o previa invitación.

—Mi madre está bien, ya sabes cómo es, hermosa como siempre —. Me centro únicamente en responder lo segundo que él quiere saber, por lo que muestra una sonrisa feliz, antes de verme fijamente por un buen momento, casi diez segundos de silencio profundo.

—Estás buscando algo importante, lo veo en tu mirada. Y por lo que veo tienes prisa, así que no te preguntaré por qué hueles a sangre y cenizas, ya tú sabrás en qué te estás metiendo, puedes salir de la oficina —. Tras esas palabras el pelinegro se sorprendió notablemente, desconoce la forma de pensar que tiene el anciano, se sabe que es extremadamente sabio y que ocasionalmente llega a hacer cosas incapaces de ser explicadas por alguien ajeno a él mismo.

—Le pido me disculpe director, no tardaré mucho en la Pedalja, solo busco un objeto que me dijeron que podría hallar en este lugar —. Arthyr se inclina en señal de un respecto absoluto, ante lo cual el anciano le pone la mano en la cabeza, despejando el efecto mágico de la hierba que lo hacía invisible.

—Si me preguntas a mí podré ayudarte sin problemas, siempre y cuando esté dentro de mis posibilidades —. Ese hombre, a pesar de su increíble nivel 478, demuestra una amabilidad digna de admiración. Tales palabras convencieron al azabache, pues si quiere despejar las dudas de Petermin es mejor estar por debajo de su barba, allí no se fijará demasiado y estará desapercibido ante su mirada de búho.

—Verá, estoy buscando la piedra indestructible que perteneció a Thalíope Valhore. Es necesaria para una misión que me encomendó mi madre, dijo que la necesitaba para no sé qué... —. El pelinegro reúne toda la fuerza de voluntad posible para entregar esa mentira, arriesgándose a que lo descubra el hombre viejo, afortunadamente él parece haberle creído, aunque con una mirada que parece querer decir lo contrario.

—Bueno, esa piedra no está a mi disposición, pero sé quién la tiene, así que no tengo problemas en indicarte dónde se encuentra —. Mientras habla, vuelve a tomar asiento en su cómoda silla detrás del escritorio, antes de tomar un documento bastante extenso que probablemente deba leer de arriba abajo.

—Se lo agradezco mucho, director Petermin —. Dice mientras se inclina respetuosamente.

—Deja tanta formalidad muchacho, tu madre y yo nos conocemos hace tiempo así que no es necesaria tanta cordialidad. Mira, ve al primer piso, dirígete específicamente hacia el espacio donde se hospedan las siervas esclavas, una de ellas carga consigo esa piedra, pues ha pertenecido a su familia desde hace muchos años —. Sabiendo ya la información que necesitaba saber se dispone a salir, por lo que da media vuelta y se dirige a la puerta, pero justo antes de irse el director susurra una frase muy particular que le puso los pelos de punta a Arthyr. —Y recuerda, no es bueno mentir.

Con rapidez se dirigió al primer piso, bajando todas las escaleras del sitio, mientras tiembla inconscientemente al imaginar que su identidad puede estar a manos del director de la Pedalja. —Disculpen —. Dice mientras toca la puerta de hospedaje para las esclavas, ante lo cual una chica que él ya conoce abre la puerta.

—Arthyr, qué sorpresa verte de nuevo —. No es otra más que Adhela, quien ha permanecido devota a su trabajo en el centro de formación. El pelinegro pensó que debería matarla en algún momento, creyendo que ella sabía de su secreto, pero con el tiempo descubrió que era completamente ajena a los asuntos de Dalila por más juntas que pasaran.

—Hola Adhela, no quisiera hacerte perder el tiempo así que voy directo al grano. El director me dijo que aquí podría encontrar la piedra indestructible de Thalíope Valhore, ¿es eso cierto? —. Ante mis palabras ella se sorprendió notablemente, y dio una mirada en el interior de la habitación.

—Nerea, creo que te necesitan —. La albina se aparta de la puerta y una chica llega para verme, su rostro está cubierto por el velo que le brinda los derechos a una esclava, y está vestida con el traje de sierva.

—¿En qué puedo servirle jovencito? —. Su tono de voz es dulce, aunque no parece que ella sea muy feliz con el trabajo que desempeña. Tiene la misma estatura que yo, pero sé que tiene sus veinte años aproximadamente, pues ella llegó aquí dos años después de que muriera Dalila y en ese tiempo tenía quince años.

—Necesito que me entregues la piedra indestructible —. Ni siquiera esperó a que yo terminara mis palabras cuando ya estaba cerrándome la puerta en la cara, por lo que tuve que reaccionar para no dejar que se aislara. —¡Espera, espera! ¡Te daré lo que quieras por ella, me urge tener ese tesoro!

—A ti y a miles más, es un elemento demasiado preciado para mi familia, no solo por su valor cultural —. Su amabilidad y cortesía de antes ahora se volvió un desprecio acompañado por miradas de odio punzantes como dagas. —Nadie puede darme lo que quiero, ni siquiera los mismos dioses.

—Dime lo que quieras, encontraré la manera de dártelo...

—Hump... es inútil... quiero mi libertad y quiero que me liberen del maleficio que me ha agobiado por años, ¿puedes acaso hacer eso? No puedes, nadie puede, ¡es algo que me tendrá atada de por vida!

Me quedé callado ante su desahogo, pues percibí perfectamente este sentimiento de ira. Ahora comprendo por qué tiene la piedra, ella es sin duda la hermana menor de Daphnée, realmente se ha mantenido a salvo de la muerte tal y como lo pidió en su deseo.

—¿Me creerías si te dijera que puedo librarte de la marca del mentiroso? —. Liberé la pregunta de una manera sutil.

ROMUGUVI [Vol. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora