Capítulo 8:2 -Peligro real

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Aparezco nuevamente en el cuarto, doy una mirada por los alrededores y me sorprendo al ver mi cama en otro sitio, y el cofre que tenía debajo de esta no está en ninguna parte. —Respira —, retomo el control y empiezo a recopilar en mi mente lo que pudo haber sucedido, no puede ser que haya sido... no, no le di ninguna pista o indicio sobre mi identidad, ¿qué pudo haber sido?

Al prestar más atención me doy cuenta de que hay un escándalo afuera, varios estudiantes están corriendo por los pasillos con un desespero enorme. Abro la puerta con cuidado y entonces escucho las voces de los pequeños. "¡Arthyr! ¿¡Dónde estás!?"

Me están buscando a mí, vuelvo a cerrar la puerta y me doy una ducha rápida antes de salir, en cuando me ven los estudiantes suspiran en alivio y me indican que me dirija inmediatamente a la sala de la directora. Obedezco sin rechistar y corro hacia allí, ¿qué necesitará Dalila de mí como para requerir que esté allá desde tan temprano?

Creo que no son ni siquiera las 8:30 de la mañana, no me llamaron por preocupación o algo parecido, pues los estudiantes son autónomos y deben reportarse solo de vez en cuando, es algo más. —¿Puedo pasar? —. Pregunto justo después de tocar la puerta, del otro lado me abre Adhela, quien me brinda una sonrisa y me invita a pasar con un gesto amable para luego cerrar la puerta.

—Arthyr, toma asiento.

Me heló la piel al instante el tono de voz serio que utilizó Dalila, está sentada en su escritorio y delante de ella hay una pequeña cajita con un decorado hermoso. Le obedecí de inmediato y me acerqué tal y como ella me lo había ordenado, estoy algo nervioso pero no sé por qué, es como si mi cuerpo pudiera sentir que algo malo está a punto de pasar.

—¿Quieres algo de tomar?

Me pregunta Adhela por la espalda, a lo que yo simplemente asiento y ella se retira para preparar algo. Mientras tanto, Dalila me observa muy seria.

—Arthyr, tu madre y tu padre han sido muy amables conmigo desde que los conocí, el trabajo que me brindaron fue la oportunidad más grande de mi vida.

Mientras dice esta línea de diálogo la sirvienta albina me trae lo que parece ser un té muy fino, por lo que empiezo a beberlo para disimular un poco más los nervios que siento por lo que ella está diciendo. —Déjanos solos Adhela —, la sirvienta obedece y se retira, cerrando la puerta con seguro tras su partida. Es como si en cualquier momento fuera a pasar algo irreversible, algo que definitivamente no puedo controlar.

—Estaba muy alegre de que tú estuvieras aquí conmigo, te podría volver a enseñar, pero en cambio solo ocurrió eso...

Un suspenso surgió en el momento en que se detuvo, mientras miraba la caja y me miraba a mí, como si me quisiera decir que la abriera ahora. Tragué saliva de inmediato y aproximé mis manos hacia esta, levanté la tapa con decorados y en el interior estaba la pluma de tono rojo brillante que ella me había regalado.

Verifiqué de inmediato mi cinturón de herramientas y el precioso elemento no estaba en ninguna parte. —¿Dónde lo encontraste? Se me había perdido —, intento mentir en ese momento, pero los ojos de la peliazul solo se fruncen más.

—En el quinceavo sub-piso, justo donde nos enfrentamos... ¿o acaso lo olvidaste?

—Yo... no sé de qué hablas de verdad...

—Desafortunadamente, yo sí sé de qué estoy hablando.

Ella de inmediato me tira la taza de té de la mano y me rasga el guante con el que ocultaba la marca del padecimiento, revelándose ante ella en todo su esplendor. Y entonces sentí el peligro latente provenir de la directora, doy una mirada hacia atrás y veo mi ruta de escape bloqueada.

—¿Qué te pasó Arthyr? Tú eras un niño bueno.

Su rostro, antes serio, ahora se torna triste y de verdad hundido en el desaliento, los ojos le lagrimean un poco y su tono de voz está levemente rasgado.

—Yo... simplemente quise alcanzar nuevos objetivos...

—¿¡Y entre tus objetivos está acabar con el mundo!? ¡No entiendes que liberar a Lilith supone la destrucción de todos los seres humanos!

—Acabar con los humanos no es mi objetivo, tengo un plan mucho mayor de lo que tú podrías pensar...

La peliazul se pone de pie del escritorio y da una vuelta alrededor de su propia silla, mientras se agarra el cabello por la situación en que se encuentra, debatiéndose entre la moral y la ética. Su moral puede dictarle que no soy el enemigo, pero la ética con la que creció me sitúa como el enemigo al que debe destruir a toda costa... incluso cuando su vida esté en medio de la cruzada.

—Sabes, siempre pensé que tu pensamiento era demasiado maduro para tu edad, pero ahora me doy cuenta de que ante mí no hay un niño... sino un monstruo.

Tales palabras me hirieron ligeramente, no esperaba un ataque tan directo por parte de una persona a la que le tengo aprecio. Intenté mover los labios para hablarle y tal vez explicar la situación en que me encuentro, pero de la nada ella empieza a expulsar un aura mucho más poderosa de lo que debería estar.

—Me disculparé luego con Ariadna, pero debo acabar contigo aquí y ahora.

En su mano de repente aparece el bastón que utiliza para luchar, ella empieza a crear una bola de viento comprimido que dirige hacia mí.

[Advertencia. Usted ha sido envenenado con Doluta Adicia]

La voz de Google en mi cabeza hace que me sorprenda al instante, pero no tengo tiempo para procesar nada pues el conjuro de aire me golpea directamente en el pecho.

Una tos seca me agobia al instante, mientras que un intenso dolor me abruma en el sitio de impacto, fue como si hubiera recibido directamente un pelotazo de Paint ball.

Intento con todas mis fuerzas tomar aire, mientras caigo de espaldas con la silla. La caída también la sentí perfectamente, pues mi cabeza recibió el golpe contra el suelo.

—¿Sorprendido? Bebiste un té que hice especialmente para ti. Está hecho a base de Doluta Adicia, una hierba que multiplica diez mil veces el dolor que puede sentir el cuerpo, me pareció muy complicado luchar contigo con esa invulnerabilidad a las sensaciones que mostrabas —. De repente, el miedo genuino empezó a acosarme, por lo que empecé a retroceder, mientras que ella se acerca lentamente y se ve como una verdadera pesadilla capaz de hacerme sufrir.

ROMUGUVI [Vol. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora