Capítulo 11:2 - Placer forzado

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—Oye Rytha, ¿podrías ayudarme por aquí un momento?

Podemos ver a una sirvienta intentando levantar una mesa para pasarla de lugar, a su lado se encuentra Rytha con un vertido igual. Él estaba sacudiendo un cuadro, empero, ante el llamado decidió hacer caso al instante.

Él está trabajando temporalmente en la mansión de la familia Herafride, en el principio tenía la intención de vestirse nuevamente como un hombre, pero el hijo o hija mayor de la familia insistió en que se travistiera como lo hacía durante la carrera de mazmorras.

Su nombre es Afraité y es un ser que nació con la maldición del doble placer, por lo que es hermafrodita, posee pene y vagina, pero le gusta identificarme como una chica. Su cabello es de color violeta y sus ojos son azules profundos, tiene un rostro angelical que irradia pureza.

Ella fue quien insistió en contratar a Arthyr como un siervo, pues él estaba en busca de un trabajo, después de todo se le considera como un adulto ahora, y estando desvinculado de la Pedalja no tiene más opción que trabajar para ganarse el sustento.

Lleva una semana apenas, pero la atención excesiva que recibe por parte de Afraité es más que obvia, incluso siente algo de incomodidad. Ella no está mal, pero a él no le atrae realmente y por si fuera poco está esa maldición. El pelinegro ayuda a la otra sirvienta a mover la mesa, y después vuelve a sacudir los alrededores.

<<Sin darse cuenta de repente termina solo en el pasillo, se centró demasiado en su trabajo>>

Observa la hora y nota que ya debe ir al comedor para cocinar, la cena de la familia es muy importante y olvidó por completo su obligación. Se pega en la frente antes empezar a correr, no obstante, al intentar abrir la puerta se da cuenta de que esta está cerrada con llave, y al mirar hacia atrás solo ve a una chica de cabello violeta con los ojos fijos en él y una sonrisa nada santa.

Ella tiene las llaves en su mano y acababa de atrancar la puerta por la que entró, le cerró las únicas dos rutas de escape que tenía el chico. Entonces se arroja corriendo hacia el chico, mostrando unas estadísticas notables, pues lo arrinconó al instante y le atrapó las dos manos por encima de la cabeza con una sola de las suyas, azotándolas contra la puerta.

—Rytha, quiero que seas mío —, su respiración es agitada y el tono de su no hace que la calma en el pelinegro prevalezca correctamente. —Dame todo de ti —, sin ningún tipo de espera ella roba los labios del pelinegro y empieza a besarlo, mientras que con su mano libre empieza acariciar su entrepierna.

La respiración de los dos se empieza a combinar, formando una sinfonía de gemidos por parte de los dos, él con su vestido de sirvienta adulta y ella con su vestido de adulta noble. Afraité es más alta que Rytha por menos una cabeza, por lo que lo tiene a su completa disposición, ella se agacha entonces y mete su cabeza por entre la falda del pelinegro y empieza a practicarle una felación.

Ante lo cual él empieza a liberar su voz descontroladamente, ella le soltó las manos porque era notorio que ya no se escaparía, por lo que con estas solo es capaz de taparse la boca, mientras que el enrojecimiento de su rostro crece en conjunto con la respiración descontrolada. Desde sus ojos solo ve el bulto que se mueve por debajo de su falda, provocándole el mayor placer que nunca pudo imaginar.

Debido a su falta de experiencia no tarda en eyacular su gotas de semen adolescente, solo fueron dos disparos en la boca de la chica, quien hace sonidos extraños al notar el líquido caliente en su paladar, por lo que saborea y después traga.

El pelinegro solo inhala y exhala por esto que acaba de sentir, es definitivamente lo mejor que le había pasado, incluso cuando ocurrió contra su voluntad.

—¿Cómo se sintió mi lindo Rytha? —. Afraité se pone de pie y lo mira a los ojos, ante lo cual él asiente pausadamente, expresando una verdad innegable. Esto hizo que la sonrisa de la noble creciera y su excitación se incrementara, dejándose ver una erección a través de su vestido.

—Se sintió muy bien.

—Entonces, haz que yo también me sienta bien —, dice ella mientras se levanta el vestido, después toma la cabeza de Rytha y lo insta a ponerse de rodillas, ante lo cual él actúa como una mascota mansa y le obedece al instante. —Cierra los ojos y abre tu hermosa boquita.

El azabache no rechista en lo más mínimo y obedece, lo que solo excita más a la hermafrodita, quien sin poder contenerse más introduce su propio miembro en el paladar del travesti, empujándolo hasta el fondo. Es notable la diferencia entre tamaños, pues mientras el pene de Rytha apenas mide doce centímetros estando erecto, el de ella llega a los dieciocho fácilmente.

—Ya sabes qué hacer para que me sienta bien.

Ante las palabras de Afraité, él empieza a succionar, lamiendo y paseando su mano por el tronco, devorando ocasionalmente la cabeza pero sin ser tan experto como ella lo fue. Estas leves caricias inexpertas solo hacen que la excitación y el deseo carnal crezcan en la chica, por lo que sin restringirse más agarra la cabeza del azabache y empieza a utilizar su boca como un agujero de placer, moviendo sus caderas frenéticamente mientras que él se asfixia.

En cuando le da tiempo de descansar, él tose antes de intentar tomar aire, y sin darle más tiempo vuelve a utilizarlo de la misma manera, una y otra vez, pero sin correrse todavía, como si tuviera una notable experiencia. —Me encanta tocar tu garganta con mi pene... se siente muy rico.

Tras terminar su última ronda, lo levanta del pelo y vuelve a besar, atacándolo con su lengua experta, eliminando cualquier rastro de inocencia en el azabache que tiene gusto por los vestidos. Posteriormente ella lo toma en sus brazos y lo lleva hasta la mesa que antes ayudó a cargar con la sirvienta, donde lo acomoda y levanta su vestido.

Allí le hace otra felación pero más corta, pues empieza a escudriñar en su ano, metiéndole la lengua y haciendo que él gima incesante por el placer que siente, sus uñas incluso se clavan en la madera por lo descontrolado que está. Cuando Afraité cree que ya está listo su terreno, saca su pene, para pasar al plato principal...

ROMUGUVI [Vol. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora