Capítulo 3:8 -Heilatt y el campeón

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Puedo notarlo, ese gran poder que ambos desprenden, son unos monstruos. Recuerdo que durante mi estancia como estudiante de la Pedalja nunca llegué hasta el séptimo sub-piso siquiera y esos dos llegan hasta el quinceavo sin problemas. De hecho, uno de los dos derrotó al dragón que tanto tiempo tomó capturar y criar.

—"Esa aura oscura, es demasiado débil, pero puedo percibirla en ese tal Aqwl, es imposible que se trate de un mensajero".

—Directora Dalila, ¿va a permitir este duelo?

Escuché la voz de la maestra Dupreé, una de las mejores del sexto peldaño en el área de hechicería por fe. Ella se sentó a mi lado en el medio de la grada, junto con el enorme cúmulo de estudiantes que desean observar el encuentro.

Dupreé es una mujer de unos cincuenta años, más o menos, nunca revela su verdadero número. Su cabello ha ganado algunas canas con el tiempo, muestra de su experiencia más que de su vejez. Es regordeta, no tanto como para sufrir riesgos del corazón, pero sí lo suficiente como para que no pueda ganar una carrera contra niños.

—Lo permitiré. Hubo un acuerdo mutuo de combate el día de ayer, ese príncipe de la familia Noahí siempre pide este coliseo para sus pequeños duelos.

—¿Y por qué tiene que ser aquí en el primer peldaño?

—Hump, es obvia la respuesta. Ningún otro director aceptaría servir como réferi en un combate de gran escala —. Ante mi respuesta se quedó callada y simplemente se limitó a observar a los estudiantes de la arena. Uno con su brillante armadura y el otro ocultando su identidad como un villano. Heilatt y el campeón.

Sin previo aviso el heredero del país de Pacifae se abalanzó hacia su oponente, desplegando una velocidad abrumadora, pues incluso una bandada de polvo se levantó. Su espada claramente desea insertarse en el hombro de su adversario, con el propósito de inmovilizarlo rápidamente, no obstante... como si pudiera seguir los movimientos perfectamente, el campeón se inclinó levemente hacia atrás evitando por completo el daño.

Los instantes parecían transcurrir lentamente, intervalos en los que la espada plateada de Heilatt acortaba distancia con su objetivo, era un tajo casi seguro con un arma de daño elevado. Empero, contra todo pronóstico, el campeón interpuso el colmillo de dragón usándolo como un garrote ordinario.

Una onda de sonido chirriante se liberó justo en ese momento, las vibraciones me helaron la piel al instante, pues era una clara muestra de la fuerza y el daño que había tras dicho golpe. El campeón bloqueó el golpe de manera limpia y elegante, no perdió la calma en ningún momento, como si no tuviese verdadero miedo de su oponente.

La sorpresa es extrema en los ojos de Heilatt, y también en los de todas las personas que lo apoyan incondicionalmente, ese golpe probablemente nunca había sido detenido por alguien. Heilatt tiene un nivel muy elevado, y si no estoy mal, para sujetar esa espada se necesita un equilibrio de estadísticas demasiado específico. Por lo tanto, que el campeón pueda detener ese golpe significa que tiene estadísticas en un nivel igual o superior.

—Mi turno...

Fue muy bajo el tono de su voz, como si solo se dirigiera hacia su contrincante, pero alcancé a escuchar perfectamente. Y entonces ocurrió, Heilatt saltó con presura, intentando ganar distancia con su oponente.

El campeón de inmediato lo siguió, igualando en un instante la velocidad del noble, y sucedió una situación tal cual como ocurrió al principio de la batalla, pero los papeles se invirtieron. Ahora fue Heilatt el que se cubrió del ataque de su contrincante y la vibración de cruce alcanzó una resonancia muy superior a la que pudo generar el anterior ataque.

—¡Esto no es posible!

Dupreé me robó las palabras de la boca con su expresión de sorpresa. Nosotros los directores y profesores a través de la experiencia podemos medir el daño aproximado con las ondas de choque liberadas, el tajo de Heilatt al principio alcanzó una medida superior a quinientos, no obstante, este golpe del campeón...

—Eso estuvo por encima de los mil trescientos.

Dije en voz baja, mi piel me transmite escalofríos que se funden con la potente resonancia que todavía circula en ondas por el aire. Parecía que Heilatt verdaderamente había detenido la fuerza de su rival, empero, la hoja de su espada empezó a fragmentarse.

El heredero de Pacifae lo notó rápidamente y con su gran velocidad escapó del forcejeo con el campeón, esto provocó que su fuerza de golpe diera directamente en el suelo, erigiendo una explosión de polvo y arena que tenía en parálisis total a todos los espectadores.

—Revela ante mí los secretos del mundo.

La humareda bloqueó por completo el campo de visión ordinario, así que conjuré el hechizo de fe "Ojo de credo". Aquello me permitió observar directamente una especulativa barra de salud, entre el humo estaba la del campeón totalmente intacta.

Y un poco alejado estaba Heilatt, quien recibió más o menos cincuenta puntos de daño solo con las sobras de la onda de choque generada. Ese número no debería significar la gran cosa en un golpe directo, pero que lo provoquen simples migajas del impacto real es preocupante. Pues el daño viajó incluso a través de la armadura plateada del Noahí.

Ninguno de los dos se movió de su posición, como si estuvieran esperando a que la humareda se dispersara. El primero en observarse fue Heilatt, quien se nota levemente agitado, pero no de agotamiento sino de estupor.

Cuando las últimas motas se dispensaron, allí de pie, se encontraba el campeón con su máscara blanca. En los ojos de Heilatt es notable el miedo, tan abrumador ataque nunca fue considerado en sus planes de batalla.

El público está callado, presenciar tanto poder destructivo en simple ataque físico no es normal de ninguna manera.

—Heilatt estará en problemas si continúa el cruce de ataques.

Mis palabras estaban dirigidas a Dupreé, pero ella está tan vislumbrada que ni siquiera me prestó atención, y cómo no estar maravillada ante un despliegue tan abrumador de potencia.

No obstante, como si el caballero plateado me hubiera escuchado, empleó un conjuro con un alto grado de inteligencia. Sobre su cabeza, apoyada en la palma de su mano, hay una bola de fuego ardiente alimentada de sus sentimientos iracundos.

Es más grande que un niño de primer peldaño erguido completamente, no me cabe duda de que ese ataque podría afectar más allá de la arena de combate.

—No hay chispa que me toque ni gota que me moje, huestes tras los elementos bríndenme su escudo fuerte. Gran muro de fe.

Una barrera translúcida se erigió en los límites de la arena, deteniendo todo lo que ocurriera allí en un estado de aislamiento con el resto, tal barrera se levantó justo a tiempo, pues una explosión de alcance destructivo impensable ocurrió casi al instante.

La luz cegadora provocó que todos nos viéramos en la necesidad de cerrar los ojos, el calor incluso alcanzó a atravesar levemente la barrera. Ese conjuro, para realizarlo es necesario poseer cuarenta puntos de inteligencia como mínimo, ¿qué tipo de monstruo es el príncipe Heilatt?

—"¿Qué ocurrió con el campeón?"

ROMUGUVI [Vol. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora