Capítulo 7:7 -Vida difícil

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—"Yo... yo imaginé el rostro Sofía, la estudiante por la que fui asesinado, entonces... ¿por qué estoy en un prostíbulo?" —. Es inevitable que la ira se apodere de mí, pues una chica que se notaba con tanto éxito por delante no pudo haber caído en este pozo.

No hay ninguna duda, ante mí está uno de los prostíbulos a los que asistían mis amigos más cercanos, debido a mi edad física no podré ingresar de ninguna manera, así que tendré que esperar antes de confirmar lo que ya debería saber. Me senté en la acera de la esquina paralela a ese sitio, veo cómo entran y salen sujetos durante un par de horas, hasta que el horario establecido cesa y el local cierra.

Con los ojos veo los rostros de las mujeres que se visten de manera exhibicionista, a quienes el turno ya se les terminó y ahora deberían dirigirse a sus hogares, aunque no faltan las golosas que van a pararse en una esquina para seguir laborando.

—Justo lo que me temía —, reconozco el rostro de la chica, quien no parece demasiado feliz con la ocupación que ahora desenvuelve. La sigo por un par de cuadras sin ser visto por las otras personas, pues literalmente estoy saltando entre los tejados de las casas y los edificios de la zona, este es un barrio demasiado peligroso, por algo yo no me metía demasiado aquí.

De repente, en una de las esquinas por las que transita Sofía, aparecen un par de sujetos con cuchillos que la amenazan, ella entonces les da el dinero que lleva y se marchan. La observo con algo de impotencia, pero no puedo intervenir a la vista de todos, así es... de todos. Pues muchos vieron cómo la atracaban y no hicieron nada para ayudarla, es el día a día que ahora mismo vive.

Tras tal suceso ella se mueve cabizbaja a su hogar, y ahora está ahogada por las lágrimas de haber perdido un día entero de trabajo. Su hogar se sitúa en una cadena de departamentos, vive bastante bien a decir verdad, pero no me agrada en lo más mínimo el hecho de que explote su cuerpo para vivir.

Espero unos minutos hasta que se duerme y entonces entro a su departamento, veo algunas cosas regadas entre las cuales hay documentación donde la rechazan en universidades públicas por tener un hijo. Al observar la cama donde duerme, aprecio a un niño de cabello negro que no se despega de los brazos de su madre.

—El mundo puede llegar a ser asqueroso —, abro un portal y me sumerjo en él, imaginé en mi cabeza una armería en la que una vez me recomendaron que comprara durante mi estancia en el servicio militar. Debido a la hora no hay nadie atendiendo, así que tomé prestada una pistola Sig Sauer SP 2022, que maneja cartuchos de 9 mm y posee un alcance efectivo de 50 metros aproximadamente. Su capacidad de recargar puede poseer hasta quince balas sin contar la que puede almacenarse en la recámara.

Tomé varios elementos para recargar y dos cajas de munición, cada una con 50 cartuchos disponibles. Posteriormente abrí un portal directamente a una de las azoteas desde donde presencié el asalto, allí me senté a llenar el almacenamiento de carga, con el cuerpo de niño es algo difícil meter las balas, es algo extraño ejercer la presión necesaria teniendo estos pequeños dedos.

—No me complicaré la vida —, saco desde mi inventario una hierba de Senectud zafral y obtengo mi cuerpo de adolescente, obligándome a cambiar mi uniforme de inmediato para que no se rompa, lo que siempre debo hacer cuando permuto de forma.

—Sé que no solucionaré demasiado, pero por lo menos le quitaré un buen peso de encima a la policía —, la razón por la que me transformé en adolescente no fue solo para recargar, sino también para disparar, el retroceso de la pistola Sig Sauer es mayor al de un arma larga por la forma en la que debe apuntarse o alinearse.

Además, pesa casi un kilogramo cuando está cargada, y al tenerse que apuntar con las manos extendidas por completo requiere un enorme esfuerzo que no todos conocen. Aquel que no está al tanto de un arma cree que apuntar es tan fácil como en un videojuego, cuando en realidad se debe tener un control absoluto de la mira con el objetivo.

Fallar es lo normal cuando se dispara, pues la respiración juega un papel vital a la hora de alinear un blanco. Sé que mi servicio militar lo presté hace muchos años, pero de todas formas no se me olvidarán nunca los entrenamientos que tuvimos que pasar para ser arrojados al combate.

Con un salto suave me sumerjo entre los callejones, buscando a los bastardos que le quitaron el dinero a Sofía. En el silencio de la noche puedo oír sus suaves murmullos, producto de la alegría y la ambición que nacen al tener un buen fajo de billetes en mano. Mis pasos son cortos e insonoros, hacía tiempo que no utilizaba mis conocimientos de combate sigiloso.

Al cruzar una esquina no veo a dos o tres tipos, veo a siete reunidos alrededor de un bote de basura. Todos tienen un aspecto de matones que quisieras evitar de todas las formas posibles, entre ellos hay una mujer que vi en la entrada del prostíbulo.

—Muchas gracias chicos, la puta de Sofía siempre se lleva a los mejores clientes y nos deja a nosotras con la peor parte. Por eso les dijimos cuál era su ruta, pero ya saben que no pueden contarle a nadie de esto, ¿está claro?

—¡Claro que sí nena! / ¡Por ti lo que sea!

—Muy bien, ahora tal y como lo prometí.

De repente se puso de rodillas y empezó a practicar un oral masivo a los seis sujetos que la rodeaban, no pasó mucho tiempo antes de que la desnudaran y empezaran a copular con salvajismo, esos sujetos la abofeteaban y ahorcaban, mientras que ella gemía de placer como una perra en celo.

Minutos después ella se retiró y los dejó a ellos allí, agotados, definitivamente es una perra voraz. —No te escaparás tan fácilmente —, con un rápido salto alcanzo a esa prostituta envidiosa y sin siquiera una mota de duda en mi cordura, libero el primer disparo del cargador.

La vainilla caliente salió y ella cayó al suelo herida, no deben culparme, la ira me está consumiendo en este momento, como si el dragón me estuviera poseyendo, o como si mi yo de hace tantos años atrás hubiera vuelto a tomar control sobre mi ser. Ese mismo que fue capaz de matar a puñaladas a Francisco en una noche de lluvia, ese mismo es quien ahora domina mis sentidos.

—¿¡Qué fue eso!?

Los sujetos se asoman desesperados, a lo que yosimplemente doy media vuelta y emprendo una ráfaga de disparos contra ellos.Solté un total de seis balas de tacada, que provocaron la caída de dos deellos, mientras que los otros empezaron a correr temerosos por su vida, pueslos cuchillos no tienen oportunidad contra las pistolas.

ROMUGUVI [Vol. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora