Capítulo 12:8 - Otra historia

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Y ahora, yacemos sobre la cama cubiertos únicamente por una sábana, ya nos conocimos y depositamos todo de nosotros en la semilla que está en el vientre de la pelirroja. El solo pensar un poco en tener otro hijo me hace recordar que es mitad de semana, debería escaparme esta noche a la Tierra, pero cómo, probablemente se arme un gran revuelo si desaparezco por un par de días.

Al barajar un tanto las posibilidades, escribo dos cartas bajo la luz de una vela, una dirigida a Derry y la otra dirigida a mis padres. En esta explico que me encontraré ausente un par de días y que estaré entrenando en las montañas, que no se molesten en buscarme porque no me encontrarán, y pongo mi firma de magia.

Una la dejo en la cabecera de mi almohada y la otra me la llevo para arrojarla por debajo de la puerta de mis padres, no obstante, justo cuando pretendía irme mi padre abrió la puerta. —¿Qué haces hijo? —. Casi me congelé cuando él me cuestionó, quizá la lie, pero necesito irme por unos días a la Tierra.

—Solo pasaba a dejarles esa carta —, señalo el papel en el suelo, por lo que Heeldri la recoge y la lee.

—Comprendo, solo no te vayas a morir, ¿de acuerdo? —. Me sorprende mucho la sonrisa de cómplice que puede llegar a tener, es alguien muy abierto a las opciones que sabe cuándo restringir y cuando no, diferente a mamá que quiere estar manejando todo el tiempo las situaciones.

Sin más me despido y parto en dirección a las montañas, cuando me encuentro fuera del alcance de cualquier persona abro un portal entre dimensiones y me escabullo por este. Aparecí en el interior de un apartamento que llevo pagando desde que visito con regularidad la tierra, tengo una PlayStation 5 y un televisor pantalla plana gigantesco, cubre una pared completa.

—Hogar dulce hogar —, teniendo algunas horas antes del amanecer, decidí encender la consola y pegarme unas partidas en mis juegos favoritos, las franquicias de FromSoftware. Actualmente estoy platinando D*mon S*uls Rem*ster*d, por lo que dediqué algunas horas al farmeo de almas para subir de nivel.

Fue inevitable morir varias veces, después de todo no me acostumbro a los niveles y los nuevos enemigos, nunca jugué la versión original, así que básicamente entré como un novato en este remake. Para cuando el sol salió, yo ya había acabado un jefe llamado el Rey de las tormentas, así que estaba satisfecho con la partida y apagué.

Me di una ducha y me puse un uniforme de secundaria, alisté en una maleta algunos útiles escolares y partí en dirección a una escuela privada donde casualmente estudian mis dos hijos. Así es, estos siete años tiré y aflojé algunos hilos con las cartas anónimas que le enviaba a Sofía y Catalina, terminé convenciéndolas de que metieran a sus hijos en un Instituto de alta calidad que elegí personalmente, incluso les pagué el cupo, por lo que no se pudieron negar.

Todos estos años he estado fingiendo ser un estudiante extranjero de intercambio, pues mis rasgos parecen ajenos al sitio donde vivía, aunque siendo certero son ajenos a este mundo. No tardé en hacerme un tanto popular, no solo por mi apariencia, sino por el hecho de que asisto muy poco a las clases presenciales.

Recientemente ocurrió una pandemia en la Tierra y las clases virtuales tomaron un gran protagonismo, pero a medida que transcurrieron los meses todo se normalizó. Y tengo de nueva cuenta la fortuna de poder estar con mis hijos, aunque como un simple amigo claro está.

Están en la misma clase, se conocen e incluso hacen equipo ocasionalmente en algunos trabajos escolares, pero no saben que son hermanos, a veces quisiera revelarlo pero sé que sería demasiado extraño para ambos. Además, me interrogarían de inmediato tras confirmar la verdad, sería definitivamente una situación por la que no quiero pasar así que simplemente prefiero no provocarla.

Cuando voy a clases viajo por lo general en transporte público, así hago que parezca mucho más lejano el lugar en el que vivo y me evito algunas molestias. Para documentarme en la Tierra necesité sacar una buena cantidad de billetes, con el propósito de saltarme trámites legales como el tipo de sangre o mi árbol genealógico, ya que desconozco los resultados que podrían arrojar las muestras de ADN de un cuerpo proveniente de Siradel.

Mi apellido oficial en este momento es el mismo, para darle un toque exótico a este personaje que he creado para asistir a la escuela y cuidar a mis hijos. Si tuviera que denominar esta situación, es básicamente como otra historia muy aparte de la mía, en ocasiones siento que ni siquiera domino lo que me rodea, solo como un simple espectador.

...

Mi nombre es Dylan Martínez, y esta es mi historia. Soy un chico de secundaria común y corriente, que de alguna manera pertenece a la burguesía social, pues en casa nunca nos falta nada y cualquier cosa que queremos la conseguimos. Asisto a un Instituto privado donde llevo tres años estudiando, todo sería perfecto, de no ser porque estoy enamorado maestra de Algebra.

Me avergüenza mucho cuando ella me reprende, pues cree que yo no estudio lo suficiente o que no le presto atención en clase, cuando en realidad sí le estoy prestando mucha... mucha atención. No puedo dejar de ver sus piernas largas cubiertas por esas medias veladas, que se pierden en esa pequeña falda que oculta su redondo trasero, mataría por poner mi rostro en él.

Su rostro es angelical y solo me lleva siete años, si me esmero lo suficiente podré alcanzarla profesionalmente y me empezará a ver como un hombre. Aunque mis amigos más cercanos me dicen que mejor busque a una de mi edad, pero las de mi edad no son nada interesantes, solo hablan de maquillaje y novios con físico atlético, ninguna me va a resolver el trinomio cuadrado perfecto de la manera en que lo hace la maestra Juliana.

En este momento estoy caminando el camino de casa y la imagen de la profesora no me la puedo sacar, por culpa de ello en un cruce de esquina no puedo evitar chocar con una persona que venía corriendo. —¡Oye, ten más cuidado! —. Grito enojado, al fijarme mejor me doy cuenta de que se trata de una chica de cabello rubio y ojos tono esmeralda, una belleza increíble...

Eso fue, casi como un amor a primera vista, pues la imagen de la maestra quedó acuñada junto a esta estudiante con que choqué...

ROMUGUVI [Vol. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora