Capítulo 5:4 -Sin limitarse

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Una nube de polvo se levanta desde el sitio de impacto donde Arthyr fue golpeado por el alabardero, quien permanece todavía allí dentro junto a su víctima, las gemelas en tanto no han relajado la postura, pues ya saben del alcance que tiene el poder del campeón.

Eternos segundos de silencio se prolongan indefinidamente, en los que solo se puede apreciar ese polvo entre la pseudo-oscuridad que hay en la periferia.

—¿Mike? —. Lanza su pregunta la espadachín a la espera de una respuesta, no obstante, el silencio continuó prolongándose. Hasta que una potente explosión de tono púrpura violento rugió desde el epicentro del polvo, entonces un cuerpo salió disparado hacia las chicas, notablemente lastimado

—¡Mike! —. La arquera dejó de tensar su arco y se acercó al chico, quien presenta graves quemaduras que no parecen ir a curarse rápidamente, por otro lado desde el interior de las profanas llamas violetas se visualiza al sujeto que se hace llamar Aqwl.

En su cara hay una sonrisa retorcida que parece despilfarrar locura al extremo y sus ojos no parecen muy cuerdos tampoco. La alabarda está clavada en su hombro izquierdo, estática como si ahora fuese parte de su cuerpo, hasta que él la arranca con salvajismo, salpicando con sangre los alrededores.

La herida posteriormente se cierra, quedando únicamente una abertura en el uniforme manchado de sangre. —"Acaso no siente dolor" —. Piensa la espadachín mientras visualiza diferentes situaciones de batalla donde podría obtener ventaja en contra de su contrincante.

—Serpenteen luminosos y cubran mi hoja con el fulgor de los cielos, arma relámpago.

Ante su pronunciación la espada se vio envuelta en finos rayos dorados que emanan un aura sacra en cada chisporreo. La arquera también imitó la conjuración y su arco se bañó en los mismos relámpagos, ambas están listas para atacar al igual que su objetivo.

—¡Ahora!

Ante el grito de la arquera la espadachín se arrojó a toda velocidad contra Aqwl, pero este blandió con fiereza la alabarda que le robó al chico y en un estruendoso choque detuvo la espada potenciada.

—Agradezco mucho que decidieran enfrentarme, necesito probar algunos conjuros.

Un susurro por parte de Arthyr dejó estupefacta a la usuaria de espada, pero no pudo detenerse a procesar demasiado ya que el plan estaba en funcionamiento. Se agachó con velocidad y entonces una flecha electrificada salió disparada desde el arco de la otra chica, los segundos parecieron alargarse, mientras que el campeón observa el trayecto de dicho proyectil hacia su pecho.

—Si vienen con la intención de matar, deben estar listos para morir... Combustión.

Desde la boca del pelinegro nació una fiera llama profana de tamaño descomunal, cuyo alcance superaba por mucho los ataques que había desplegado en ocasiones anteriores. La cegadora luz violeta del conjuro iluminó casi la mitad del sub-piso once, espantando a diferentes criaturas que estaban en su zona de confort, provocando caos en otros pisos.

—Ese ataque pudo haber sido mortal.

Para cuando el conjuro ígneo se extinguió, apareció una voz femenina desde el centro de impacto, se trata de Dalila, quien convocó una cúpula de fe para proteger a los jóvenes estudiantes de una posible muerte. Es un mecanismo oculto en el sello, para detectar posibles homicidas, cuando un estudiante está a punto de asesinar a otro se convoca a uno de los seis directores a cargo de la Pedalja y para mala suerte de Arthyr la que apareció no fue otra más que su némesis.

La directora viste su atuendo de hechicera, portando algo similar a un vestido negro y su sobrero en punta de bruja, además sostiene su bastón de madera con una piedra azul catalizadora. Sobre su cintura tiene un pequeño bolso de tono marrón, cuyo contenido es todavía incierto.

—Sabía que eras un monstruo, mis sospechas te dejan cada vez más en evidencia, desgraciado.

La directora de primer peldaño no parece de un buen humor, después de todo por poco asesinan a un conjunto de estudiantes, y lo peor de todo es que su objetivo iba a ser el responsable.

—Activen el sello y regresen a la superficie, alerten a los directores de esto.

Posterior a la orden los jóvenes desaparecieron en un haz de luz, quedando frente a frente Dalila y Arthyr, pero sin que ella supiera de quién se trata.

—Nos encontramos de nuevo, y por fin conozco tu maldito rostro.

—No me sorprende que dieras conmigo, parece como si me persiguieras.

Responde el azabache mientras blande la alabarda que se quedó, no parece ponerle mucha importancia al hecho de estar encarando a la que podría ser tranquilamente su enemigo de muerte.

—Tu aura es ahora más corrupta que antes, lo que significa que ya iniciaste la senda del mensajero.

—¿¡Y qué si estoy haciendo la dichosa senda que mencionas!?

Arthyr de repente alza la voz, harto de que todos mencionen al maldito mensajero como si fuera más importante que él mismo, como si todo su mérito se debiera a una ridícula profecía que ha transcurrido de generación en generación hasta la actual época.

—¡Pues eso significa que debo liquidarte aquí y ahora!

—Haz lo que quieras, de todas formas saldré victorioso de este combate. Bailen en la hoja de mi arma y hagan arder hasta lo retorcido la carne de mis presas, arma de fuego profano.

Llamas violetas cubrieron la alabarda que sostiene el campeón, lo que deja estática a la directora, quien ahora está muy alerta con su objetivo.

—Esos trucos nuevos me hacen saber que debo ir enserio contigo, incluso si tengo restricciones en mi poder debo matarte aquí mismo.

—Inténtalo si quieres niña bonita, pero dudo que tengas la capacidad para hacerlo.

—Hump... Cuchilla de viento.

Ella blande con gracia su bastón y una brisa violenta de viento horizontal se dirige hacia Arthyr, quien de inmediato emprende carrera hacia ella con el propósito de atacar también, y antes de ser víctima del conjuro da un salto exacto para evitar daño. Estirando su cuerpo como un corcel entrenado saltando obstáculos, estando en el aire gira sobre su propio eje para ganar fuerza centrífuga con la cual impactar en su enemiga.

—Toma esto...

Una nueva explosión se desencadenó, pero la expresión de Arthyr se neutralizó al notar que la directora empleó una cúpula de fe para cubrirse del daño que habría podido recibir.

—Para ser tan fuerte, no pareces demasiado hábil con las conjuraciones, ya deberías saber lo peligroso que es estar junto a una barrera, después de todo las formaciones no limitan el conjuro.

De manera inesperada, el torso de Arthyr es atravesado por una especie de espada derivada de la barrera, la sangre empezó a escurrirse por esta hoja mágica hasta bañar una parte de la cúpula.

—Parte los cielos con tu celestial fulgor y destruye en pedazos a los enemigos de los cielos, tormenta eléctrica.

Empleando la cúpula como canalizador de energía, Dalila genera una sobrecarga eléctrica que empieza a freír el sistema nervioso de Arthyr, junto con su carne y sangre. Rayos dorados circulan por su piel, dañándola gravemente y de esto es muestra la forma en que se retuerce el cuerpo de forma inconsciente... a pesar de que su dueño no es capaz de sentir dolor.

Tras unos segundos la directora detuvo la técnica y desactivó la cúpula de fe, cayendo en el suelo el cuerpo estático del mensajero.

ROMUGUVI [Vol. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora