Capítulo 6:4 -Mala perdedora

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Nuestras miradas no se separan, ella creyó que podría deshacerse fácilmente de mí al retarme directamente, para su mala suerte, tal y como su hermano, chocó con un muro demasiado extenso como para ser abarcado con un simple talento que parece heredado de familia.

Su mirada fiera planea conquistar, saquear y matar a las presas con que se cruce, sin siquiera dar a torcer el brazo para la posibilidad de un diálogo pacífico, es una chica de energía imperialista después de todo.

—A la izquierda —, al leer el movimiento de sus piernas y la posición de su brazo fuerte, preveo los ataques antes de que siquiera los realice, y gracias a mi destreza de 23 evado cada ataque suyo como si fuera muy fácil.

Uno y otro, y otro, esquivo cada corte de su espada corta, hasta que en una estrecha extenuación de su defensa realizo punzadas suaves con el estoque, prolongando la batalla innecesariamente desde mi punto de vista.

Para los espectadores el encuentro puede parecer muy igualado, pues ella me arrincona ocasionalmente y yo esquivo los ataques casi en intervalos exactos de suerte, además, estoy siendo algo reservado con los impactos del estoque con ella, mis intenciones no están encaminadas a herirla o reducir su salud física hasta un extremo peligroso, tengo algo mejor en mente.

—¡Toma esto! —. Con un tajo intenta rebanarme el cuello, a lo cual me agacho con rapidez y estando en una posición ventajosa lanzo una estocada en su hombro derecho, debido al punzón levemente doloroso ella retrocede, retomando su postura de batalla.

—¿Eso es todo? —. Dije con burla, incitándola a continuar atacando sin descanso, mientras que yo permanezco sereno. La cara de Liliam se nota demasiado irritada, probablemente desee aplastarme en este momento, cosa que es imposible si no logra primero ponerme un dedo encima.

—¡Iahhh!

Corre hacia mí nuevamente, ahora con cortes descontrolados y notablemente desesperados, los movimientos erráticos en vano son un desperdicio de energía valiosa, pero parece que no lo entiende. Las emociones la están controlando y me permiten sacar demasiada ventaja, a este paso la victoria será mía en tres o cuatro movimientos más.

En el momento en que ella lanza un tajo, cruzo el estoque en el trayecto de su brazo, deteniendo el movimiento de su antebrazo con mi codo e impactando de nueva cuenta, solo que esta vez en su otro costado izquierdo.

Ella retrocede, empero, no le doy tiempo de descansar, pues inmediatamente arremeto con otro ataque que ella logra cubrir con el escudo de cuero. No obstante, con un rápido retroceso vuelvo a mi postura y arremeto con otra puñalada, esta vez no logró cubrirse y terminó recibiendo el ataque en el costado derecho.

—Será mejor que se detenga el encuentro.

El maestro joven intenta detener la confrontación, en tanto que se cruza en medio de los dos.

—¡No! ¡Hágase a un lado!

Casi por inercia el docente se retiró del camino, quiera o no lo quiera debe obedecer a la palabra de una candidata a la monarquía de otro país, tratar con ese tipo de alumnos es demasiado complejo a decir verdad, conozco la sensación de perder la autoridad ante un alumno con aires de superioridad, se vuelve el más grande dolor de cabeza.

Cegada por la ira se arroja contra mí, a lo que me preparo con cautela, evado un par de ataques suyos y en una brecha de su defensa, logro impactar con la punta su hombro izquierdo, completando así mi objetivo.

El cuarto y último golpe de este enfrentamiento, pues la armadura de cuero cayó al suelo, lo que sorprendió a todos los que presenciaban el desafío. Fue entonces que ataron los cabos sueltos y notaron que mis ataques no eran al azar.

Golpeé las cuatro cadenas que unían la parte delantera con la trasera, prácticamente está invulnerable en este momento, por lo que el enfrentamiento no tiene más sentido, perdió.

—¡Ese es mi Ary!

Los gritos de ánimo por parte de Derrien me levantan el coraje, a lo que hago un ademán de victoria a la multitud, en un inicio se negaron a celebrar la derrota de la princesa, pero lentamente cedieron ante la buena demostración que había dado. Pero la celebración pronto se convirtió en varias manos señalando algo detrás de mí, mientras que me gritaban "¡Cuidado!" o "¡Detrás de ti, imbécil!".

Volteé la mirada hacia mi oponente, y vi cómo se aproximaba hacia mí con la espada en alto y el escudo todavía dispuesto a defenderla; tomé una postura ofensiva de inmediato, y en cuanto ella blandió la espada, impacté con la punta de mi estoque la hoja de su espada, desarmándola al instante.

Sin embargo, ella continuó su ataqué, ahora con el escudo como su único elemento de combate. Con un impulso brioso arroje un impacto penetrador, que lleva en sí mismo la intención más pura de matar, el cuero no soportó tal golpe y cedió, dejando cruzar la punta de mi arma hasta impactar con el antebrazo izquierdo de Liliam, el mismo que sujetaba el escudo.

Al tirar de nuevo del estoque, ahora tenía conmigo el escudo como si fuera un premio de combate, al agitar el filo lo arrojé lejos y tomé otra vez la postura de combate, en tanto que observo a la pelinegra sujetarse la herida del impacto en el antebrazo. La herida se cierra rápidamente por la ineficiencia de daño, ella se pone recta otra vez y ahora saca de su cinturón una varita aparentemente de plata.

—"No puede ser".

Antes de que pueda siquiera empezar a recitar la conjuración que fuera a utilizar, me moví con velocidad e instalé la punta del estoque contra la garganta de Liliam, de manera que no se atrevería a decir una sola palabra.

Fue entonces que apareció el profesor y le arrebató la varita. —El combate terminó —. Ante sus palabras y el hecho de estar verdaderamente acorralada, ella cedió finalmente. Pero en cuanto relajé la postura con una patada me sacó el estoque de la mano, mandándolo fuera de mi alcance.

Por un segundo alcancé a ver la mirada desesperada del profesor, quien no puede hacer nada con esta princesa irremediable. Con pasos rápidos tomo distancia con la pelinegra, quien está decidida a terminar el duelo aunque sea a puños. Al notar su terquedad decido tomar una postura nunca vista en este mundo, algo que traigo desde la Tierra, arte marcial Ruso.

Inhalo profundamente y posteriormente expulso el aire en un chorro sonoro por mi boca, posteriormente reduzco mi centro de gravedad al abrir los pies y flexionar las rodillas, mis manos permanecen con la palma abierta pero con todos los dedos cerrados.

Con la mano derecha cubro mi rostro y con la izquierda proyecto hacia el frente, lo cual desconcierta demasiado a Liliam, quien solo tiene los puños al frente como una notable muestra de su habilidad novicia.

Sin pensarlo más ella se arroja en mi contra, y en cuanto me arroja el primer puño se sorprende, pues detengo el impacto con la palma y posteriormente le doblo la muñeca lo suficiente como para provocarle dolor. —¡Aghh! ¡Suéltame! —. Sin vacilar más le agarro todo el brazo y lo paso por mi hombro, para así arrojarla al suelo estrepitosamente, sacándole el aire de los pulmones al caer de espalda.

Posteriormente, con la misma mano que le sujeté para arrojarla al suelo, le hice un dobles que la obligó a ponerse boca abajo, donde empiezo a someterla con dolor físico proveniente de sus articulaciones forzadas. —¡Ahhh! ¡Suéltame!

—¡Esas no son las palabras correctas!

—¡Me rindo, me rindo, suéltame ya! —. Por fin la liberé, estaba a punto de llorar debido al dolor que le estaba provocando la sumisión. Ella salió corriendo de inmediato de allí, derramando sus lágrimas de frustración, dejándome allí solo, por lo que simplemente me sacudí el uniforme y recogí mi estoque del suelo.

El ambiente de victoria se siente muy pesado, verdaderamente es difícil celebrar cuando la princesa es la perdedora, caso contrario que ocurrió con Heilatt, cuya pérdida fue celebrada por todo lo alto, quizá no le caía bien a muchas personas. En cambio, la princesa aparentemente es mucho más admirada a su corta edad.

En silencio enfundo mi estoque y me retiro el equipo de combate, pero antes de poderme retirar soy abarcado por el maestro de aspecto joven, quien al parecer necesita tener una conversación en privado conmigo. Digo en privado porque solo me hizo señas y gestos.

ROMUGUVI [Vol. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora