Capítulo 12:1 - Ruta de escape

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Un solo conjurador no podría causarle la mínima molestia a un monstruo que soportó más de cien ataques por parte de magos y caballeros experimentados, incluso si se le diera algo de crédito a su valoro seguiría siendo inútil. En su mano se alza un catalizador del tamaño de un cuchillo de un untar, se nota que está temblando, incluso a la distancia, lo que demuestra sus inseguridades. —¡B... Bo... Bola de fue...!

Por el miedo no podía siquiera formular palabras correctamente, así que cerró los ojos y se calmó, respiró profundo y al abrir sus ojos, solo halló un horror todavía más grande. Los esqueletos de las personas mutiladas lo estaban observando, incluso con solo las cuencas vacías los cráneos desprovistos de carne parecían estarlo observando fijamente. —No... esto no puede ser... —, los cadáveres empezaron a levantar sus propios catalizadores, que no se disolvieron por completo por la composición de la masa oscura.

Contra todo pronóstico, verdaderas conjuraciones empezaron a hacerse presentes, cada cuerpo que ahora adornaba la superficie de la criatura estaba formulando un hechizo, cada uno con la especialidad que tuvo en vida. —Dioses... ¿por qué nos habéis abandonado? —. Este hombre cayó de rodillas, antes de que se desatara un infierno, pues cientos de conjuros con gran poder fueron arrojados por los cuerpos sin vida, provocando una nueva explosión en el área este del coliseo.

Tras ello, el monstruo entró en un estado completamente hostil, pues tras estar inmóvil en el centro de la arena, ahora pasó a moverse con violencia incauta. Dos gigantescas manos hechas con huesos se formaron y tomaron la función de movilidad de este ser, dándole un transporte rápido y un aspecto todavía más aterrador, pues ahora es un enorme rostro oscuro con expresión de tormento, que tiene por cabellos a los cadáveres de los conjuradores.

—¡Corran... corran maldita sea! —. Varios tentáculos de la criatura agarran a la gente para llevarla al cuerpo principal y devorarla, expandiendo aún más el pánico. Para cuando ese ser salió del coliseo, ya se había comido a más de cuatrocientas personas, de las cuales conservaba los cuerpos de los que tuvieran un nivel muy alto, los otros se volvían nutrientes esenciales para su crecimiento.

—¡Ataquen con todo! —. El ejército de Pacifae por fin se hace presente, son miles de hombres que rodean al ser grotesco. A la orden de su capitán, un paladín, todos atacan empleando sus conjuraciones más poderosas, lo que solo provoca una gigantesca explosión que daña los edificios de la ciudad y además enciende todavía más la chispa del odio en aquello que los está arrinconando.

—¡Cuidado! —. De entre la pared de humo que se formó por la explosión, cientos de ataques mágicos surgieron, provocando muchas bajas en el ejército. Y ante los ojos de los hombres se veían a ese monstruo, que devoraba a los humanos y les robaba las facultades para emplear magia.

Mientras tanto, en la ruta de evacuación alternativa, se puede ver a los nobles y miembros de casta real corriendo por sus vidas. Quien fuera aquel o aquella que haya ordenado ese ataque lo pagaría, este sentimiento de odio los motivaba a correr con más intensidad, ponerse a salvo era la prioridad o de lo contrario no podrían cobrar venganza.

—"¡Maldita sea! ¿¡Quién pudo ser!?" —. Yrina, la que estuvo organizando el evento con tanto entusiasmo, solo puede sentir frustración, ya que destruyeron algo en lo que ella se esmeró demasiado. Los tiempos de paz se han asentado demasiado bien, e inevitablemente debilitan los corazones de las personas, hasta el punto de que empiezan a quejarse por estupideces como el sabor de la comida o la tela con que se hacen las prendas de vestir.

Los ojos de los monarcas se cubrieron con una venda hecha de la misma lana que ellos venden, su propia fortuna los cegó y les impidió prever que en cualquier momento recibirían un ataque de este tipo, la guerra es cruenta, pero les enseña a los humanos que la rutina monótona puede averiar la sociedad desde dentro. Un diamante es carbón, pero solo se vuelve diamante en las situaciones más extremas, situaciones a las que ya se habían desacostumbrado cuando terminó la guerra.

Sospechar de los otros monarcas sería como sospechar de sí misma, incluso sus padres podrían ser los responsables de tal ataque, no puede tener un culpable claro, ni siquiera al noble Ricchie Riccón, pues este apenas está iniciando su camino como gobernador y no tendría razones para hacer un atentado. El mensajero es un personaje que da mucho de qué hablar, es uno de los miembros que ocupan el teatro que se ha descrito en la profecía, pero para haber atacado necesitaría al menos a un aliado desde dentro, ¿o es que acaso todo lo hizo por sí mismo? Y si es así ¿con qué propósito?

—"¡Acaso es su forma de hacerse conocido ante el mundo! ¡Pero eso va en contra de lo que han hecho los otros mensajeros que han sido eliminados por clanes como el extinto Jieonni! ¡Son tan sigilosos que apenas si te enteras de que murió uno o dos! ¿¡Por qué este actúa de una manera tan despampanante y llamativa!? Que lo haga, solo es una muestra de la confianza que tiene en sí mismo, y eso lo vuelve aún más aterrador"

En medio de la carrera la princesa Yrina se detiene, lo que llama la atención de sus padres y los guardias que los escoltan. —¿Qué hace su majestad? Debemos movernos rápidamente por el pasaje, es necesario ponerlos a salvo —. Ella pareció no escucharlo, pues su mirada está perdida en el camino que lentamente abandonan. Entonces ella es tomada por los brazos de su padre, quien la empieza a llevar en contra de su voluntad.

—¡No papá, suéltame, Hardia está en peligro!

—¡No hay tiempo para eso, ella está cumpliendo con su deber y tú debes cumplir el tuyo! —. En tanto que la discusión transcurre, mientras que el rey de Pacifae la lleva a la fuerza hacia la salida, Teddier analiza la forma de actuar y el comportamiento de la realeza, definitivamente prefieren salvar su propio pellejo por encima de su pueblo.

—"Supongo que la única que pensó en otra persona diferente a sí misma es la princesa Yrina. Los otros son tan egoístas como se lo pueden proponer, aunque la verdad no creo que Hardia muera tan fácilmente, estuve en la Pedalja con ella, es la hermana mayor de Laila, la chica que tanto me gustaba en aquel entonces. Sé que es un hueso duro de roer, debido a su talento natural acompañado de un esfuerzo extremo".

ROMUGUVI [Vol. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora