Carta

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Cuando cayó la noche y todo terminó, Sesshomaru se encerró en el estudio que alguna vez fue de su padre. Ya se había preguntado un montón de veces el por qué seguía con ella, el por qué nada de lo que hacía parecía ser suficiente para ella. Realmente se esforzaba, quería ser un buen novio, quería demostrarle a cada segundo cuánto la amaba, quería hacerla sonreír todo el tiempo, que ella pudiera confiarle sus pensamientos como él solía hacerlo, quería sentir calidez en sus abrazos o en sus besos, pero lo único que sentía era frío y placer.




Para ir a la escuela, los jóvenes Taisho junto a Rin llegaban en un transporte privado, al igual que todos los estudiantes del lugar; pero había algo que los diferenciaba del resto y no se trataba solamente de ser los hijos de una de las familias más poderosas del país, sino que los muchachos destacaban de por sí. Sesshomaru siempre mantuvo el promedio más alto del instituto y había representado a la escuela en la mayoría de los certámenes académicos, trayendo siempre primeros lugares; e InuYasha era uno de los tesoros atléticos de la escuela. Era imposible que el par de hermanos no llamase la atención por donde quiera que fueran, además de todos sus dotes, el inusual cabello platinado de Sesshomaru y sus cautivadores ojos ámbar, y el largo y negro cabello de InuYasha y su actitud despreocupada dominaban a cualquiera. Era por eso que rechazar declaraciones se había vuelto tediosamente habitual.

Pasaron un par de semanas después del incidente de la tinta. Bankotsu no volvió a cruzarse con Rin, Hasegawa seguía con una actitud despectiva hacia ella y Hanna Takeuchi se disculpó un millón de veces por haber ocasionado tantos problemas.

Una mañana, justo cuando Rin estaba a punto de entrar a su salón, esta vez sin la compañía de Sesshomaru, una chica que parecía ser de un grado mayor, arribó a la castaña acompañada de un par de chicas más. Recordó haberla visto un par de veces, pero nunca había hablado con ella; también notó que entre sus manos sostenía un pequeño sobre color rosa pastel y jugueteaba nerviosamente con las esquinas de este.

-Hayashi Rin, ¿cierto? Buenos días. –La saludó inclinándose levemente. – Soy Ushio Satō, de la clase 3-B. Eres amiga del superior Sesshomaru, ¿verdad?

-Sí, ¿por qué? –Preguntó con curiosidad.

-¿M-me harías un favor? –Pidió nerviosa. –¿Puedes darle esto por mí y regresármelo después con su respuesta, por favor? –Con manos temblorosas le entregó el sobre.

Ella lo tomó accediendo a su petición, pero luego de un par de segundos, cayó en cuenta de lo que se trataba, una confesión de amor. A pesar de solo divisarse en el sobre las palabras "Para Sesshomaru" en una preciosa letra cursiva, el papel olía a un dulce perfume y estaba sellado con una estampa de corazón.

-Te lo agradezco mucho. –Se inclinó nuevamente y se fue de ahí con sus dos amigas detrás.

Una confesión de amor para el señor Sesshsomaru. Pensó para sí, abrumándose tan seriamente hasta sentir el estómago pesado. Alguien gustaba de él, alguien más quería estar a su lado, y eso la hacía sentir tan triste.

Temió llegar a la hora del descanso para toparse con él y tener que darle la carta, y cuando ese momento llegó, pensó seriamente en ni siquiera mencionar el tema. Pero no podía hacer eso, alguien había confiado sus sentimientos a ella, lo más decente era ayudarla con el favor.

-Señor Sesshomaru. –Le habló tímida en medio del almuerzo. –Alguien me pidió darle esto. –Queriendo o no, terminó por darle la carta. –Me dijo que debe responderla.

Él la tomó sin interés alguno, despegó la estampa de corazón sin ningún cuidado y comenzó leyendo las líneas una a una sin siquiera cambiar de expresión hasta terminar, al final solo soltó con la lengua un chasquido de desprecio.

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora