Contador

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🤍Este capítulo quedó algo larguito, así que pueden tomarse su tiempo para leerlo uwu🤍

🌟¡No se pierdan el dibujito y los anuncios del final!

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Su tiempo de prácticas había terminado, su tesis estaba lista, sus trámites habían comenzado, su graduación estaba a la vuelta de la esquina, pero...

Tenía que volver a Kagoshima.




A la mañana siguiente, Rin fue la primera en bajar al comedor, la mesa aun ni siquiera estaba lista para que los señores desayunaran, pero Rin no quería permanecer más tiempo del necesario con Sesshomaru en la habitación. Tanto así que ayudó a poner la mesa, recordándole aquellos bonitos tiempos en los que solía trabajar como sirvienta en la mansión y luego irse a la escuela con sus amos... A aquellos que quería tanto y que resultaron ser unos mentirosos.

Pasó un rato para que Irasue y Sesshomaru bajaran, al hacerlo, Sesshomaru lucía unas ojeras terribles, como si no hubiese dormido en semanas y es que a pesar de haber dormido esa noche al menos unas dos horas, se sentía con un cansancio enorme, uno como el que nunca antes había sentido, estaba muy agotado emocionalmente, derrotado en su mente. Solo había pasado un día y al parecer Rin ya tenía de amante a ese... bastardo.

Su esposa tenía un amante.

No sabía cuánto más podría soportar su corazón.

-Buen día, amor. –Rin lo saludó con una sonrisa perfecta, radiante, alegre, tan falsa que a Sesshomaru le punzaba. –Buenos días, suegra.

Rin se sentó junto a Sesshomaru evitando que la pesadumbre la consumiera, procurando no desbordar las ganas que tenía de ser esta vez ella quien le pidiera perdón por no poder dejar de amarlo.

-Hoy tengo un asunto después del trabajo. –Mencionó Sesshomaru tomando un sorbo de café negro bien cargado. –Que Yue pase por ti.

-De hecho... Hoy saldré con mi amiga otra vez. –Mencionó desviando la mirada, sorbiendo un poco de su té negro.

Ella nunca tomaba té negro, siempre le pareció amargo y feo, pero por alguna razón, era lo único que su estómago podía concebir.

Sesshomaru apretó el agarre de su taza de café al punto de casi romperla. Esa descarada le decía en su cara que se largaría con ese imbécil.

El resto del desayuno estuvo lleno de tenciones maquilladas perfectamente por el dulce actuar de Rin y el indiferente semblante de Sesshomaru, el cual era así todos los días; aunque por dentro quería gritar.

-Rin, no has comido nada. –Irasue denotó con preocupación. Sesshomaru arqueó una ceja.

-Es que no tengo mucha hambre. –Se excusó. Desde hace un par de días su apetito era casi nulo.

-Si no comes les hará daño a los bebés, intenta comer algo de fruta. –Irasue insistió con paciencia.

-Déjala. –Espetó Sesshomaru. –La estás consintiendo mucho. Si no quiere comer, que se muera de hambre. Pero si mis hijos se enferman, será tu culpa. –Acusó con crueldad levantándose de la mesa y encaminándose fuera del comedor. –Ve al auto en cinco minutos, sino, te dejo. –Ordenó con voz fría.

Estaba dominado por la ira... La idea de Rin con otro lo consumía, le asqueaba conocer esta faceta de Rin que nunca imaginó; la esperaba de todos menos de ella, era ridículamente frustrante.

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora