Amigas

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¡No se pierdan el gran anuncio y los dibujitos al final! 🌟


-Tengo algo de miedo.

-Pase lo que pase, estaremos bien. –La tranquilizó tomándola de la mano. –No importa lo que diga este papel, no pasa nada, ¿ok? –Rin asintió sin despegar los ojos del sobre. –Te amo.

-Y yo a ti.

Ambos se besaron en los labios y, con sumo cuidado e incluso con las manos algo trémulas, Sesshomaru comenzó a abrir el sobre.



Kagura, como el viento, como una danza grácil, pero también tan venenosa. Kagura, un nombre tan bonito. Kagura, podría haber cientos, miles de Kaguras en todo Japón, ni siquiera habría que tener miedo de ello. ¿Cuál era la probabilidad de que Rin se hiciera amiga de esa Kagura en específico? De esa Kagura que lo hizo añicos en el pasado. Pero... había un algo que hacía que sus manos temblaran, y era ese mismo algo le decía que sí, debía tener miedo de que esa mujer se atreviera a acercarse a su esposa.

-Sí. –Respondió dubitativa. –Es el nombre de mi amiga. –Miraba cómo Sesshomaru parecía paralizado, afectado por... por un simple nombre... Entonces recordó que ese era el nombre de su exnovia, por la que ya había reaccionado así antes, de quien dijo que, según él, no había de qué preocuparse, pero... Si no había de qué preocuparse, ¿por qué se ponía así? –Ya entiendo. –Dijo con paciencia. –No creo que sea la misma Kagura que usted piensa, ella ni siquiera lo conoce.

-¿Cómo estás tan segura? –Inquirió engrosando la voz. Sabía que esa Kagura era una experta en la mentira, que sabía fingir muy bien, que era tan hábil como hermosa y maliciosa, aún más.

-Cielo. –Suspiró algo disgustada. –No sé hace cuánto tiempo hayas estado con ella, pero mi amiga acaba de regresar a Japón después de casi cinco años... Ella se llama Endo Kagura, ¿y su Kagura?

-Tanaka... Tanaka Kagura. –Respondió entre dientes, completamente asqueado por la forma en que Rin se dirigía a ella. Su Kagura, hace meses pensaba que eso era así, pero ahora le dolía el orgullo cada que lo recordaba.

-Ahí está... Además, por su reacción parece que le tiene miedo. –Lo retó cruzándose de brazos. –Dice que no terminó bien con ella, pero parece que fue mucho peor. Cuénteme qué pasó.

-No quiero hablar de eso. –Gruñó girándose de golpe para volver a acurrucarse en el sillón, negándose rotundamente a mirar a la castaña. Rin inhaló suavemente para adquirir paciencia. –Ya te dije una vez que no me preguntaras estupideces como esa. –Exclamó cruelmente subiendo el volumen de la televisión, fingiendo prestarle atención a la película; aunque ni siquiera supiera de qué diablos iba.

-No me diga si no quiere, pero eso solo significa que me ocultó cosas. –Enunció borrando de su rostro cualquier tipo de mueca o gesto, quería tener una expresión tan indiferente como la su marido. –De todos modos, no me interesa. –Mentía, sí le interesaba, realmente deseaba conocer todo lo que apesaraba a Sesshomaru para, de algún modo, poder consolarle. –Lo que hayas hecho antes de mí, supongo que no importa, ¿verdad? –Su tinte de voz también se había opacado. Y de repente algo dentro de ella la hizo sentir culpable. Ella también le ocultaba cosas, omitía contarle de sus inseguridades con respecto a Sara y ese asunto de la herencia; era horrible saber que ambos se guardaban cosas entre sí. –Ya me voy. –Espetó dispuesta a salir, pero la fuerte vociferación de su esposo la detuvo.

-¡Tú no vas a ir a ningún lado! Te quedas. –Ordenó con una autoridad abrumante, cosa que tensó a Rin al instante; no lo creía viniendo de él, no le parecía real lo que acaba de escuchar. Su dulce señor, queriendo prohibirle algo.

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora