Momento eterno

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Desde que las gemelas tuvieron noción de razón, su padre las sentaba junto a él en el piano a tocar las más bellas melodías que ellas pudiesen haber escuchado, siempre comenzando con la misma pieza que hacía que su madre mirara a su padre con una boba sonrisa.









-Amor. –Aquel susurro era tan maravilloso que, más que despertarlo, lo arrullaba. –Sesshomaru. –Y su nombre teñido con esa preciosa voz lo hacía soñar maravillas. –Querido. –Esos apodos cariñosos que su esposa tenía hacia él lo hacían sentir el hombre más querido en toda la faz de la tierra. –Sesshomaru, ya no hay mostaza.

-¿Eh? –Musitó adormilado.

Rin había despertado de madrugada con un antojo matutino importuno e inusual, y al no encontrar lo que buscaba en la cocina, corrió preocupada a informarle de su desdicha a su querido esposo.

-Ya no tengo mostaza para mis bombones. –Informó preocupada. –Quiero comer.

-¿Que quieres coger? Hagámoslo. –Murmuraba desorientado tratando de despertarse y que el sueño no le ganara.

-No. Quiero bombones con mostaza, pero se terminó. ¿Crees que la tienda esté abierta? Falta poco para las cuatro.

-Sí... En cuatro... Ponte.

-Amor. –Gritó aún en susurros.

-¿Ya terminamos? –Sesshomaru se levantó de golpe sentándose en la cama, miró a su alrededor para ubicarse, seguía obscuro, miró el reloj, marcaban casi las cuatro de la mañana. Se talló la cara con las palmas de las manos para despejarse.

-¿Cielo? ¿Podemos ir por mostaza?

Sesshomaru asintió refunfuñando un poco, sabiendo que se trataba de otro de los curiosos antojos de su esposa. A buen momento se le había antojado comer bombones con mostaza.

El día había comenzado desde muy temprano gracias a los antojos de Rin, pero también porque la mansión Taisho estaba muy ajetreada, pues se preparaban para la fiesta de revelación de sexo de los próximos herederos de la familia.

Todo el personal trabajaba siendo dirigidos por Jaken, quien quería que la primera fiesta en honor a sus nietos fuera perfecta.

En una de las amplias habitaciones, Kagura terminaba de calzarle el vestido a Rin para que lo luciera perfecto; era un vestido largo y suelto, pero que dejaba distinguir a la perfección la pancita de la castaña, de color crema con detalles en anaranjado pálido, recogió su cabello adornándolo con pequeñas flores blancas y pronto estuvo lista con un maquillaje ligero.

-Santo cielo, te ves tan costosa. –Kagura la halagó.

-Te ves encantadora. –Kagome también estaba lista.

Las tres amigas bajaron listas para comenzar a recibir a los invitados y a la prensa.

Sesshomaru ya la esperaba en el jardín, en donde la reunión se llevaría a cabo, todo estaba decorado con exquisitos ornamentos de flores blancas, azules y rosas, había suave y tenue música clásica en vivo, algunas personas se acomodaban en las palapas y algunas otras rondaban la mesa de los aperitivos, los clics de las cámaras se percibían a cada segundo; era todo un cotizado y elegante evento.

Cuando todos los invitaron terminaron de llegar, la organizadora, Haruka, pasó al matrimonio al centro de una pista de piso blanco y liso dispuesto para la ocasión, cubierto por una ligera tela blanca y pequeñas flores alrededor. Con delicadeza, hizo chocar una cuchara con su copa de vino.

-Agradecemos a todos su valiosa presencia. –Comenzó. –Seguro que todos están ansiosos por descubrir qué es lo que esperan nuestros felices papis, ellos también están emocionados, pero hemos planeado antes algunas actividades para divertirnos con los señores Taisho.

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora