Brisa salada

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Los latidos de Rin se aceleraron ante el nerviosismo. ¿Sesshomaru le había contado todo a ella? ¿Por qué?

-¿Por qué Sesshomaru te contaría...?

-Tal vez crecieron juntos. –La interrumpió. –Tal vez él se la pasó buscándote todos estos años, pero yo fui quien estuvo con él en tu lugar. Yo fui quien lo acompañó y estuvo a su lado desde la universidad hasta ahora y no tienes ni idea de lo que pasó en ese tiempo porque él no te lo ha contado, ¿o sí?







Sesshomaru despertó justo antes de que su alarma sonara, frotó sus ojos y estiró sus brazos para después quedarse contemplando por un largo rato el techo de su habitación. Algo extraño se revolvía entre su mente y en su pecho, un presentimiento quizá; una corazonada de que no sería un buen día.

Una vez listo bajó a desayunar, su hermano y su madre ya estaban en la mesa y Jaken ya había dejado un plato listo para él.

-Buen día, amo.

-Jaken. –Respondió con grave voz. –Irasue. –Saludó a su madre sentándose a la mesa. –Idiota. –Ese saludo fue para InuYasha.

-Hoy iré a Kobe con Kagome a la inspección del hotel de la capital, ¿necesitas algo en específico? –Inquirió InuYasha llenándose la boca con pan tostado.

-Primero, deja de hablar con la boca llena, es asqueroso y segundo, revisa los libros de contabilidad de los últimos tres meses.

-Estaré aquí a tiempo en un par de días para que ambos recibamos a los becarios que harán prácticas en la empresa.

-¿Recibamos? Tú eres el que está entusiasmado con ese programa, yo estoy ocupado.

-¡¿Qué?! Pero es algo que quería papá quería hacer, además debes participar en estas cosas. –Reprochó. –Si no llegas a la bienvenida, te juro que te aniquilo.

-Por favor, muchachos, no hablen de trabajo en la mesa. –Irrumpió Irasue.

-Lo siento, Irasue. –InuYasha se disculpó. –Pero debes convencer a tu hijo para que haga algo bueno por nuestra empresa, además... -InuYasha cortó su oración por el sonido de una llamada al celular de Sesshomaru.

-Diga. –Atendió. –Sí, soy yo. –¡¿Qué?! –Casi se ahogaba con su propia saliva. Lo que oía debía ser un disparate, tal vez seguía dormido. –¿De qué habla? –No era un sueño, era real, lo estaba escuchando él mismo. –¿Cómo demonios pasó eso?... –Voy para allá. –Exclamó furioso levantándose de la mesa bruscamente. Ni su hermano ni su madre se ocuparon en preguntar lo que le pasaba, sabían que nos les contaría nada estando así.

La llamada que tanto había alterado Sesshomaru era de su banco. Su asesor tenía que hablar urgentemente con él un tema en extremo delicado.

Sorpresivamente, sin aviso o señal alguna, otra mala notica había caído sobre él como un balde de agua helada; como un pesado árbol en medio de un pacífico bosque. Más de la mitad del capital de su cuenta había sido desviada y retirado de su nombre varias acciones que poseía de distintas empresas.

Debía ocuparse de solucionar eso sin que nadie se enterara, la policía y el banco pusieron en marcha sus investigaciones, mientras que Sesshomaru debía crear un respaldo para toda su información. Nadie de su familia debía enterarse o empezarían a ponerse empalagosos y se entrometerían en sus asuntos, tampoco Kagura, no quería preocuparla. El único que podía saberlo era Miroku.

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora