Recuerdos

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🌟¡¡¡ADVERTENCIA!!!🌟

Este capítulo contiene narración algo explícita y una escena +18, por los que les pido ser responsables y discretxs con la lectura. Si eres mayor de edad, no hay pedo, pero si eres bebecitx, salta esa parte del capítulo, por favor.  (No sé ni por qué se los pido si de por sí sé que no lo van a hacer, jaja. 😑)

***Aclaración***

Cuando comencé a publicar la historia les dije que habría recurrentemente escenas de este tipo, al menos más que en mis historias anteriores, y es porque, para la trama, el sexo será importante, no por el fanservice, jaja, sino por el significado de las escenas y los temas que se abordarán ahí, ojo ahí porque serán cosas importantes para los personajes. Así que, sin más, comencemos.

Ya se la saben, si no ven mi despedida de al final, recarguen el capítulo.

Disfruten y que su mamá no lxs cache leyendo, jaja. 7u7

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-Solo... hagamos lo posible para que no se entere. No quiero perderla por eso.

-¿Y cómo diablos se enteraría? Los único que sabemos la verdad somos tú y yo, y dudo que algo así salga de nuestras bocas. –Tranquilizó a su amigo.

-Tienes razón. –Cedió por fin respirando con tranquilidad. Se había salvado de una manera tan simple que era ridícula. Y todo gracias a ella.

¿Fue todo? Ridículo. Tal y como desapareció hace diez años, tal y como la encontró y la perdió en Yoshino, tal y como la volvió a encontrar tan sencillamente en una cafetería, tal y como se propuso a pedirle matrimonio, tal y como volvió a enamorarse de ella. Todo había sucedido de la manera más simple y más cotidiana que daba risa. Sin siquiera obtener un castigo por haber querido usar a Rin a su conveniencia.

¿Podría vivir el resto de su vida sumido en la hermosa simpleza de la vida con Rin a su lado? ¿Podría permanecer esa paz de ahora en adelante junto a la mujer que más quería?





Esperaba que sí.

Para cuando la hora de la salida llegó, Sesshomaru se dirigía a buscar a Rin a su cubo para irse juntos a la nueva casa.

Nuestra casa. Pensó idílico. Él no sabía si estaba listo para la vida de casado, meses atrás habría creído que la única persona con la que podría desposarse sería Kagura porque creía amarla, porque cada mentira suya se sentía como un beso y una burla como una caricia. Ahora Rin aparecía y lo bombardeaba de tanta atención y detalles que era enceguecedor, llegaba dándole una avalancha de cariño cuando solo estaba acostumbrado a recibir míseras migajas. Ahora solo podía imaginarse la posibilidad de estar casado con Rin, no con nadie más. Rin era la única a la que en su vida podría llamar esposa, la única que podría ser su compañera de vida.

Llegó al departamento de marketing una vez que por teléfono le dio la última orden del día a Miroku. Sintió una ráfaga interna el ver cómo Rin reía sonoramente luciendo encantadora, incluso echando su cabeza levemente hacia atrás y cubriendo su amplia sonrisa con su mano derecha. Ella era lindísima, más aún cuando sonreía. Pero el causante de esa preciosa sonrisa no era él, sino ese chico castaño que siempre estaba con ella, lo conocía, se trataba de Kohaku, el hermano menor de la directora Sango.

-Vámonos. –Exclamó apareciendo por detrás de Rin.

-Señor presidente, buenas tardes. –Kohaku se reverenció ante él. –Seguiremos con nuestra plática después, es hora de ir a casa. –Se despidió de su amiga. –Felicidades a los dos por su matrimonio.

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora