Sara

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¡Arrancamos con el maratón! Espero que puedan disfrutarlo, me esforcé mucho para poder darles este montón de capítulo de una sola, así que, por favor, lean hasta el final y si pueden dejen sus votos y comentarios. 

Recuerden que, si no les aparecen mis comentario de al final, el capítulo no ha terminado. Recarguen la página para poder leer los capítulos completos.

¡Comencemos!

***Atención: Este capítulo comienza siendo narrado desde el pasado, cuando Sesshomaru y Sara estudiaban la universidad y va transcurriendo el tiempo poco a poco hasta llegar al presente. ¡No vayan a perderse!***




-Es un hecho entonces, lo arreglaré enseguida.

-Pero... -Sesshomaru quiso intervenir nuevamente.

-Tu señora ha hablado, Taisho, haré lo que ella me ordene.

-Pero tu jefe soy yo.

-Sí, pero Rin me cae mejor.




Asano Sara, directora de finanzas en la cede de los Hoteles Taisho, era una mujer inteligente, inamovible, talentosa, calculadora y además hermosa. Poseedora de una tez tan pálida que resultaba penetrante y una fría y grisácea mirada hipnótica.

Y gracias a su meticulosa personalidad y estricta ideología, cada día de su vida estaba minuciosamente planeado; cada aspecto de su vida, desde lo que desayunaría esa mañana hasta el número de hijos que tendría. Y a sus diecinueve años, en cuanto entró a la universidad, supo incluso quién sería su marido: Sesshomaru Taisho, estudiante destacado de la facultad de Negocios y Administración, heredero de imperio de Hoteles Taisho, de una buena y tradicional familia, soltero, diecinueve años, 1.93 metros de altura, signo del Perro en el zodiaco chino, el ejemplar perfecto. Y con su padre siendo amigo del difunto Tōga Taisho, pensó que sería más fácil obtenerlo, pero no era así.

El chico solo tenía un defecto: No parecía prestarle atención, ni a ella ni a nadie. Ese muchacho parecía un iceberg andante, con la mirada siempre fija en un punto sin siquiera poner atención en ella, como si buscara algo, como si le faltara algo en él que lo hiciera quitar el aura sombría que parecía arrastrar por los pasillos de la universidad.

Si Sara tenía que mover algunas cosas de su ajustado itinerario solo para que Sesshomaru volteara a verla, lo haría, al fin de cuentas ese tipo valía la pena. Renombre, poder, fama, fortuna, un apellido codiciado y su futuro resuelto le estaban garantizados si lograba conseguir al muchacho. Pronto supo aún más de él al punto de conocer sus horarios, horas de salida, de descanso y de entrada, lugares y personas que frecuentaba. Y por alguna razón, visitar la estación de policías y leer los registros de personas desaparecidas era recurrente en él. Sin embargo, conocer los intereses del muchacho era una tarea difícil; no parecía mostrar atención a otro particular que no fueran sus clases. Pero eso no era tanto problema, no importaba mucho lo que él quisiera.

Solo tenía que ajustar todo a su favor.

-¿Me puedes alcanzar ese libro? –Lo arribó en la biblioteca de su enorme universidad, justamente en la sección de estadísticas locales, en donde Sesshomaru buscaba un mapa con las regiones con más índice de desapariciones en Japón. Él solo lo bajó del estante sin siquiera mirar a Sara. –Eres estudiante de Negocios o algo así, ¿verdad? Te he visto salir del edificio azul, yo estudio Contabilidad. –Insistió, pero no tuvo éxito. Así que solo se giró irritada y se fue de ahí.

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora