✨No se pierdan el dibujito y la chisma del final✨
-Levanta la cabeza, eres una Taisho. –Irasue espetó con desdén, Rin se incorporó y apretó el agarre de su esposo.
-El señor Sesshomaru no me hizo nada, todo fue un malentendido, todo fue mi culpa.
-Todo fue su culpa. –Agregó sin emoción alguna en su voz en su gesto, todo para zafarse de las garras de su mamá. Rin contuvo una risita alcanzando a solo resoplar ligeramente, Irasue frunció el entrecejo.
El resto de la ceremonia fue tensa. Kagome no estaba dispuesta a dirigirle la palabra a Sesshomaru, quien a su vez no parecía que tuviera ganas de hablar con alguien en realidad. InuYasha miraba con saña a su medio hermano y con lástima a su pequeña cuñada, quien no se atrevía a mirar a nadie a los ojos, no cuando se sentía la peor traidora del mundo. E Irasue estaba sumamente intrigada por saber qué demonios había pasado con sus hijos y sus nueras.
-Ya vámonos. –Sesshomaru ordenó cuando ya no pudo más. Detestaba estar rodeado de gente, el ruido de las conversaciones era tedioso, las personas que se acercaban a hablarle le caían mal y se moría de ganas por reprender a su esposa, y eso último lo hacía sentir jodidamente mal, tener la intención de reclamarle... Él no quería hacerle algo como eso, pero algo dentro de él le gritaba que había algo más.
-No irás a ningún lado. –Espetó Irasue. –No sé qué diablos haya pasado entre ustedes dos, pero más les vale aguantarse hasta estar solos, ahora concéntrense en fingir que todo es perfecto aquí. Rin, sonríe, Sesshomaru, quita esa maldita cara de querer romperle las piernas a alguien o yo haré que la quites. InuYasha, Kagome, al menos disimulen que tienen ganas de golpear a Sesshomaru, por los dioses. –La mujer gruñó sin perder la galante postura. En tener presencia ante el público, ella era la experta.
A los jóvenes no les quedó más remedio que obedecer, la Taisho mayor tenía razón, este maldito evento era sumamente importante para hacer quedar bien a la marca y a la familia. Debían guardar las apariencias, al menos por ahora.
Pero apenas terminó, los cinco fueron recogidos por dos autos, uno llevaría al matrimonio más joven y a la matriarca de la familia a la mansión, el otro, llevaría a Rin y Sesshomaru a su casa. Sesshomaru contenía su ira cursándose de brazos y cerrando los ojos, Rin se sentía desbordar de culpa.
No fue hasta que llegaron a su casa que, luego de sacarse los incómodos zapatos, Sesshomaru tomó a Rin del antebrazo y la hizo sentarse en uno de los sillones de la sala principal.
-Quítate la ropa. –Ordenó autoritario.
-¿Q-qué? –Inquirió confundida.
-Quítate la ropa.
-Prefiero no hacerlo, mi señor, no ahora.
-¿No quieres que te toque?
-Por ahora no, lo siento, no estoy de humor.
-¿Necesitas que llame a Hakudoshi para que quieras quitártela?
-¿C-cómo? –Preguntó sintiéndose nerviosa de inmediato.
-Quítate la ropa y métete a bañar. Quítate la peste de ese idiota. –¡Maldita sea! ¿Qué estoy haciendo? Sueno como un tóxico posesivo. –No soporto tener que oler ese perfume barato sobre el tuyo.
-¿Acaso yo le ordené quitarse la ropa cuando llegaba apestando a Sara? –Masculló dejándose llevar por la ira.
-Tú sabes por qué olía a ella.
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Llegar a ti
Fanfiction¿Cuántas veces tienes que ser golpeado en la cara por el amor para saber que estas frente a tu destino? Al parecer, a Sesshomaru Taisho todavía no le queda claro. Rin y Sesshomaru se conocen desde la infancia, al crecer juntos, cuando son adolescent...