Flores

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Últimos capítulos de "Llegar a ti".




-Antes de que lo haga, estipularemos bien los términos. –Acotó moviendo su rostro levemente para rozar con sus labios la comisura de la boca de su esposa. –Le cambiaré memorias por deseos. 






No podía moverse, no podía respirar, ni siquiera sabía si podría seguir manteniéndose en pie, mucho menos podía discernir si estaba en el mundo real o en uno de esos tantos sueños en los que por fin la encontraba y la abrazaba, la abrazaba para luego llevarla a casa, a donde pertenecía.

Pero una leve y húmeda línea trazándose en su mejilla de manera involuntaria lo hizo caer en cuenta, estaba despierto, estaba en la realidad, todo era real, tan real como aquella lágrima que le salió sin aviso alguno, sin siquiera quererlo.

Estaba llorando de nuevo, estaba frente a Rin de nuevo.

Quiso nombrarla, quiso decir su nombre, pero su garganta estaba bloqueada por un asombro indescriptible, por tantas emociones revolviéndose en él.

Quiso ir hacia ella, pero sus piernas no respondían, no se movían a su voluntad, estaban pegadas al suelo, se mantenía petrificado ante lo abrumante que era todo aquel momento.

La encontró, la encontró una vez más como hace años, como cuando la perdió por primera vez, la encontró sin siquiera buscarla, ella sola llegó a él.

Hace tantos, tantos años... Ella sola llegó a él mientras tocaba algo en el piano y luego se fue tal como llegó, sin decir nada, sin aviso, con su vida entre las manos.

Ella llegó a él años después, tan repentina y súbitamente, habiendo entregado su cuerpo y su corazón a otro, pero volviendo a él como siempre debió haber sido. Y después de pensar que de nuevo se quedaría para siempre, desapreció, la perdió...

Y era ridículo, era sumamente absurdo que la vida jugara con ellos así, porque de nuevo, Rin llegó a él, llegó sin siquiera planearlo.

Estaba frente a él, a solo unos cuántos pasos, luego de tanto tiempo, después de años de haber aparecido frente a él por primera vez... Ahí estaba.

-Señor, ¿se encuentra bien? –Preguntó el botones por enésima vez, pues lo había estado llamado desde hace rato y el presidente no reaccionaba por más que insistía. –¿Llamo a emergencias o...? –Se detuvo al ver a Sesshomaru avanzar.

No sabía cómo, pero estaba caminando hacia ella con pasos pesados y entrecortados, con sus piernas temblando y la boca abierta queriendo gritarle, queriendo llamarla. Avanzaba de a poco, tan lentamente que quemaba, caminaba hacia Rin, caminaba hacia las flores...

Flores.

Tenían que ser flores.

Todo indicaba que ella pertenecía ahí, a la frescura de vidas coloridas floreciendo ante el sol. Cualquiera diría que su belleza combinaba con las flores, pero él sabía que las opacaba, los brillantes pétalos no eran competencia alguna para sus ojos castaños.

Unos ojos que ya no lo miraban.

Pero eso no lo sabía aún.

-R-Ri... Rin. –Musitó en un pobre y quebradizo hilo de voz que no era legible, trató de llamarla extendiendo su brazo hacia ella para intentar alcanzarla lo antes posible.

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