Infiel

423 45 114
                                    

La primera parte de este relato comienza con una narración de hace unos cuatro años, llegaremos a la época actual de donde transcurre la historia conforme vaya a avanzando. ¡No se pierdan!

*Este capítulo contiene una breve escena que puede llegar a ser inapropiada. Leer con discreción.

¡No se pierdan el dibujito y el chisme del final! 🌟


La luz artificial dejó ver a una desfachatada mujer con el maquillaje corrido, la mirada perdida y un remedo de sonrisa ladina, más pálida que de costumbre, con las manos detrás y el cabello un tanto desaliñado. Rin se levantó de golpe, como poniéndose a la defensiva.

-Buenas noches, señora Taisho. –Su descolocada voz hizo un tenebroso eco en la estación.



La primera vez que la vio fue hace unos cuatro años, saliendo la cafetería de la universidad, corriendo tan rápido como su carga de bolsas de papel le permitía, con su cabello castaño y de ensueño revoloteando en el aire, usando una esponjosa falda blanca y un adorable suéter rosado. Bajó uno de los escaloncitos que llevaba a la explanada cuando accidentalmente una de sus bolsas se rompió, el contenido quedó esparcido en un radio de dos metros, un montón de bolsas con pancitos de mantequilla quedó disperso a su alrededor. Rápidamente se apresuró a recogerlos, dándose prisa para que quienes pasaban indiferentes a su alrededor no tuvieran problemas con seguir su camino. Algo en su pecho lo llevó hasta ella para ayudarla, sin decir nada, sus miradas chocaron, la castaña le sonrió, él desvió la mirada al sentir sus mejillas calentarse; esa chica... tenía unos ojos hermosos.

-Lo siento. –Se reverenció una vez levantándose habiendo recogido todo. –Gracias por ayudarme.

Y tenía una voz tan linda...

-Te ayudaré a llevarlos, no creo que tu bolsa sirva. –Dijo amablemente.

-No quiero molestarlo, superior.

-No es ninguna molestia, te sigo.

Rin sonrió avergonzada, pues el amable y asombroso porte de su superior la hizo sentir cosquillas en el estómago. Caminaron en silencio hasta el edificio de mecatrónica, llegando a un salón lleno en su mayoría de varones.

-Sus peidos llegaron, superiores. –Anunció con su dulce vocecita. Uno de los muchachos se acercó a ella quitándole las bolsas de encima, Hakudoshi entregó el resto de la carga.

-Gracias, Hayashi, aquí tienes tu paga. –Le entregó un royo de yenes de la más baja denominación, Rin lo tomó gustosa.

-Díganme cuando necesite algo más, superior Yoon. –Se reverenció.

Luego de eso caminaron fuera del edificio.

-Gracias por ayudarme, superior. –Volvió a reverenciarse.

-No fue nada... Hayashi. –Pronunció su apellido sintiéndolo como una deliciosa brisa.

-Mi nombre es Hayashi Rin, mucho gusto. –Le dio su nombre completo.

-Hayashi Rin. –Decir su nombre era aún mejor que decir su apellido. –El gusto es mío, soy Nakano Hakudoshi.

-Nakano... Hakudoshi. –Repitió suavecito, pensando que ese nombre era perfecto para él. –Su nombre es bonito. –Confesó ganándose un terrible sonrojo en el albino. –Y su cabello también. –Musitó sintiendo una presión apenas perceptible en su pecho. Ese cabello blanco y hermoso, tan parecido al de...

-Tu nombre también es lindo. –Declaró enfrentando sus nervios. –Y tu suéter... combina muy bien con tu falda.

-¿Verdad? Y mire, tiene bolsitas. –Presumió metiendo sus manos en los bolsillos de la falda, luciendo abrumadoramente tierna, tanto que Hakudoshi sintió derretirse.

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora