Acreedores

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***ADVERTENCIA***

Mucho texto. Jaja. Capítulo bastante larguito. (Mil perdones) Pueden tomarse su tiempo para leer o leerlo a cachitos. c: 

El siguiente capítulo puede contener lenguaje explícito, por favor, sean responsables con la lectura. (No hay lemon, cochinones, nomás malas groserías jajsjaa) 

Favor de leer hasta el final, incluso la nota, y si les gusta el chismecito, pues síganle derecho. 

Ahora sí, disfruten. ✨

***



Sesshomaru bufó. Rin no entendía, no captaba la idea de que verla así de cerca con ese chico la puso nervioso. Quería que Rin notara que estaba celoso.

De un salto se posicionó sobre ella apoyándose de sus manos, colocando una de cada lado de la cabeza de Rin. Ella lo miró un poco sorprendida, pues la expresión de Sesshomaru no mostraba su neutralidad normal, sino que parecía irritado.

-¿Por qué le acomodabas la corbata? ¿Lo haces siempre? ¿Por qué se toman tanta confianza como para tomarse de las manos?

Rin arrugó la nariz levemente, pues no le gustaba ser interrogada de esa forma.

-No me gustan los hombres celosos. –Declaró cruelmente.







Sesshomaru y Rin partieron antes de que el sol saliera.

Rin iba con todo el dinero que pudo conseguir en efectivo y con el corazón hecho un nudo a causa de la preocupación, además de que no había conseguido dormir en toda la noche.

Se fue sin poder cancelar su reunión con Kagome y diciéndole a su abuelo que acompañaría al señor Sesshomaru a un viaje de negocios, así no se preocupaba por ella.

Por su parte Sesshomaru ya había notificado a Miroku que después de esto, tal vez Rin accedería de una vez por todas.

Ambos subieron al auto y emprendieron un largo viaje hasta Kagoshima, el lugar al que Rin le temía, pero al que a su vez ansiaba volver lo más pronto posible, tenía que visitar la casa de la abuela Kaede, tenía que ver a su novio, y si la situación realmente la orillaba, tenía que despedirse de él.

El viaje comenzó en silencio durante un largo tiempo, aunque en realidad, la mente de ambos hacía un ruido interno abrumador; así que, para escapar de ello, Rin sacó a flote su característica personalidad parlanchina, contándole a Sesshomaru la vez en que en uno de sus trabajos tuvo que hacer una gran entrega de pasteles a domicilio y se descompuso su bicicleta teniendo que entregarlos a pie. Luego le habló de cuando vivió en un refugio en el que generaban su propia energía eléctrica por medio de un sistema de palancas y ruedas y que tenían turnos para accionarlo. Sesshomaru no decía nada, solo escuchaba atentamente bufando de vez en cuando cada que Rin decía una tontería; pero no le disgustaba en absoluto, al contrario, su voz hacía el ambiente menos pesado y parecía decorar el aire, como si eso fuera posible.

-¿No se siente cansado? –Le preguntó luego de unas tres horas. –¿Quiere que yo conduzca?

-¿Sabes conducir?

-Claro que sí, Hakudoshi me enseñó hace un par de años cuando trabajamos en unos almacenes repartiendo frutas y verduras. –Respondió animada.

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora