El lenguaje de las flores

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Últimos capítulos de "Llegar a ti."




¡Ren! Voy a abrir la maldita puerta. -Advirtió.

-¡Ya voy! –Rin gritó tan fuerte como pudo para levantarse enseguida y tratar de vestirse. –Por favor, mi señor, no salga de aquí, no se mueva, no puedo permitir que lo vea.







Rin estaba nerviosa, jugueteaba con sus manos temblorosas parada firmemente en alguno de los pasillos del laberinto de arbustos del jardín, detrás de ella estaba el presidente, podía claramente sentir esa exquisita presencia bien cerca de su espalda.

Se preguntaba qué le pediría, qué sería ese deseo que no podía ser concedido frente a tantas personas. ¿Sería otro beso? ¿Sería una caricia? Lo que sea, se lo cumpliría a ese perfecto desconocido.

-¿Qué es lo que va a pedir, señor? ¿Qué quiere a cambio de que me dijera que me ha tenido que encontrar varias veces? ¿Por qué dijo eso? –Pregunto impaciente, quería averiguarlo todo, quería respuestas y, por alguna razón, quería saberlo todo de él.

-Si no es mucho pedir... Me gustaría un baile, mi señora. –Pidió seductoramente a la vez en que pasaba el dorso de su mano a lo largo de la espalda de Rin haciéndola corregir su postura.

-¿Un baile? Pero ni siquiera hay música. –Señaló extrañada dando la media vuelta para encararlo.

-Oh, mi señora. ¿No sabía usted que los bailes sin música pueden ser más románticos en ciertas ocasiones? –Refutó ingeniosamente ofreciéndole su mano. –Así que dígame, ¿quiere bailar conmigo?

-¿Cómo llevaremos el ritmo? –Risueña, Rin tomó la mano del presidente.

-Basta y sobra con el latido de nuestros corazones. –Concluyó atrayéndola hacia él sujetándola suavemente por su espalda baja-

Rin lo miró idílica, posó su mano izquierda sobre el hombro del presidente y afianzó su agarre con la mano derecha. Sesshomaru dio el primer paso y Rin lo siguió, logró acoplarse a él con bastante facilidad, danzaron en un tierno compas que no poseía sonido alguno más que el de sus zapatos merodeando sutilmente por el pasto entre el laberinto.

-Qué bien baila, Ren. –Sesshomaru la halagó dándole una vuelta.

-Lo mismo digo, señor Tasiho.

-Por favor, llámeme Sesshomaru. –Concedió pegándose de nuevo a ella.

-¿Cómo podría? Si es el presidente.

-Pudo hacerlo en su otra vida.

-Hábleme de eso.

-Le costará otro deseo.

-No... Me refiero a que me cuente de usted. –Aclaró deslizándose del lado del albino para luego volver a sus brazos.

-¿De mí?

-Sí... Dígame, ¿cuál es su comida favorita? –Preguntó curiosa y totalmente encantada.

Toda la atmósfera ameritaba a algo fantasioso y romántico, algo que no había vivido jamás, o al menos no lo recordaba. Quería saber más de su vida pasada, quería descubrir si su esposo realmente le ocultaba algo y con el presidente sabría que podría obtener respuestas; pero de repente, más que pedir su propio historial, quiso saber del presidente. Tal vez así sabría cómo era que ese perfecto extraño la atraía tanto.

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