Especial: Noche de copas

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***Advertencia***

Capítulo muy largo, es que es especial.

Este especial contiene narración muy explícita e inapropiada para algunxs lectorxs. Por favor, sean responsables y discretxs con la lectura. 

Habrá algunas prácticas que pueden llegar a resultar no tan agradables para algunxs, si es así les pido que pasen de largo y esperen el siguiente capítulo.

Este especial es gracias a sus comentarios y sus ganas de ver a Sessh y a Rin embriagándose juntos, algo lejos de las tensiones de la trama. 

Me costó mucho trabajo porque casi todo es lemon y a mí no se me da muy bien escribir lemon, pero puse todo mi esfuerzo, así que espero que les guste mucho.




Sesshomaru se vio solo en casa el sábado por la noche, pues su esposa salió todo el día ya que estaría con Irasue, Kagome y la madre de esta verificando los preparativos para la boda de su hermano menor. Se encontraba sentado en la sala leyendo, todo parecía normal, hasta que sintió el silencio como ajeno, así muy de repente. Fue entonces en que se percató de que ya no estaba tan acostumbrado a la mala soledad, esa que siempre sintió desde que Rin se fue, incluso cuando fue novio de Kagura; esa mala soledad que abrumaba las ideas y rasguñaba el corazón, esa mala soledad que daba miedo. Y ahora, la soledad no se sentía mal, no pesaba ni acorralaba, era una buena soledad; una en la que sabía que no estaba solo realmente, una que le aseguraba que Rin regresaría en cualquier momento, una que incluso podía disfrutar al escuchar las manecillas del reloj, al girar su cabeza y ver por la corrediza puerta transparente el hermoso jardín de su esposa.

Aunque estaba solo no se sentía mal, tal vez había madurado, tal vez había aprendido algo sin darse cuenta; quien sabe, pero esa buena soledad le agradaba.

Cerró su libro para dar fin a su lectura, miró la hora y estaban a punto de dar las siete, hora de cenar. Se encaminó a la cocina pensando en algo sencillo de preparar, Rin ya lo había hecho aprender cosas básicas del hogar, como a encargarse de la ropa y hacer la comida, sin embargo, eso le daba mucha pereza y regularmente pensaba que debería contratar a alguien que se encargara de eso. Aunque... cada que él preparaba algo, a pesar de que no fuera tan bueno, a Rin parecía gustarle mucho.

Suspiró tranquilo y desabotonó los puños de su camisa para recogerse las magas y lavarse las manos, buscó en la nevera y encontró algo de salmón, lo vio como una salida fácil, solo lo cortaría en cuadritos, pondría salsa para acompañar, cortaría vegetales y pondría a cocer arroz, nada de usar fuego arriesgándose a quemar algo.

Fue así que en menos de media hora tuvo lista la cena, lo único que le faltaba era esperar a que su esposa llegara.

Su esposa... hasta hace algunos meses no lo hubiera creído, era imposible de imaginar que volvería a encontrar a Rin y luego casarse con ella, no de la manera que hubiera querido, pero a pesar de su pecado todo le había salido bien. Hayashi Rin, la niña con la que creció, la perdió, la encontró, volvió a perderla y ahora de nuevo estaba con él y esta vez no la dejaría irse. Rin... El solo pensar en ella lo hacía feliz, el solo decir su nombre le era suficiente para provocarle una sonrisa.

Se sentó a la mesa para esperar mientras veía su celular, así se dio cuenta de que faltaba poner la salsa de soya; se levantó de la mesa y fue a la alacena a buscar un pequeño recipiente y la botella de salsa. Abrió un par de gavetas hasta que encontró lo que necesitaba y tal vez algo más.

En el fondo de la gaveta había una botella de vodka, completamente normal, un exquisito y cristalino líquido transparente reluciendo a través del elegante envase de vidrio. Sin más, cerró la gaveta y llevó el plato con salsa a la mesa. Entonces un pensamiento cruzó por su mente, una promesa al aire que le hizo a su esposa, ponerse a beber con ella. Sacudió su cabeza para deshacerse de esa idea, él no soportaba el alcohol y Rin se ponía muy ruidosa cuando bebía... encantadoramente ruidosa. Luego esa escena de ella cantando tan alegremente en el auto, tan contenta y chistosa, se miró tan linda esa vez. Tal vez no sería una mala idea.

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora