Ensalada

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-Oh, claro que debe hacer algo. –Su voz comenzó a asemejarse a la de su marido, lenta y seductora, perfecta para comenzar a volverlo loco. –Aunque... no estoy tan segura de que pueda hacer justo lo que quiero. –Lo retó pícara.

-Creeme, podré hacerte lo que sea que me pidas.

-Entonces... prepárate, cariño, porque te juro que te pondré las cosas difíciles.




La chica apenas y podía mantenerse en pie, su mente dolía, su corazón dolía. Todo le dolía. ¿Por qué? ¿Por qué Hakudoshi decía cosas tan crueles? ¿Qué quería lograr mintiéndole? Porque era obvio que era una mentira, Sesshomaru jamás se atrevería a algo tan vil y bajo como desposarla solo por obtener una estúpida herencia. Ni siquiera la necesitaba, ni siquiera podía acceder a ella todavía, lo que Hakudoshi decía no tenía sentido. Pero... lo de Sara. ¿Cómo se atrevía a acusar a su esposo de estar viendo a otra mujer? No era cierto. ¡No podía ser cierto! Él mismo le había explicado esa mañana que no pasaba nada entre ellos, que Sara haría lo que fuera para lastimarla.

-¿Qué es lo que quieres ganar con esto? –Inquirió con la voz frágil. –¿Por qué me dices estas cosas?

-Porque debes abrir los ojos. –Respondió severamente. –La Rin que conozco jamás dejaría que alguien jugara con ella y con sus sentimientos de esta forma, nunca dejaría que la usaran para algo tan vil, no permitiría que alguien tomara su vida entre sus manos. Pero también, la Rin que conozco jamás habría accedido a desposar a alguien por dinero, pero si fue para salvarme y para salvarte de Kagoshima, lo comprendo, sé lo mucho que sufriste ahí. No sabías el daño que te hicieron, creíste que tú eras la única culpable, que tú sola te aprovechaste de los sentimientos de ese hombre. Pero ahora sabes la verdad, y por eso debes salir de ahí.

-¿Por qué debería de creerte? –La voz de Rin se aseveró. –¿Por qué debería confiar en ti y no en mi esposo?

-Por la misma razón por la que me arriesgué a contártelo. ¿Crees que lo haría solo para fastidiarte? ¿Crees que te diría algo como esto solo porque sí? –Caminó a ella para encararla, la tomó de los hombros y la forzó a mirarlo. –Te amo, Rin. Te amo más que a nadie en el mundo y seguro te amaré el resto de mi vida. ¿Crees que lo hago para lastimarte? –La miraba con las cejas inclinadas hacia abajo. Rin no podía dejar de llorar. –Respeté tu decisión de dejarme en Kagoshima porque me dijiste que te casarías con Sesshomaru porque lo amabas; lo acepté porque creí que tu felicidad estaba con él, y lo que más deseo es que seas feliz. Pero así no puedes serlo.

-Claro que puedo. –Refutó sollozando.

-Él no te ama, él solo te usó para tener más dinero.

-No es cierto. Él me ama. Soy la persona más importante para él.

-Y tú tampoco lo amas, solo te casaste con él para ayudarme y salir de ese maldito lugar.

-No es verdad... Yo lo amo, lo amo como nunca he amado a alguien. Y lo que dices no es cierto. –Sus palabras apenas eran legibles, estaba dejando que su llanto la controlara.

-Escuchamos a la directora Asano hablar de eso mismo con el presidente, Rin. –Le aclaró con firmeza.

-¿Él se lo dijo?

-Quien lo decía era la directora. –Intervino Kohaku para tranquilizar a Rin, toda esa escena era tan dolorosa, Hakudoshi estaba siendo muy cruel con ella.

-Entonces no es cierto. Sara miente, ella solo quiere quitármelo, quiere ocupar mi lugar y no se lo permitiré. –Decía entre lágrimas.

-Ellos estaban abrazados, Rin. –Hakudoshi agregó con impaciencia. Rin abrió los ojos súbitamente, recordando entonces que el día de ayer su esposo llegó oliendo al perfume de Sara. –Ese idiota se burla de ti, no lo dejes hacerlo.

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora