Llegar a ti

Memorias

Últimos capítulos de "Llegar a ti".

-Ella me encontró en la playa cerca de su casa. –Continuó sin escuchar a Ren. –Y pensó que se trataba de su hijo.

-¿Qué? –El corazón de Sesshomaru pareció detenerse.

-Qué coincidencia, las margaritas también son mis flores favoritas. –Mencionó sonriendo de lado. –Entonces... ¿Querría mancharme de margaritas, señorita Ren?

Que las margaritas eran sus flores favoritas dijo... Entonces tal vez tendrían un buen tema de conversación.

-P-pues... S-í....

-Ren, querida. –Alessio interrumpió súbitamente entre ellos dos, provocando que Rin se cohibiera y se soltara de la mano de Sesshomaru, interrumpiéndola en acceder. –Ah, presidente, lamento la interrupción, no vi que era usted. –Mintió. En cuanto vio al presidente tan cerca de Ren quiso intervenir, sobre todo al notarlos actuar tan familiarmente y al percatarse de la forma en que el presidente la miraba. Eso sumado a lo de más antes se le hacía demasiado sospechoso. –Iba a preguntarle a Ren del avance con los arcos, pero si está ocupada con usted...

-No lo estoy. –Decretó Ren.

-Lo está. –Espetó Sesshomaru. –Usted está ocupada conmigo, señorita.

-Señora. –Lo corrigió Alessio. –Ella es una mujer casada.

-Señora Ren. –Sesshomaru se corrigió de mala gana. –No la distraeré más de su trabajo, dejaré pasar el desayuno, así que la invito a comer, ¿qué dice?

-Es que yo...

-O una cena si gusta.

-La inauguración es en la noche, no podría...

-Entonces mañana, me parece bien. Le informaré de los detalles más tarde. –Acordó por sí mismo. –Aún así, no pueden seguir trabajando sin antes haber desayunado, ¿no es así? –Sin querer realmente, se alejó un poco de ella. -Deberíamos ordenar un desayuno para todos ya que se están esforzando tanto, pero no podemos interrumpir a los cocineros del hotel. –Y hablando más alto añadió. –¿Alguien sabe cuál es la mejor cafetería del lugar?

Todos voltearon a ver al presidente con los ojos bien abiertos.

-La que está por la estación. –Dijo alguien.

-No, la que tiene las flores blancas en el balcón. –Habló alguien más.

-Sí, esa es buena, el café es delicioso.

-Entonces esa. –Definió. –Señora Ren, ¿sería tan amable de acompañarme a ordenar algo para todos?

-¿Yo? –Preguntó abriendo bien los ojos.

-¿Ella? –Añadió Alessio.

-Me gustaría contar con la guía de alguien del lugar para ir a comprar desayunos para mi personal.

-Pero yo ni siquiera soy de aquí. Bueno, no de aquí, aquí. Tal vez sea contraproducente, podría perderme y...

-Entonces podríamos perdernos los dos. –Le propuso. –Vamos, obedezca al presidente y acompáñeme a buscar esa cafetería.

-¿Cómo iría usted por algo tan insignificante como el desayuno de sus empleados? –Una vez más, Alessio se metió en la plática. –Déjeme ir con Ren, no se moleste.