Negociación

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Sesshomaru abrió su mirada colérica clavándola en ella, hirviendo de celos y de ira, enterrando sus trémulos dedos en los brazos de Rin.

-Mi señor. –Sollozó agudo. –Me... me duele.

-¿Y crees que a mí no me duele que estés enamorada de otro? ¡¿Por qué Rin?! ¿Por qué mierda te casaste conmigo si aún lo amas?




-En verdad lo lamento, no vi por dónde iba. –Rin volvió a disculparse haciendo una marcada reverencia.

-Por favor no, yo fui quien no se fijó. –Kagura respondió con amabilidad para tranquilizarla.

-Pero mire, arruiné su ropa. –Se lamentó apenada.

-¿Esto? No es problema, son solo unos trapos viejos. –Dijo con modestia, articulando una adorable sonrisa que encantó a Rin, le pareció una mujer tan amable.

-Le pagaré su atuendo. –Se ofreció enseguida.

-No es necesario, querida. Digamos que fue culpa de ambas. –La tranquilizó con una cálida sonrisa.

Rin se sorprendió de lo increíblemente hermosa que era esa mujer. Tan alta y delgada, con cintura y caderas envidiables, de cabello negro y algo ondulado; pero lo que más la sorprendió fueron sus preciosos ojos rojos y su agradable sonrisa. Además, parecía ser alguien bastante gentil.

-¿Pero dónde están mis modales? Usted se presentó y yo no le he dicho mi nombre. –Se corrigió rápidamente. –Mucho gusto, mi nombre es Taisho Rin.

-¿Eres familia de los Taisho? No sabía que tenían hijas mujeres. –Tenía que fingir ante ella, fingir que no era una amenaza, fingir que no tenía ganas de hundirla lo antes posible, incluso pretender que no tenía un pasado con el Taisho mayor de esa pretenciosa familia.

-No es eso. –Sonrió nerviosa. –Soy esposa del mayor de los Taisho. –Explicó atenta.

-Ya veo; aunque creo que eres muy joven y radiante para ser la esposa de alguien de apariencia tan estricta.

-No lo es tanto. –Excusó a su marido. –Insisto en pagar por arruinar su atuendo.

-No debes hacerlo, descuida. Tengo una idea mejor. Hace tiempo salí del país y acabo de regresar, así que no tengo muchas amigas que digamos. ¿Qué te parece si algún día me invitas a tomar algo?

-¡Me encantaría! ¿Le parece bien mañana, señorita Endo?

-Es perfecto. Pero, por favor, llámame solo Kagura.

Kagura. Pensó para sí. Es un nombre muy hermoso. Pero, ¿Kagura no era el nombre de la exnovia problemática del señor Sesshomaru? No, no puede ser ella, no parece conocer bien a la familia Taisho.

Ese día Rin regresó a casa un poco triste por tener que despedirse de su amado esposo; pero también muy feliz por haber hecho una nueva amiga, aunque de una manera un poco desastrosa.

Al día siguiente llegó a la empresa a primera hora del día. Recién había hablado por teléfono con Sesshomaru y pudo iniciar su mañana con toda la energía posible.

-Buenos días, Rin. –Kohaku la saludó llegando a su cubículo con una cajita de leche de chocolate. –Te traje esto.

-Muchas gracias, Kohaku. –Le brindó una sonrisa.

-De camino aquí vi que abrieron una nueva cafetería cerca, ¿quieres ir ahí para el almuerzo?

-Claro que sí. Pasa por mí a la una, ¿de acuerdo?

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