Invierno y primavera

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🌟Antes de leer, debo decir que el capítulo es un poquis largo, así que pueden tomarse su tiempo para leer. Además, de nuevo tenemos participación de Yue y Hiro que espero que les guste mucho. Prometo pronto darme tiempo para contar su historia.🌟

🤍¡No se pierdan los dibujitos del final!🤍



-Entonces... ¿Eras una estafadora? –Arqueó una ceja con una sonrisa ladina.

-Tenía qué. –Se justificó. –Estaba con la soga al cuello, la abuela Kaede se enfermaba seguido y la estúpida Aoi no hacía otra cosa que no fuera endeudarse más. Tenía que ser una chica mañosa.

-¿Una chica mala? –Dijo sugerente bajando su mano izquierda por las caderas de su esposa.

-Muy mala. –Respondió arrugando la nariz, provocando un gesto adorable.

-¿Qué tan mala? –Habilidosamente, su mano había llegado a los glúteos de su mujer. 





El frío rasgaba sus mejillas, el vaho salía rítmicamente al compás de su trote, las calles lo confundían y le gritaban que no había un camino concreto que seguir, que simplemente debía seguir corriendo hasta encontrarlo.

Pero no daba con él.

Ya había corrido por diez minutos más o menos y pensaba que lo más probable era que su pelinegro ya hubiese vuelto a su casa.

Desesperado, se dejó caer para sentarse en cuclillas en medio de la acera, dejando que la gente lo rodeara y pasara de largo, viendo sus zapatos llenos de sucia nieve, incluso el pantalón de su traje que su amo le había comprado estaba sucio.

Qué pena. Pensaba mirando su traje. Estaba tan bonito... Tal vez debería volver con los señores y luego ir a buscar a Hiro a su casa mañana con un regalo de disculpa. Trataba de calmarse a sí mismo. Sí... Es lo mejor.

Exhausto, se levantó y estiró un poco para despejarse, dio la vuelta y comenzó a caminar rumbo al restaurante a esperar a sus amos, pero de repente, sintió algo pasar por sus piernas y al agachar la mirada se dio cuenta de que era un pequeño gato callejero, con su negro pelaje mojado y sus ojos grises mirándolo en busca de cobijo. Yue sonrió con lástima y se agachó a tomarlo entre sus manos.

-¿Por qué tan solito? –Le preguntó al animal pegándolo a su pecho, al fin de cuentas ya se había ensuciado por correr entre la nieve. –Es invierno, los pequeños no deben perderse en el invierno, de otro modo tendrán frío. –Lo miró y lo sintió ronronear con ahínco. –Te pareces a él. –Soltó una risita. –Los dos tienen el cabello negro y los ojos grises... Y los dos se perdieron en el invierno.

-No estoy perdido. –Aquella voz lo hizo girar de golpe, encontrándose con su precioso Hiro sosteniendo un gato color gris. –Pero parece que ustedes sí.

Ambos gatos se soltaron de los muchachos para ir a encontrarse, frotándose entre ellos, entrelazando sus colas y lamiendo sus bigotes, parecía que se habían estado buscando el uno al otro, justo como los dos chicos.

-Creo que ese también se parece a ti. –Hiro rio desganado. –Perdón... Lamento haberte dejado ahí así... Es solo que...

-No tienes que explicarme nada. No debí llevarte ahí, no es lo nuestro, ¿sabes? –Se encogió de hombros mirando al piso. –Solo... Quería que esta noche fuera especial.

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